Atardecer paramero: los fríos y oscuros frailejones
Texto y fotografía: William Muñoz La Cruz
Cuando cae la noche en los paramos merideños, los campistas experimentados utilizan las hojas del Frailejón para palear un poco el inclemente clima que los atormentan. Utilizándolas, la mayoría de las veces sobre el piso para luego conciliar el sueño. A pesar de la prohibición que protege a la planta, este desgarre natural es repuesto sabiamente por la naturaleza vegetal reponiéndola en poco tiempo para estar presente en las altas tierras sobreviviendo ante las calamidades, tanto humanas como del sobrecalentamiento global. Al anochecer y en la soledad, cuando no existe la alteración humana, solo se escucha la brisa que roza sobre las hojas y flores de esta bella planta. Es una caricia que alienta y enamora al Frailejón quien sigue perseverando sobre estas altas montañas suramericanas.