En mí caso sentí que todo era difícil, que todo era nuevo y que habían demasiadas cosas que aprender. Aprender a cargar a la niña, la lactancia exclusiva hasta que cumpliese un año, identificar su llanto para saber si era de dolor o porque tenía hambre. Gracias a Dios mi esposa @marianavila se preparó muy bien al respecto y eso para mí ha sido (y es) algo imprescindible en mi propia formación cómo padre.

Que sea difícil no quiere decir que sea feo o desagradable; de hecho, en mi caso ha sido todo lo contrario. Es una felicidad inmensa empezar a trabajar en mí propia paternidad aprendiendo del mejor Padre del mundo: Dios mismo. No importa el tipo de infancia que hayas tenido, o la familia de la que vengas, a nadie se le entrega un manual para "ser padre", así que tienes que ir una lección a la vez, cada día ejercitándote en la teoría/práctica a veces al mismo tiempo.

Por supuesto que existen momentos de agotamiento, no por el rol de padre cómo tal, sino por el deseo de ser una buena figura paterna que proteja, que promueva y que provea. Yo lo manejo a través de la alegría de verlas crecer dentro de la voluntad de Dios; sanas, felices, fuertes emocionalmente, creciendo para un propósito. De ahí vienen mis fuerzas.

Probablemente el de educarlas para que piensen "fuera de la caja", que puedan desarrollar un pensamiento crítico para que "el sistema" no les absorba ni les construya un "guion de vida". Obviamente, esto conlleva otro desafío: el de enseñarles con el ejemplo más que con las palabras; cuando sean grandes no recordarán tanto lo que yo dije como lo que yo hice.

También, como padre, es un reto muy hermoso criar dos niñas porque piensan diferente, sienten diferente, ven la vida en tonalidades rosa, en un mundo de castillos, héroes, princesas, muñecas y colitas para el cabello. Esto, evidentemente, es un mundo "nuevo" para cualquier hombre, en dónde a veces tienes que dejarte maquillar "de mentira", saber qué tipo de vestido va con cuál tipo de zapatos, aprender a disfrutar las comedias románticas cuando vemos series...y muchas otras cosas totalmente "ajenas" al mundo de los hombres.

Yo crecí, básicamente, con mí mamá, mí abuela y una tía que es cómo otra madre para mi, por lo que la figura paterna como tal vine a descubrirla con Dios cómo mí propio Padre, tal cómo Él mismo me lo hizo saber un día. El ejemplo de mí mamá, el cariño de mí abuela, el cuidado y consejos de mí tía, sin duda fueron formando una personalidad dentro de mi que me capacita para ver con un poco más de naturalidad la crianza de mis dos hijas.

A veces la postura es de "yo soy cómo padre de tal o cual manera porque así crecí, no me dieron cariño, o no me aconsejaron", "no puedo dar lo que no tengo" y nos enfocamos en que "padre" es simplemente llevar comida a la casa y dar el dinero para lo que se necesite. Pero, sea cual sea la crianza que hayas tenido, muy buena o muy mala, a ninguno se nos entrega un manual cuando tenemos hijos, por lo que "ser padre" se aprende todos los días...cómo lo dice aquella bella frase de Antonio Machado "caminante no hay camino, se hace camino al andar".

Yo he aprendido que lo mejor es que te alaben los labios ajenos y no los propios, pero, en mi modesta consideración, creo que soy un buen padre; es decir, uno que cumple con el propósito divino para la paternidad e intenta siempre corregir donde hayan fallas. Seguramente con más errores que aciertos, pero el padre que yo quiero ser es uno que muestre la paternidad que yo he encontrado en Dios.

Quiero mejorar todos los días y así tener más que ofrecerle a mis hijas a medida que crezcan, principalmente la provisión emocional necesaria para su normal desenvolvimiento cuando ya sean adultas. Cada etapa del crecimiento de nuestros hijos tiene un aprendizaje y yo quiero ir caminando y aprendiendo a ese ritmo.

Esta que coloco a continuación es una que me gusta mucho porque, aparte de que estábamos los cuatro juntos, nos divertíamos mucho en la boda de un amigo muy querido. También, siempre me hace recordar lo rápido que crecen los hijos y la necesidad de disfrutar todas esas etapas; desde que están pequeñitas, hasta que son adultas.