Agua de cascada ríos del páramo
Texto y fotografía/William Muñoz La Cruz
Luego de largas caminatas por los senderos empinados del páramo merideño, la naturaleza nos invita al descanso e hidratarnos con estas pequeñas cascadas que mitigan la sed a toda hora. Son puras, cristalinas, limpias y heladas. Aguas de altos manantiales alimentados por lluvias y condensaciones increíbles. Corrientes tan cerca del cielo que se tornan benditas cuando nos invade el cansancio. Desde lejos, cuando la soledad de los caminos es lo único visual que enfrentamos y el silencio es invadido por ventiscas eternas, escuchamos un pequeño susurro a lo lejos. Mientras andamos, este murmullo crece hasta convertirse en la cascada que nos recibe y nuevamente nos invita al descanso breve, o a pernoctar hasta el día siguiente para proseguir con nuestro recorrido en los andes merideños.