Cuando mencionaron lo del pago de "hogares de la patria·. Ella me dijo: "Eso no alcanza para nada. ¿Sabes, mija?, yo era maestra", y el sueldo no me alcanzaba, así que un buen día, cuando iba a dar clase, decidí llevarme, en el coche de mi hijo más pequeño, tres kilos de yuca peladas, 6 plátanos y unas manitos de gigantes. Cuando salí de la casa, sentí el deseo de dejar el coche en el porche, pero luego me dije: "Pena son dos letras y más ná". Al llegar con mi coche cargado de verdura, que iba cubierto con una sabanita, una bedel me preguntó, con tono irónico": "¿Mujer, y tú cuándo pariste, que yo nunca te vi preñá". Yo, con el mismo tono irónico le contesté: "No parí, me hicieron cesárea y me sacaron esto: yuca, plátano y gigante. ¿No quieres comprar nada?". Ella me dijo: "Háblame de precio", le di los precios y con ella "hice el nombre de Dios", le vendí 1 kilo de yuca pelada y un plátano. Les cuento que al rato, toda la escuela sabía que estaba vendiendo verdura y me fueron a preguntar qué me quedaba por allí. Vendí todo mi cargamento y llegué feliz a la casa.

El otro día me levanté a las cinco de la mañana, arreglé a los muchachos para que se fueran al colegio; yo tengo tres carajitos, y le dije al marido mío: "Voy a invertir lo que me gané ayer". Él me dijo: "No te atores, guarda algo de plata", pero yo le dije: "Si no lo vendo, eso es comida, y nos las comemos".

Este segundo día fue mejor. El portero me dijo en tono jocoso: "Anoche el niño comió bien, porque se ve el coche más abultado, jajaja". ¿Qué trajiste hoy?, preguntó. Y luego me compró una "manito de gigante".

Al final del mes cuando me pagaron la quincena y la comparé con lo que había ganado en ese mismo tiempo vendiendo verdura, decidí renunciar a mi trabajo como docente y dedicarme a esto. Antes yo andaba arregladita, y ahora me ves que parezco una "desgraciada", pero en la casa no falta la "comiíta".

Ahora mis colegas me escriben por whatssap para encargarme lo que necesitan y mis hijos les llevan los encargos. Yo monté mi "tarantín" frente a la casa, y ahora hasta "punto y biopago tengo".

Mija, yo no creo que este país se vaya a recuperar rápido de esta crisis; yo tengo a los muchachitos estudiando, pero ellos me dicen que me quieren acompañar para el mercado a comprar y quedarse conmigo en la casa vendiendo, porque acá los profesionales pasan mucha necesidad".

Cuando los oigo hablar de esa manera, siento gran incomodidad, pues no tengo argumentos para refutarle nada, entonces me lleno de valor, les digo en tono fuerte: "No, señor, yo ahorita estoy vendiendo verdura, pero cuando esto se acomode, voy de nuevo a mi trabajo, a dar clase, que es lo que me gusta; esto es circunstancial". Al final de mi discurso, no puedo evitar que se me quiebre la voz. Pero, algo les debo decir, mija, aunque ni yo misma me crea lo que digo.

En medio de la conversación, el colector grita: "¿Alguien se queda frente a la escuela?"

Ella no respondió. Pero el autobús se paró. Ella tenía aún los ojos "aguados". Se despidió de mí. Y allí estaba su esposo y uno de los muchachitos para ayudarla con el saco.

Me quedé mirando por la ventana, conmovida, pero pensando en la historia de esta profesional, en el rumbo que ha tomado mi país, en mi vida como docente y en el futuro de los niños.

Tengo como recompensa un sol que es símbolo de vida y de esperanzas.

_{La ventana para seguir soñando}

Invito a mis amigos @elprofe62, @genomil y @zormar21. Aquí la información