cotinacraft // Desde lo profundo. #Historia

Aquella vez cuando estuve viva era sencillo regalar un abrazo y una sonrisa, ahora quisiera poder abrazar a mi hijo, pero ya no puedo.

Al contar rápido una historia se pierden los matices, pero hay historias que merecen contarse rápido, porque duelen al leer.

María no podía tener hijos, su vida de casada estuvo llena de golpes y gritos, pero su sueño de ser mamá la hizo soportar, permanecer, sostenerse. Aquel día, cuando supo que en nueve meses nacería Santiago, fue uno de los más felices de su vida. Si, el nombre ya estaba pensado y escogido, era un bebé deseado.

Soportar el maltrato, en ocasiones pasa por tolerar lo intolerable y ser sumiso, aún cuando no debes. Pero el amor y deseo por aquel bebé era más fuerte que los golpes, gritaba más alto que su marido. A veces la obsesión puede cegar los ojos físicos y dejarte ver por los ojos de las emociones, los ojos del alma.

Pablo siempre fue violento decía María y yo lo acepté así, además yo también grito mucho... De esa forma callaba su conciencia y la voz de los pocos amigos que aún toleraban verla moreteada y defender a su agresor.

Aquella noche fue hermosa, Pablo compró flores, hizo la cena e invito a los mas allegados para un cena especial, su hijo nacería en pocas semanas y el estaba emocionado. Bebieron y brindaron aquel día y la media noche los encontró rodeados de alegría y carcajadas.

Pero la madrugada sacó lo peor de él. María siempre trataba de evitar que se emborrachara pero casi nunca lograba, más que gritos y golpes. Sus amigos trataron de persuadirlo pero los echo de casa.

María se escondió en el baño de abajo mientras él, ahogado por el licor, gritaba incoherencias buscándola. La habitación fue testigo del silencio y cómplice de la locura, María salió en puntillas de pie para evitar despertarlo y fue hasta el dormitorio que sería de su hijo. El entro cerca de las 4 de la mañana iracundo, ciego, sin conciencia y la acuso de ramera, dijo que lo estaba engañando con otro hombre en ese cuarto. La borrachera no le hacia ver que ese mismo cuarto fue decorado por él.

En el hospital la recibieron sin signos vitales, golpe tras golpe, él destrozó su cara y mandíbula. Por la mañana dicen que ella despertó, pero al escuchar a los médicos ella dice que volvió a morir y nunca mas volvio a respirar igual. ¡El niño murió! Y María con él.

Poco a poco salió del hospital y dejó atrás su matrimonio, Pablo suplico su perdón, pero ella lo envió a la cárcel. Sin embargo María estaba muerta por dentro, nada podía animar su corazón.

En el funeral nadie pensó que ella diría algo, pues siempre estuvo llorando y gimiendo de dolor, pero con mucha valentía María habló aquella noche.

Dijo: Existen muchas formas de matar, muchas formas de hacer daño, pero encontré que las más Crueles son aquellas que nos dejan respirar aún cuando ya no podemos hacerlo. Aquella vez cuando estuve viva era sencillo regalar un abrazo y una sonrisa, ahora quisiera poder abrazar a mi hijo, pero ya no puedo.

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