Cap 1 del Susurro de los fantasmas

in hive-190211 •  last year 

"Verloren"

Domenika.

El pueblo que esta sumido en la oscuridad.

No tengas miedo si te intenta atrapar. Pero temele al no poder escapar.

Las calles están en plena soledad, camina rápido, pero no te dejes asustar.

Porque la luna te protege con su luz blanquecina.

Serás bendecido, no como la mayoría.

Verloren, tierra misteriosa, capaz de desaparecer hasta el alma mas pura.

Si eres un alma de ternura, huye o entra en la locura.

Terminé de leer ese extraño poema de ese pueblo, no me daba buena espina. Cerré el libro y ojeé su portada de cuero negro y letras plateadas. Todos los libros que trataban de ese lugar eran de portadas negras y letras plateadas, muy raras.

—¿Viste que si es interesante?— inquirió mi padre, Norman Lecter, un investigador paranormal que ha viajado por todo el mundo cazando entes.

—No es interesante, me da una vibra extraña— articulé mirando por la ventana del auto, íbamos en una carretera llena de árboles muy altos y el clima era helado.

Ya no queria seguir asi, no teniamos un hogar fijo, he pasado ya mucho tiempo viajando y no veia nada como un hogar. El trabajo de papá nos hacía movernos cada año, entonces no hacia amigos porque después perderíamos el contacto y no los vería nunca más.

— No te angusties, mi niña, te prometo que este será el último viaje — respondió acelerando el auto, pues la noche pronto caería.

—Asi dijiste la última vez y mira, ahora viajamos a un pueblo en donde el diablo dejó las pantaletas — refuté cruzandome de brazos como una niña pequeña.

Y es que llevábamos horas viajando, este encierro me volvería loca, de eso no tenia duda.

— Te juro que este será el último, Nika, promesa de meñique — levantó el meñique en mi dirección, sus ojos castaños mirando de ratitos porque tenia que ver la carretera.

Sonreí de lado, no caeria en su juego.

— ¿Sabes que si no cumples tu promesa tendrás que cortarte el meñique?

Su sonrisa se borro y antes de que bajara su dedo lo entrelacé con el mío.

—Pinki promise— dije las palabras de esa promesa y mi padre quitó el dedo del mío.

—No juegas limpio, Domenika — regañó con una sonrisa estampada— te pareces mucho a tu madre en eso.

Sonreí con nostalgia, la mención de mi madre siempre me provocaba tristeza, no la conocí, ya que al nacer yo, ella murió, le dio preeclampsia, y no lo resistió. A veces me culpo de que no este, siento que soy la culpable.

Siempre fuimos papá y yo contra el mundo, el me ha dado todo, amor, cariño, una lealtad indispensable. Sin duda mi padre era el mejor del mundo. Pero todo niño necesita la figura materna, me hizo falta en muchas cosas pero papá hizo lo posible para que ese espacio vacío que quedaba se llenara con su apoyo. Y si, con mi papá lo tenia todo.

— Ya llegamos — canturreó mi padre bajando del auto.

Yo resoplé, siguiéndolo pero a pasos pesados. La casa en donde nos ibamos a quedar era de dos pisos, blanca, con el techo negro, sus ventanas estaban enmarcadas, no se veia mal.

Le faltaba color, pero bueno, no se puede tener todo en esta vida.

Cogí mis maletas y entre como si ya lo conociera todo. Subí las escaleras hasta llegar a la segunda puerta, era color caoba.

La abrí y un escalofrío me recorrió, todo estaba tan descolorido.

—Vas a tener que decorar mucho — dijo mi padre a mi espalda. Lo miré por encima de mi hombro.

—Voy a necesitar un circo completo para darle vida a esto— mascullé entrando y cerrando la puerta a mi espalda.

La cama tenía un colchón individual, esta era de madera oscura, las paredes color crema con detalles blancos me hacian querer entrar en depresión.

Habia una ventana con una alféizar lo suficientemente grande para sentarse. Un armario mediano. Eso era todo, esta triste habitación seria mi cueva en los trescientos sesenta y cuatro días que estaría aquí. Porque no le creia a mi papá, sobre que nos quedaríamos aqui para siempre, no, ya me vería viajando de nuevo.

Ay Norman, vas terminar cortando tu meñique.

Es broma, no dejaria que le pasara nada.

Arreglé lo que pude de mis cosas ya que el cansancio hizo estragos en mi, me quedé dormida sobre las sábanas.

Estaba soñando sobre una gran biblioteca y podía elegir un libro para que me lo regalaran, pero desperté a mitad de la noche.

Ni idea de por qué, no habia oido nada. La luz de la luna iluminaba mi cuarto, ya que se reflejaba por la ventana.

Me asomé y al lado habia otra casa parecida a esta pero más deteriorada. No tenia ni una luz encendida, a lo mejor estaban durmiendo. La luz de la luna se fue gracias a una nube. Entrecerré los ojos para ver hacia la ventana que tenia al frente, una silueta estaba parada allí, no se veia si era mujer o hombre, pero era alguien.

