Todos los días, incluso desde el extranjero, tengo ganas de volver a mi país.

in hive-188619 •  14 days ago 

Cómo están todos, espero que estéis todos bien. Vine a compartir algunas cosas sobre mi estadía con ustedes.

Vivir en el extranjero es una extraña contradicción. Por un lado, el sueño de venir y construir una vida en el extranjero con la esperanza de una vida mejor, por otro, un fuerte impulso hacia el país. Quienes viven en el extranjero conocen la profundidad de este sentimiento. Cada día en el trabajo desearía poder tocar la tierra del campo, si pudiera tomar una taza de té con mi familia, si pudiera caminar por ese camino favorito de mi infancia. Pero esos deseos ceden ante las duras responsabilidades de la realidad.

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La vida de expatriado no es fácil. Aquí tienes que mantenerte alejado de tu propio idioma, cultura, comida y gente. A veces nos cuesta entender el idioma, adaptarnos al nuevo entorno y alejarnos de nuestras raíces. Pero el peso de la responsabilidad nos ata. Enviar dinero a familiares, construir su futuro y hacer realidad nuestros sueños: estas responsabilidades nos dan la fuerza para sobrevivir cada día.

No importa lo dura que sea la vida de expatriado, algunas experiencias nos enseñan algo nuevo. Mientras trabajaba con gente extranjera, aprendí el valor del tiempo y la dedicación a su trabajo. Familiarizarse con nuevas culturas abre la mente y cambia la perspectiva. Sin embargo, a pesar de ello, el sentimiento hacia el país nunca cambia. El olor de la tierra del campo, la mano de la madre cocinando, las conversaciones del vecindario: la mente está ansiosa por estas cosas.

A veces tengo ganas de dejarlo todo y volver a mi país. Pero cuando recuerdo el sueño de la familia, me parece que esta dificultad puede ser una bendición para ellos. Para lograr un futuro mejor para los niños, para poner una sonrisa en los rostros de los padres, tal vez este sacrificio sea el más necesario de nosotros. La responsabilidad a veces parece ser una cadena, a veces parece que esta responsabilidad es el mayor logro de nuestra vida.

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Vivir en el extranjero significa desafiarte constantemente. Soledad, nostalgia y cansancio: aquel que puede defenderse frente a todo es el verdadero ganador de la vida. Pero recuerde los recuerdos del país incluso en el ajetreo de la vida. Quizás algún día termine todos mis deberes y regrese a mi país y vuelva a mi antigua vida. Esperando ese día, caminad cada día con el peso de la responsabilidad.

En definitiva, la vida de expatriado nos enseña el valor del sacrificio y la paciencia. Entendemos que para alcanzar los grandes sueños de la vida hay que dejar de lado los pequeños sueños por un tiempo. Pero en un rincón del corazón permanece para siempre el amor por la patria. Todos los días, incluso desde el extranjero, tengo ganas de volver a mi país. Pero me ata el peso de la responsabilidad, porque esta responsabilidad es la luz de la esperanza para mis seres queridos.

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Hola saludos, tiene mucha razón aveces nuestros pensamientos se juntan con nuestras sentimientos y dan es ganas de volver a nuestra tierra donde pienso que éramos más felices a pesar de las dificultades que habían en su momento.