Era Otoño, todos mis amigos se iban a ir de viaje a algún lugar exótico y cálido mientras que yo me quedaría en mi dulce hogar; Canadá. Aunque debo admitir que la idea de salir juntos a explorar un nuevo lugar se escuchaba emocionante. Mi espíritu aventurero quiso salir por esta vez pero, en mi cabeza solo rondaban pensamientos sobre mi hermana; había fallecido un año atrás, y aún se sentía como si fuera ayer. Era la luz que me alumbraba el camino bueno y me guiaba, era tan brillante y hermosa que me hacía sentir celos pero siempre quería lo mejor para ella y ella siempre quería lo mejor para mí.
No tenía cabida en mi vida para un dolor más así que me refugié en mi misma, no salía ni a reuniones, vivía sola en la casa que mis padres me dejaron por herencia cuando fallecieron hace muchos años. Casi no recuerdo sus voces, sus risas ya no las escucho en mis recuerdos, solo pienso en lo mucho que me duele recordar los momentos felices con ellos y saber que no volverán a pasar nunca más, no escuchar los consejos de mi madre sobre cocina o amor, no volver a jugar un partido de futbol con mi padre, no volver a verlos jugar entre ellos como dos tortolos enamorados.
Ahora solo era yo contra la sociedad, contra el mundo frio y cruel. Era la típica chica callada, tímida y solitaria del grupo. Mis amigos me apoyaban mucho, hasta donde podían; de resto yo me las tenía que arreglar para no decaer. Todos los días era una batalla contra la tristeza. Batalla que la mayoría del tiempo yo perdía, muchas veces quedaba exhausta de tanto aguantarme la explosión de emociones que llevaba dentro de mí.
Pero mí suerte cambió cuando las vacaciones llegaron, el invierno me trajo un nuevo destino o al menos eso pensé yo por un tiempo.
Mathew Buner, llegó a la ciudad en una lujosa camioneta plateada junto con sus hermanos Matías Buner, Mark Buner y la lindísima Melanie Buner; los cuatrillizos más sexys que vi en mi vida (en realidad son los únicos que he visto en persona) y su hermano mayor Marcus Buner. Dueños del famoso “Hotel Tentación” que quedaba en medio de la ciudad, con la mejor reputación del mundo.
Hablé con ellos por primera vez una semana después que llegaron, en una cafetería mientras esperaba mi desayuno. Marcus fue el primero en acercarse a mí, es un hombre muy atractivo, de unos 35 años pero con un rostro joven.
RECUERDOS DEL MOMENTO:
(Cafetería “Don Breton”)
Marcus: Hola, disculpa señorita. ¿Compra usted muy seguido aquí?- su pregunta me sacó de mis pensamientos.
Jane: Hola, si.- admito que fui un poco descortés, pero debo protegerme de los desconocidos.
Marcus: ¿Las tartas en este lugar son buenas? Es que soy amante de lo dulce. Soy nuevo aquí así que no sé dónde están los lugares con las mejores tartas. - su voz tan gentil me hizo desconcertar un poco de lo que me hablaba.
Jane: Si hay alguien en esta ciudad que sabe hacer postres, ese es Don Breton. Has llegado al lugar correcto.- su sonrisa me paralizó por un momento y sentí que mis mejillas se ruborizaron, así que incliné mi cabeza ligeramente hacia abajo para que mi cabello ocultara mi rostro.
Marcus: Gracias señorita, por cierto, mi nombre es Marcus. Es un placer conocer a otra amante… de los dulces- la pausa que hizo dio paso a un comentario doble sentido y me incomodo más.
Jane: Mi nombre es Jane, un placer igualmente.- mi desayuno ya estaba listo y empaquetado así que lo tomé y me di la vuelta para retirarme del lugar, fue cuando me di cuenta de que los demás hermanos estaban sentados a unos pasos de nosotros.
Marcus: nos vemos luego señorita Jane…
FRAGMENTO DEL DIARIO:
Me adelantaré a la parte donde Marcus me pidió ser su novia, pasamos meses conociéndonos hasta que por fin un día le dije que sí. Pero, semanas después comencé a ver a su hermano Mathew diferente gracias a que se había convertido en mi mejor amigo. Los sentimientos me estaban confundiendo por completo, me sentía completamente fuera de mí. Tenía que hacer algo al respecto con dicho sentimiento así que me aparté de una manera muy brusca de la vida de Mathew.
