Este post es el reflejo de la verdad de alguien que ha sobrevivido al cáncer y a la depresión; y desde ambas perspectivas es fácil y difícil al mismo tiempo, decir, hoy soy blanco quizá, mañana soy negro, tal vez. Sin embargo, procuraré ofrecer lo mejor de mí, con esta publicación, porque soy autor y protagonista de lo que aquí, hoy escribo.

Ciertamente he sido poco y muy optimista, en diferentes circunstancias de mi vida. Sería falso de mi parte decir que siempre he sido optimista y he tenido confianza en mí mismo. Por ejemplo, cuando me dieron el diagnóstico médico y me declararon paciente oncológico, cómo podía ser optimista en ese instante y tener confianza, cuando me dijeron: "Tienes cáncer avanzado, con 80% de metástasis en tu cuerpo y probabilidades de vida de 6 meses".

Igual me sucedió cuando me diagnosticaron Depresión, pero, al mismo tiempo mis ganas de vivir me llenaron y llenan de optimismo, y aunque la había perdido, recuperé la confianza personal. De igual modo, confié en mi familia, amigos y médicos. Con el tiempo, lo que he vivido me ha conllevado a asumir el optimismo y la confianza como dos peldaños de la gran escalera hacia la cima. Soy quien soy y estoy donde estoy, porque he sido optimista y he confiado en Dios Triuno, en quienes me rodean, y en mí.

Siempre pienso mucho en todos los aspectos positivos y negativos, antes de actuar. Si no estoy seguro de mí mismo y voy a hacer, no procedo; de lo contrario, actúo de inmediato, pero eso no es indecisión para mí. Es precaución, prevención. A veces tiendo a ser impulsivo, pero he aprendido a controlarme. Parece mentira, pero, como estrategia de crecimiento personal, la precaución y la impulsividad, aunque son acciones antagónicas, fusionadas me ha(n) funcionado perfectamente. Tal vez, es por el equilibrio que se genera en esa especie de Ying y Yang.

A mi favor tengo la disciplina, ser ordenado y llevar todo bajo una planificación. Todo lo que hago o voy a hacer procuro tenerlo bajo control, sin ser estricto conmigo mismo ni con los demás; y el tiempo para el ocio positivo, no lo planifico, de esa forma todo va sucediendo conforme a lo ya está escrito para mí y los míos por el Máximo Creador; y lo disfruto (disfrutamos) plena y conscientemente.

¡Levante la mano, aquel o aquella que no ha tenido conflictos en su vida! Pienso esto: todos o por lo menos, la mayoría, en algún momento de la vida hemos (me incluyo) pasado por situaciones no deseadas, difíciles, controvertidas. Por tanto, jamás evito los conflictos porque son parte de la dinámica familiar, social, o de cualquier otra índole; los asumo con optimismo y confianza en mí mismo, sin indecisiones. Para mí, los conflictos así como las crisis, son oportunidades para crecer, superarse, y encontrar nuevas oportunidades.

¡Eso sí! Procuro evitar conflictos y librar batallas ajenas. Los hechos me han enseñado a vivir con tranquilidad, a pesar de mi cuadro de depresión. No soy persona de ponerme la soga al cuello, al contrario, la retiro. Mis médicos tratantes dicen que actúo con determinación y bajo control. ¡Para mí es un logro, porque en medio de mis limitaciones reacciono positivamente!

Se me ha dado una oportunidad más para seguir viviendo en este plano terrestre, después de afrontar el cáncer, y aún sigo mi lucha con la depresión. No niego, a veces sentir que el mundo pesa mucho sobre mi espalda, pero otras veces, soy absolutamente capaz de sobrellevar a cuestas el mundo de otras personas y el mío. Me gusta ser quien soy, estar donde estoy y con quien estoy, y eso me genera expectativas a diario, mientras pienso en seguir creciendo día a día como humano, persona y ciudadano.

Estoy convencido que tengo mucho por dar a mi familia, amigos, compañeros de estudios, de trabajo, entre otros... y la mejor forma de hacerlo es con amplias expectativas, de forma positiva, con la mejor disposición y con empeño en el logro de mis propósitos de vida.

¡Sí! Definitivamente para mí es fácil crear vínculos de confianza con otras personas. Mi familia y amigo me dicen: "Jesús, tú pareces psicólogo", y que cuando están cerca de mí sienten la necesidad de conversar "cosas" no compartidas con otras personas. Eso para mí es agradable, pero también un compromiso grande, porque no puedo traicionar la confianza depositada en mí. Así mismo confío en seres queridos, muy cercanos, y lo hago sin prejuicios ni tabúes.

Lo cumbre es que con un cuadro de depresión, aún así otras personas sienten confianza en mí para hablarme de sus "cosas", les escuche, y eso me hace sentir bien, en proceso de sanación. Imagino, es una muestra de mi fortaleza y mi empatía con la vida y las personas a mi alrededor. Eso me hace feliz, aunque de vez en cuando me invadan sensaciones tristes. Soy resiliente y las supero. Sigo adelante... ¡Y aquí estoy, más vivo y fuerte que antes... que nunca!

Quizá no me crean si les digo que soy extremadamente tímido; si lo soy, pero hasta eso he aprendido a sobrellevarlo de buena manera.

¡Uff! ¡Claro, sí! Cuando me dijeron: ¡Tienes cáncer! ... me cambió la vida. Fui objeto de un incendio, donde traté de salvar a una persona que finalmente murió quemada y asfixiada. Eso me destruyó totalmente a nivel espiritual, emocionalmente, y quise morir con ese ser que se fue antes de tiempo y de manera trágica; así desarrollé un cuadro de depresión. Pero, yo no lo decidí. Simplemente me tocó vivirlo.