—¡Que carajo!— exclamé cuando esta silueta se acercó a la ventana, no pude ver su cara pero si su grande sonrisa, era una sonrisa que llegaba de oreja a oreja literalmente y los puntiagudos dientes se veían afilados.

Del miedo no me pude mover ¿Que era eso? Humano no era, los humanos no sonreímos de esa manera. Sentía que me miraba fijamente, se movió mas, pegando su rostro al cristal de la ventana y vi sus grandes ojos, eran totalmente blancas.

Ahogué un grito cuando esa cosa comenzó a golpear el cristal con su cabeza. Me fui directo a la cama y me arropé completamente, estaba oscuro, mi corazón se aceleraba cada vez.

Aun oia el sonido del cristal rompiendose. Asome un ojo fuera de mi sabana y la luz de la luna estaba volviendo a aparecer, pero mientras eso pasaba el cristal se rompió por completo, pero no oí mas nada gracias a que mi habitación se iluminaba de nuevo gracias a la luna.

¿Que había sido eso? ¿Un sueño o una pesadilla? No lo sabia pero lo que quedaba de la noche no dormí nada. En la mañana del siguiente día estaba que me dormía arriba del tazón del cereal que estaba desayunando.

Mi padre me vió cabecear varias veces e hizo una mueca.

—No dormiste nada ¿Eh?— indagó tomando su taza de café para llevarla a su boca.

—No, fue una noche larga— comente revolviendo los aritos de colores que flotaban en la leche— Papá, no dormí porque vi una persona en la casa de al lado, bueno, no era una persona...

Mi padre me miró extraño, pero me entendía, porque en esas cosas se dedicaba.

—Que raro, la casa de al lado esta abandonada — carraspeó — A lo mejor y lo que viste fue un ente. No te asomas mas a esa ventana por las noches.

Le hice caso y puse unas cortinas muy gruesas, para que nada se viera no de adentro para afuera y viceversa. Entonces vi la ventana de al frente y estaba intacta, no comprendía si yo oí como el cristal se volvía pedazos. Sacudí la cabeza, no le dí importancia.

Preferí centrarme en ir a comprar el uniforme del nuevo colegio, por fin, era mi último año en la preparatoria.

Mi padre iba a llevarme a la tienda, y asi fue, en unos minutos ya estábamos recorriendo las calles mas o menos transitadas de Verloren. La gente se le quedaba mirando al carro de papá, me imaginé que mucha gente no venia a este lugar.

Nos bajamos dos calles después en una boutique de color azul desgastado.

—Este pueblo es espeluznante — opiné abriendo la puerta de la tienda, y es que aqui ni el sol salia, el clima era frío y misterioso.

—Y por eso me dieron trabajo aquí, Nika, este pueblo guarda muchas cosas — secundó moviéndose como un fantasma. Ja.

La dependiente de la tienda apenas nos vio hizo una mueca. Era una señora de ojos miel, morena, cabello oscuro, y del mismo tamaño que yo.

—¿En que puedo ayudarlos?— preguntó levantándose con pereza, nos ojeó bien, abrió los ojos como platos y su actitud cambió — ¿Ustedes son los nuevos residentes? ¡Que genial!

Ahora estaba super alegre. Sentí como mi papá aguantaba las risas, porque hace tiempo le hablé que algunas personas eran bien hipócritas, y esta era una de ellas ¿Como me di cuenta? Su lenguaje corporal lo decía todo, desde su sonrisa mas plástica que la misma Barbie. Hacia cambio de peso en sus pies cada diez segundos, y uno de sus dedos se enrollaba en su cabello. Mientras que sus ojos estaban fijos en mi padre y este último solo me miraba a mi, esperando el resultado de mi análisis.

Y el resultado era, interesada, caza fortunas, trepadora, o como le quieran decir a las mujeres que solo buscaban dinero. Pero no entendía ¿Que dinero? Mi padre solo manejaba el dinero que ganaba y este no era mucho para darnos tantos lujos.

La futura millonaria era yo, y mas adelante sabremos el por qué.

Me pasé el dedo por la nariz, luego a la ceja y terminé por pasarme un mechón de cabello trás la oreja.

Mi padre captó la seña.

—Necesito un uniforme para mi hija— pidió papá, poniendo un tono serio. Se que me dirán loca pero hemos tenido tantas personas interesadas y es porque se enteran de nuestro secreto.

Habia unas mujeres que si se fijaban en la belleza de papá, claro, mi progenitor era un hombre atractivo, alto, de ojos café, sonrisa encantadora y cabello oscuro, siempre peinado, siempre impecable. Lo malo es que esas mujeres huian despavoridas al saber a que se dedicaba.

—¡Oh! Si, tengo de esos— dijo la mujer— Ven acompañe.

Lo último me lo dijo a mi, la seguí guardando distancia, me llevó al área de uniformes, habia un montón y para encontrar mi talla era todo un reto.

