PORQUE DE ESO TRATA EL ARCO IRIS
La tormenta sin llegar a ser diluvio, no daba margen
para dudas: O salvábamos los libros de un inminente
empapamiento, o sosteníamos el techo de zinc para
que no volara. Si nos hubiera dado en esta
circunstancia, abrir un libro y encontrar en una de sus
líneas: “En cuanto el diluvio se hubo calmado, una
liebre se detuvo entre los pipirigallos y las campanillas
movedizas; y elevó sus plegarias al arco iris a través de
la tela de araña” (Rimbaud), ¡qué bello azar hubiera
sido ante los ojos! ¡qué deseos de haber visto el sol
sobre cada gota que nos inundaba!, porque de eso trata
el arco iris.
LA MISMA CANCIÓN
Diez veces colocar la misma canción, no sólo por toda
la historia sentimental que les traía (de hecho el tango
Cambalache era para ellos como una gaita, o un
ballenato con los que nos identificamos tanto); y
aunque le gustara hasta la saciedad a Gilberto, exitoso
propietario de la rama funeraria (la gente muere todos
los días), era la voz potente del pibe que la cantaba, lo
que hacía que los comensales la pidieran
consecutivamente. Gonzalo Pérez un amigo y profesor
de geometría de una universidad, me dijo asombrado:
“Canta como los ángeles”. “Creo que con una pea así
todos tenemos la voz de Dios”, fue lo que se me ocurrió
responderle en ese instante.
UN LIBRO ABIERTO
Jose Francisco Ortiz (ya septuagenario), hojeaba ”
Claros del Bosque” de Martin Heidegger en una
biblioteca de la ciudad. Una chica se le acerca y
curiosamente le pregunta: “¿Y usted todavía lee?”,
“No!, simulaba hacerlo. Yo realmente leía sobre tus
ojos”, “Vaya no sabía que éramos un libro abierto”