¡Hola, Steemit!
Agradezco a @franyeligonzalez y a #WorldofXpilar por crear la ocasión de compartir nuestras impresiones sobre el amor propio, piedra angular de la vida.
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Mi madre y yo en la playa de San Luis, Cumaná - Foto propia
Amor propio: La caridad comienza en casa
No es complicado. Es amor.
Mi amor propio y mis nociones sobre él comienzan con mi madre. Les contaré una historia muy corta.
Entré a la escuela siendo muy pequeña (apenas acababa de cumplir cuatro años). Por ser tan inmadura, no entendía mucho del comportamiento de los otros niños; no entendía, por ejemplo, por qué algunos no hacían caso a la maestra --¿gazmoña? No; buenecita. Una tarde, al terminar las clases, le conté a mi mamá sobre un niño que se había robado una caja de colores: La maestra revisó todos los bolsos y la encontró en el de Marco; sabia como muchas maestras de antes, dijo, “Bueno, ya yo sé quien tiene los colores y sé que esa persona (“persona”, no niño) no los tomó con mala intención… Así que salgan todos del salón, que yo voy a devolverlos al bolso de su dueño y aquí no se habla más de este asunto”. Ese mismo día la mamá de Marco entró al salón y lo cayó a bofetadas. Allí todos supimos de qué se trataba --hasta yo, pues. Fue una escena terrible de ver. Cuando le conté a mi mamá, creí que me iba a dar uno de esos regaños inmerecidos: “Cuidadito y a usted se le ocurre hacer eso y bla, bla, bla…” Pero ella solo dijo, “Usted no tiene nada que ver en eso; los demás son los demás y usted es usted”. Mi mamá también era de esas maestras sabias de antes.
Yo sabía que robar estaba mal y que caerse a golpes, también, que la cara se respeta y demás. Y aunque me llegaron a dar mis nalgadas y gustosos correazos más de una vez, eran asuntos del hogar y nadie tenía que ver. Así que bastó para mí. Yo era yo. ¿Obvio? No tanto. Conozco personas adultas que aún no saben bien quiénes son. Si no sabes quién eres, no te puedes amar realmente porque para amar y amarse hay que conocer algo por bueno y asimismo reconocerse como alguien bueno; no puedes amar el chocolate, por ejemplo, si no lo has probado y si no estás seguro de que es bueno para ti. Te puede gustar, pero si es perjudicial, no lo amarás. Y esto aplica igual para las personas, por supuesto. Agradezco a mi madre que me enseñara quién era yo desde muy pequeña porque el camino para construir el auto-respeto y la autoconfianza que nos permiten llegar a la auto-estima es largo, empinado y sinuoso.
Cuando me antojaba de algún juguete que tenía otra niña, allí estaba el mantra: “Usted no tiene que ver con lo que otro tiene o no tiene. Usted es usted y el otro es el otro”. Pero lo cierto es que tuve muchos juguetes. ¿Entienden? No se trata de lo material, sino de la devoción.
La caridad para con uno mismo, lo opuesto a la envidia y al rencor comienza en casa; esto es concreto y también metáfora: el amor propio se construye desde ese nido que es el hogar y se construye en uno mismo desde adentro hacia afuera, hasta que el universo entero se convierte en nuestro nido. En mi nido nació y creció mi único hijo, hoy en otro país, labrándose un futuro. No es fácil, pero él sabe quién es. Es mi hijo y yo le enseñé mucho, pero también él aprende cada día, único y diferente. Él es mi mayor prueba de amor propio.
No es complicado. Es amor. Lo posees y das de éste a los otros y se te devuelve y crece.
Hola amiga, hermosa tu presentación, gracias por participar!! Saludos y espero seguirte viendo. :)
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Gracias, @franyeligonzalez :)
Gracias a ti por esta hermosa serie. ¡Saludos!
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