Out of the Blue


Nací un día común, un día como hoy tal vez. Sería ese día el primero en el que mis siguientes cuatro sentidos despertarían ante el excitante mundo que me rodeaba, los oídos me daban idea de lo que me deparaba el destino.

Curiosamente mi oído se desarrolló más de lo que otra persona pudo haberlo logrado ¿los motivos? Podrían ser diversos, pero ello me daría una idea general del mundo y sus placeres y mejor aún, se convertiría en mi compañero de trabajo. Ya no solo escuchaba, podía sentir las frías y húmedas manos de la partera, una luz incandescente que cegaba mi visión, una primera bocanada de aire llegaba mis pulmones y un aroma cítrico a desinfectante ligado con ese característico olor estéril de quirófano confundía a mi olfato.

De repente pude sentir su calor, ella estaba allí entre lágrimas esperando poder abrazarme, no lo dude ni un segundo y me refugie en su pecho. Sería aquella mañana de verano mi encuentro cara a cara con el ser más especial del mundo, ella me protegía de todo, de todos y hasta de los astros que auguraban un camino glorioso. De su pecho mi alimento, cómo es posible saborear tan dulce cause néctar de su ser. Por fin estaba completo, oírla, sentirla, mirarla, olerla y como si no fuera suficiente saborearla, aún éramos uno entre millones, uno que no se divide ni con la más elaborada fórmula.

Pasaron los meses y de a poco mis frágiles huesos se abrían paso hacia la inmensidad, las pieles que me abrigaban ya no eran suficiente para cubrir mis desnudas piernas. De un momento a otro explore nuevos sabores y olores, todo un menú banquete de mi avaricia. Ya no sería ella fuente principal de mi alimento, al menos me quedaba su calor, su aroma, me quedaba su voz y su presencia que se asoma; ante mis pequeños pero nítidos luceros (como le llamaba ella).

Luego llegaron los años y mi corazón empezaba a experimentar nuevas sensaciones, de improvisto venus me traería algo de romance y lujuria. En la oscuridad seria el satélite fuente de inspiración y marte un carácter indomable con algo de saturación. Mis sueños crecieron tanto como mis huesos delgados pero resistentes, la musa llegó a casa una noche y luego de permitirle la entrada no saldría nunca más.

Mis oídos me llevarían por parajes hermosos y fascinantes letras cautivarían mi inspiración, fueron años de dicha y sin vacilación, he disfrutado los segundos con intensa pasión. El tiempo nunca se detuvo y un día a ella le tocó partir, fue doloroso, no sabía que sentir. El tiempo me ha quitado las cuatro muestras de su existencia, ya no percibiría su aroma, ya no me ha de acariciar, ya no encuentro esa imagen que se asoma ni sus dulces notas resoplar. No puedo explicar de donde vienen las lágrimas pero no son nada común, ahora mi pecho se siente vacío porque no me llevas a donde estás tú.

Un par de décadas más caminé sin parar, mi piel se siente como al principio, mis huesos vuelven a ser frágiles, he perdido de a poco la imagen que me mostraba esos marrones ojos de antaño. Con dificultad oía las notas, y hasta el viento que resopla, volvemos al punto inicial como un niño aprecio mi andar.

Ahora me toca volver de donde he venido, me espera la piel y los astros que me han traído; eso sí, mi marca he de dejar, mis rotos hueso y mis notas en Hive.

No pretendo adelantarme al destino, pero sí atino que algún día estaré de nuevo contigo. Como niño he venido y como viejo me voy, siendo el mismo, siendo uno de principio a fin