Mi última morada, un lugar desconocido - Ficción inspirada en el Arte digital de @xpilar

En medio de la oscuridad, el sonido de las olas golpeando contra los restos del barco en el que hace tan solo unas pocas horas estuve, era lo único que rompía el silencio.

El agua fría me recordaba a cada momento que estaba solo, a la deriva en medio del mar. Había sido el único sobreviviente de un naufragio, y ahora luchaba por mantenerme a flote, agarrado de un pedazo de madera, con la esperanza de ser rescatado en algún momento, si, quedaba algo de esperanza en mí.

En este proceso, pasaron horas, quizás días, la verdad, en pleno proceso es fácil perderse en el tiempo y el espacio, y la desesperación ya se había apoderado de mí. Mis fuerzas se estaban acabando, ya no podía mantenerme ni sujeto al pedazo de madera, y, para completar, mis pensamientos se volvían cada vez más oscuros, negativos.

¿Qué había hecho para merecer este destino? ¿Por qué estaba condenado a morir en medio de la nada, sin siquiera tener la oportunidad de despedirme de mis seres queridos? Eran pensamientos que me pasaban por la mente, una y otra vez.

Fue entonces cuando vi las rocas. Al principio, apenas podía distinguirlas a lo lejos, pero a medida que me acercaba, se volvían más visibles. Eran, creo, la punta de una isla emergente, y me dije, "vaya, esto es un golpe de suerte en medio de esta desgracia." Sentí alivio y agradecimiento al verlas, pero también...resignación. Sabía que muy probablemente moriría allí, porque no creía que alguien pasaría a buscarme. Si, seguramente esas rocas de convertirían en mi último destino.

Mientras me acercaba a las rocas, mi mente comenzó a divagar de un lado a otro. Recordé momentos de mi vida, momentos felices y otros no tanto, pero que igual tenían importancia, momentos que ahora parecían tan lejanos y a la vez tan presentes. Recordé a mi familia, a mis amigos, a todas las personas que había querido, parece mentira, pero esto pasa por tu mente cuando sientes que sólo te queden algunos pocos minutos u horas de vida.

Me di cuenta de que, en realidad, y por primera vez en estos días de naufragio, no tenía miedo de morir. Estaba ahí, flotando agarrado a un pedazo de madera, y sin querer, ya había aceptado mi destino, y aunque asumo que sabía que dejar todo atrás era parte de lo que me correspondía, no dejaba de sentir un pesar por esa realidad.

Finalmente, llegué a las rocas. Me aferré a ellas con todas mis fuerzas, sabiendo que serían mi última morada. Miré hacia el horizonte una última vez, sintiendo una extraña paz interior. Sabía que mi tiempo en este mundo estaba llegando a su fin, pero también sabía que había vivido una vida plena y de experiencias inolvidables, mismas que me habían acompañado estas últimas horas de vida.

Y así, con una sonrisa en los labios, me dejé llevar por las olas, listo para emprender mi último viaje hacia lo desconocido...

_{Imagen creada por @xpilar}

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