TENEMOS ALGO DEL SER KAFKIANO

in hive-183255 •  3 years ago 

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TENEMOS ALGO DEL SER KAFKIANO


Cambiamos sin apenas darnos cuenta. Cuando tenía alrededor de veinte

años, la gente me decía que parecía un viejo. Entendía que esto era por

mi apego al ascetismo y moderación que me daba mi vida religiosa. Cerca

de los treinta, siendo profesor de la Universidad de los Andes, me

encontraban joven y reluciente. Seguro que era por la vida Dionisíaca de

esos momentos. Hace poco me encontré a un colega, que afirmaba verme

igual como hace tiempo, el mismo que, un año atrás, me encontraba ya

anciano. Tenemos algo del ser Kafkiano que nos hace lucir, unas veces

como insectos, otras como águilas.


ÉL ESTUVO ENTRE NOSOTROS


En Trujillo entre las tantas cosas buenas que me acaecieron (aparte de

mirar el paisaje y tratar con sus mujeres), fue el haber conversado en

largas jornadas con Raúl Ignacio Valera, un hombre realmente

impregnado de generosidad, ascetismo y poesía. En el centro de

Carmona, estaba la Bebentina, un espacio que era un notable

templo dela palabra, donde se bebía y leía. Lo que faltaba en el

frontispicio del local, era que dijera: “Que no entre aquí, quien no

se haya echado un palo y leído un poema de Raúl”; porque todo

giraba en torno a su persona y a su obra de una belleza que seducía

como los girasoles de Van Gogh. Fino dibujante, viajero y

renacentista. En la sala de su casa, un gallo de piedra era el heraldo

de la salida del sol. Hombre de buen humor, a pesar de las tragedias

familiares. A pocos días de su muerte, nos reunimos

espontáneamente en la Bebentina, y nuestro diálogo era el silencio,

dejando que nuestras almas libremente deliberaran, para de pronto

escuchar en la voz extasiada del Doctor Francisco Llavaneras, lo que

todos en esta paradoja que es la vida, habíamos intuido: “Él estuvo

entre nosotros como una llama inaudible, ardiendo”.


TIEMPO DE PÁJAROS


Muchos quisieran tener una obra copiosa como la de Guillermo Ferrer.

Que dudemos de su calidad es aceptable, sin embargo siempre

encontraremos en ella páginas de resplandor, el libro preciso que te

gratifique. La crítica literaria diría lo mismo de Edgar Lee Master, cuyo

libro “Antología de Spoon River” fue un claro en el bosque de su legado.

Libro de epitafios que reconstruye una desgarrada y bella historia de

un pueblo norteamericano, del que Manuel Suzzarini definiría como un

clásico testimonial engarzado en poesía y modelo para una cátedra de

historia. Al decir del poeta Martín Áñez, “Tiempo de Pájaros” sería una

referencia obligada de la poesía de Ferrer y en sí, de la literatura regional.

Yo leí este libro y sentí el peso de unas páginas perdurables que me

remitieron al “Altazor” del inmortal Vicente Huidobro. Ambas obras de

profundas resonancias que como campanas nos abren a la luz.

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