Cuando pienso en las personas que me han inspirado a luchar y perseguir mis sueños, mi padre es el primero que viene a mi mente. A lo largo de los años, su amor por la cocina ha dejado una huella imborrable en mi vida. Es por eso que hoy quiero rendirle homenaje a través de estas palabras llenas de gratitud y admiración.

Desde que tengo memoria, mi padre ha sido un apasionado de la cocina. Recuerdo con cariño cómo siempre nos sorprendía con su especialidad, el pabellón, un plato criollo venezolano que nos hacía salivar de felicidad. Su dedicación y talento en la cocina eran evidentes en cada bocado, y no había nada más reconfortante que compartir una deliciosa comida preparada por él.

Aunque mi padre disfruta de la variedad culinaria, hay un plato que se destaca como su favorito: la pasta con albóndigas bañadas en salsa. Era un verdadero deleite ver cómo se iluminaba su rostro cuando le preparaba este manjar. Su amor por la cocina trascendía los límites de la preparación y se convertía en una forma de expresar su amor por nosotros.

A diferencia de muchos padres, mi papá no era muy dulcero. Siempre se preocupó por nuestra salud y nos advertía sobre los peligros de consumir demasiados dulces. Sin embargo, de vez en cuando, se permitía disfrutar de un dulce muy especial: el dulce de lechosa. Este postre tradicional venezolano, hecho a base de lechosa o papaya verde, era una indulgencia que saboreaba con moderación.

Y cuando se trata de bebidas, mi padre se convertía en un auténtico experto. Uno de sus cócteles favoritos era el ponche de crema, una deliciosa mezcla que él mismo preparaba.

Siempre mantenía su bar abastecido con esta exquisita bebida, lista para deleitar su paladar y el de aquellos que tuvieran la suerte de probarla.

Mi padre representa la perseverancia y el amor en cada plato que prepara. Su pasión por la cocina me ha enseñado que, a través del esfuerzo y la dedicación, podemos convertir nuestras pasiones en algo tangible y significativo. Me siento afortunado de ser testigo de su talento culinario y de haber sido inspirado por su amor incondicional.

He querido rendir un homenaje a mi padre, un hombre que ha dejado una huella imborrable en mi vida a través de su amor por la cocina. Su especialidad, el pabellón, y sus gustos culinarios reflejan su dedicación y su deseo de compartir su amor a través de la comida. Su enfoque equilibrado hacia los dulces y su pasión por crear cócteles deliciosos, como el ponche de crema, son testimonio de su amor por los sabores únicos y la búsqueda constante de nuevas experiencias culinarias. Siempre llevaré conmigo los recuerdos de los momentos compartidos alrededor de la mesa, donde su talento culinario nos unía como familia.