La última dictadura militar en Venezuela, durante el pasado siglo, transcurrió desde 1948 hasta 1958, los primeros cuatro años bajo las directrices de una junta de gobierno y el resto de ese período fungió como presidente de la república el General Marcos Pérez Jiménez. Fue una época en que el país sufrió todas las arbitrariedades y los vicios que caracterizan a los regímenes despóticos: la persecución y encarcelamiento de los actores políticos que se oponen al gobierno, la violación de los derechos humanos, férrea censura a los medios de comunicación… todos los desmanes que surgen en una nación asediada por un tirano y su aparato represor.
Venezolanos en pie de lucha/ F
El pueblo venezolano, junto a los empresarios, los intelectuales, los estudiantes y los militares que no estaban de acuerdo con aquel asfixiante sistema de gobierno, un buen día, el 23 de enero del 58, se rebelaron unidos en contra del dictador y lograron erradicarlo definitivamente del poder. Desde esa fecha, el país entero se dedicó a construir la democracia. Comenzó una etapa de libertad, de crecimiento económico, de movilidad social a través del trabajo y de las facilidades para el estudio desde los más elementales niveles hasta la profesionalización y, sobre todo, de respeto por la voluntad y las decisiones de una población que podía, cada cinco años, elegir a sus gobernantes sin ninguna coacción.
Estudiantes universitarios...
Venezuela, entonces, durante cuarenta años, se convirtió en un luminoso ejemplo de organización y civismo tanto para la región latinoamericana como para el mundo en general. No podía ser de otra manera. Mientras nuestro país disfrutaba de una apreciada estabilidad política, económica y social, casi todas las naciones del área experimentaban la satrapía despiadada de los tiranos que, al parecer, estarán siempre presentes en nuestra historia: Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Nicaragua, Cuba, El Salvador y Guatemala estuvieron bajo el férreo influjo de esos caudillos que se creen imprescindibles para los destinos de su patria durante la segunda mitad del siglo pasado.
Los recursos naturales de nuestro suelo, la preparación constante de sus habitantes, quienes confiaban en la educación para alcanzar mejores estatus socioeconómicos; y la conciencia de los actores políticos, que respetaban la voluntad popular, los derechos de los adversarios y la alternancia en el poder, por supuesto, canalizaron certeras esperanzas para una Venezuela que creyó con firmeza que marchaba hacia el pleno desarrollo, a formar parte de las naciones del primer mundo.
Jornada electoral.
Fuimos durante esa etapa histórica un país ejemplar para todos los que observaban el progreso de este suelo empeñado en forjarse un espléndido futuro, para un sinfín de emigrantes que hallaban en estas tierras la libertad y las oportunidades que no tenían en el lugar en que nacieron…
A finales del siglo XX, sin embargo, la resentida visión de unos líderes torcieron nuestro destino hacia unos caminos alejados de la democracia, lo cual propició que hoy seamos ejemplo de lo que no se debe hacer si se quiere enrumbar a una nación hacia la libertad y el progreso; pero esa es una historia que no quiero contar en estos espacios en que solo deseo resaltar la grandeza de nuestro suelo.
Invito a los amigos:
@elianaelisma,
@norat23 y
@sol02
Nota: Las imágenes que no están referenciadas con su fuente pertenecen al autor y fueron tomadas con la cámara del teléfono móvil, modelo: Samsung SM-A135M.