Me quedé viendo blusa por blusa, que por cierto, era de un gris concreto y tenia que llevar falda, genial. Odiaba usar cualquier vestido.

Encontré la talla de mi blusa luego de unos cinco minutos, la falda fue mas fácil porque estaba de segunda, unas medias negras y de último unos zapatos escolares.

Giré con una sonrisa de alivio, al fin me iría de esa pequeña tienda. Pero mi sonrisa se borró al ver a la mujer muy cerca de papá.

Fruncí el ceño, puse la ropa en uno de los mostradores y fui a separarlos. Pero mi acción no llegó a hacerse porque choque de frente con otra persona, iba a caer al suelo pero me tomaron por la cintura impidiendo el desastre.

Eleve mi mirada y mis ojos se conectaron con unos colores miel, y llenos de pestañas.

—¿Estas bien?— preguntó el chico que me atajó, yo estaba muda, el chico era moreno, cabello marrón oscuro y una sonrisa que te mueres.

Pero tenia un parecido con la mujer que le coqueteaba a mi papá, entonces reaccioné, lo empujé lejos de mi.

Era su hijo, no habia duda.

— Eh..si estoy genial — fingí estarlo pero no, no estaba bien. Este pueblo no me hacia sentir bien.

El chico se humectó los labios, si que era alto, recogí las cosas que iba a comprar y rápidamente me puse el medio de la mujer y mi papá, dejando al chico ahí.

—¿Cuanto por esto?— hice mi sonrisa mas inocente, la mujer enarcó una ceja mirandome mal.

¿¡Que se creia esta pu...?!

¡Las malas palabras no! Mi conciencia era peor que yo.

Pagamos lo de las cosas y rápidamente volvimos a la casa explotando en carcajadas, a veces era muy divertido pasabamos por estas cosas, las personas creían que eramos ingenuos, pero no, desde lejos ya sabiamos sus intenciones.

Llegamos a la casa y trabajamos en equipo para hacer el almuerzo, comimos a gusto charlando hasta que tuve que tocar el tema que más le gustaba a papá.

—¿Trabajarás con la policía hoy?— pregunté recogiendo los platos para llevarlos al fregadero.

Papá levantó su mirada y ese típico brillo apareció en sus ojos oscuros.

— ¡Si! Han desaparecido dos personas y trataron de encontrarlas, pero al parecer hay algo mucho mas oscuro en todo esto y por eso me llamaron a mi— contó muy emocionado, papá siempre ha trabajado con investigadores profesionales, fuerzas especiales y hasta con militares.

Y es que hay unos casos tan macabros, que buscan a personas como papá para que ayuden a resolverlo. También hay personas que no creen en eso pero cuando ven a Norman trabajar ven lo real que puede llegar a ser todo eso sobre el otro mundo.

Mi padre no tiene un don o algo parecido, él solo usa máquinas y hay veces en las que toca hacer exorcismo, una vez estuve en uno, es tan horrible que me prometí no volver a entrar en otro de nuevo.

—Sabes que debes de cuidarte mucho ¿Cierto?— le recordé dandole un beso en la mejilla— te voy a estar esperando aqui en casa.

El asintió abrazandome como a una niña pequeña.

—Ya sabes, no le abras la puerta a nadie, cualquier cosa me llamas— dijo guardando sus cosas en su mochila, vi que agarró el rosario y se lo puso en el cuello, cuando hacia eso era porque la cosa era seria.

Se fué en su auto dejandome sola en esta casa grande. Hice todo lo posible por mantenerme ocupada, terminé de desempacar, acomodé mi ropa en el armario.

Siempre manten tu mente ocupada, me decia, en lugares desconocidos era mejor distraerse con cualquier cosa, asi no tendran la oportunidad de entrar en tu cabeza.

Horneaba unos pastelillos cuando la luz de la cocina parpadeó hasta apagarse. Maldecí por lo bajo, subí las escaleras para buscar un foco que sirviera en el cuarto de papá, encontré uno en los cajones que tenia al lado de su cama.

Al girarme para salir me quedé estática al ver la sombra de alguien pasar al comienzo del pasillo. A mi mente llego la idea de que era un ladrón. Tomé lo primero que vi, que fue un palo de metal que estaba a un lado de la puerta.

Caminé lentamente, hasta llegar a las escaleras, miré abajo y no habia nadie, de seguro estaba todavía aqui arriba.

Respiré profundo cogiendo el palo como un bate de béisbol, seguí derecho y la única habitación que estaba al final era el baño.

Tragué saliva, por mucho que mi padre trabajara con fastasmas y todo lo relacionado, jamás me acostumbraria, siempre tenia miedo.

Abrí la puerta de un golpe y mi estómago se revolvió al ver que detras de la cortina de la ducha habia una sombra negra, no se movia.

Los labios me temblaban, pero me arme de valor. Y con el palo golpeé la cortina hasta abrirla.

¡Madre mia!

Holaaa espero que lo hayan disfrutado, se vienen más cositas, sigueme para no perderte el siguiente capítulo de esta historia.

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