Hola mis estimados amigos digitales de la plataforma.

Gracias a la amigo @fjjrg por proponernos terminar esta historia, y de esa manera nos motiva a jugar con la imaginación a partir del inicio de un relato. Tratemos de sacar nuestra vena escritora en este interesante ejercicio.

También quiero invitar a @sarang7 @venecineaudio y @scarletlara247 para que se unan a esta dinámica. Seguramente redactarán una historia con un final inesperado.

Corazón agradecido

Pasaron varios años, Pablo enfermó y dejó de trabajar, su salud se deterioró mucho al punto que tuvieron que trasladarlo a una clínica en la ciudad, una doctora lo estudiaría, y luego de revisarlo, le dijo que necesitaba una operación de corazón abierto para reparar la válvula mitral, o en su lugar un trasplante de corazón, sin embargo el procedimiento era muy costoso y no se tenían los recursos...

Así que el equipo médico tenía dos opciones: la primera sería esperar por un donante de corazón, pero eso podría tardar mucho tiempo en hacerse efectivo, y la salud de Pablo se deterioraba con cada latido.

La segunda opción era operar el corazón e instalar una válvula mecánica, además de practicar una anuloplastia, en la que el cirujano aprieta la válvula dañada suturando un anillo de tejido endurecido en su interior.

Luego de revisar las opciones, se decantaron por la segunda, pero el recinto médico no contaba con los recursos como para proveer una válvula mecánica, así lograr los insumos necesarios sería responsabilidad de los familiares del paciente.

La operación de Pablo

-Doctor, hay un problema -dijo una de las enfermeras al veterano jefe de cardiología- El paciente no tiene familiares. Es un hombre de mediana edad, a quien trajeron desde el pueblo de San José del Río, y no cuenta con apoyo de nadie.

-Pues alguien se tiene que hacer cargo de esta situación -apuntó fríamente el médico, sabiendo que si no aparecen los insumos, tendría que esperar por un trasplante que podría no llegar nunca.
-Quizás la nueva residente nos pueda ayudar, entiendo que está terminando el último año de la carrera y que es el del mismo pueblo.

Obviamente se referían a Rosa María, la abnegada y disciplinada estudiante de Medicina que salió desde San José del Río con el sueño de ser neuróloga pediatra.

Cuando Rosa María entró al cuarto en el que el paciente estaba intubado, la piel se le erizó y sintió un escalofrío en el cuerpo. No conocía personalmente a Pablo, pero había escuchado de su buen corazón -en el sentido figurado de la expresión- y del apoyo que siempre le brindaba a los jóvenes de la comunidad.

Donantes de Sangre

Inmediatamente se comunicó con la iglesia de San José del Río, desde donde los colaboradores movieron cielo y tierra para conseguir los recursos que necesitaba su principal benefactor.

Sin saber lo que había detrás de su beca, Rosa María se hizo cargo de todo lo que necesitaba Pablo, como una manera de retribuir todo el apoyo que la comunidad le había brindado para culminar sus estudios.

Con ese motor encendido, en menos de una semana se pudo hacer la operación quirúrgica al bondadoso hombre, quien sin esperarlo, recibió parte de las buenas acciones que siempre ejecutó.

Corazón agradecido

Hasta ese momento, Rosa María no sabía que el hombre que se recuperaba en la cama de la habitación 185, había contribuido mensualmente con la iglesia del pueblo, con un desprendimiento digno de un ángel, y con una sola condición: que una de las diez estudiantes becadas fuera la hija que abandonó siendo una niña y que no pudo reconocer ante la sociedad: la misma Rosa María.

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