Quería que las cosas con Marcus funcionaran, pero habían algunas cosas que me estaban comenzando a hartar. Nunca tenía tiempo para hablar conmigo, cuando lo hacía era solo por un rato y la mayor parte de la conversación solo era para tener relaciones (las cuales nunca se dieron). Me sentía vacía, solitaria, Marcus nunca salió a una cita real conmigo, llegué a pensar por su antigua reputación que yo solo era un trofeo más; “Me gané a la tímida de la ciudad”. Sus actos me hacían pensar que yo no le importaba como debería, mi mente no dejaba de maquinar sobre lo que me hacía sentir esa relación falsa.
Marcus y yo rompimos, sin decir una sola palabra, yo le dejé de buscar y el hizo lo mismo, pero ambos sabíamos porque.
Cuando estaba en clases no me podía concentrar, mi universo colapsaba. Pensamientos iban y venían en mi mente y no podía ni escribir mi nombre en los exámenes. Esas veces hicieron que me fuera mal en varias materias de la universidad. No culpé a nadie por ello, me culpé a mí misma por no ser suficiente para alguien; fue un gran error.
Meses después, nada mejoraba, todo iba de mal en peor. No quería ni arreglarme, no quería salir de casa, no quería comer, mis amigos llamaban y no les atendía, no les abría la puerta cuando venían a verme.
Un día, Mathew llamó a mi puerta, me pidió disculpas por si había algo que el hizo que me puso en ese estado. Mi corazón no aguantó oírlo y le abrió, cuando lo vi parado frente a mi puerta yo solo lo abracé fuertemente y lloré, lloré porque sabía que él no hizo nada malo sino yo, lo alejé por mi bien pero no era lo que debía de haber hecho, supongo que mi sexto sentido sabía que algo malo sucedería con su hermano Marcus pero no le hice caso.
Mathew volvió a iluminar mi vida con sus bromas, sus ocurrencias, me hizo salir de mi cueva al mundo exterior. Todo resultó bien, nuestra amistad florecía, nuestro vinculo se hizo más fuerte, y lamentablemente mi amor y atracción por él crecía en silencio.
Un año después, yo estaba disfrutando de mi felicidad, por primera vez en años me sentía libre de dolor. Mathew llegó a mí con flores en mano a pedir que sea su novia, yo acepté de inmediato; es mi mejor amigo y no me hará daño, o al menos eso pensaba. Nuestro amor creció y creció, un dulce amor, tan dulce como el chocolate o la miel.
Paseos por los parques, citas en nuestros lugares favoritos, caminatas largas por las calles, charlas hasta la madrugada, películas en su casa, salidas con nuestros amigos, sentía que él me protegería con todo su amor, pero la vida o el destino me tenían una tragedia más escondida bajo las faldas de una amiga de la universidad.
Descubrí mensajes en el celular de Mathew muy subidos de tono con una de mis compañeras, fotos desnuda, citas en los mismos lugares, mi corazón no aguantó más y se volvió a romper, sentí como se volvió polvo.
Cuando Mathew y yo terminamos me quedé sin el brillo que ya había recuperado, todo se fue con él, toda esperanza de volver a ser feliz, todo anhelo de no sentir de nuevo dolor en el corazón, mi mundo se quebró en pedazos al igual que mi roto corazón que una vez más fue defraudado...
Mi corazón se prendió fuego y se hizo cenizas por tantas perdidas que he tenido daño que he recibido, sin embargo, de las cenizas nació un ave fénix, resucitando poco a poco y tratando de reconstruirse por sí mismo; me di cuenta de que no necesito a nadie para levantarme, yo sola puedo hacerlo, poco a poco recuperándome y sanándome desde el interior hasta el exterior. No importa que tanto tarde.
Los dolores de mi corazón quedarán en el olvido y escritos en las hojas de este viejo diario que pronto serán quemadas.
Saludos amiga @elsimarwrite
Interesante historia sobre aquella joven que aprendió a levantarse sola en cada caída, y que a pesar de no contar con sus seres queridos, debía luchar para salir adelante.
Gracias por su entrada al concurso.
Participante #20
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¡Muchas gracias amigo @adeljose!
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