Éste año me propuse escribir una novela. A grandes rasgos ya lo he planeado. Ahora, como lo enseña la ingeniería inversa, vamos a aplicarla para dicho objetivo, luego entonces; toca organizar la meta del mes de febrero. Para tal propósito, nos toca gestionarlo que llamaremos voz narrativa. La dinámica será, más que profundizar en aspectos teóricos de la creación literaria, el de entender las posibilidades que tiene uno como narrador.
Para ello, nos dedicaremos en el mes de febrero, a leer algunos libros, de hecho, serán varios. El primero de ellos es el de Vogler (2002). Es un libro crucial porque nos va a permitir delimitar un perfil narrativo y construir un esquema que soportará nuestra historia ficcional. Además, nos permitirá identificar y/o diseñar todos los componentes de la historia.
Pensemos en protagonistas, antagónicos, escenarios, dinámica temporal, leitmotiv; entre otras cosas. Debo confesarles, como se observa en la propia imagen que al serme difícil encontrar el citado libro en formato físico, lo adquirí de manera digital. Lo digo porque mi preferencia apela a lo primero. Me permite, entre otras cosas, rayar, tomar notas, hacer apuntes en las páginas pertinentes; y seguir ampliando mi biblioteca personal.
Lo sé, esto último responde a una cuestión, tal vez, de vanidad intelectual. En fin. Esa será mi lectura de la semana. Espero lograrlo en ese espacio temporal, puesto que tengo una lista amplia de lecturas similares a éste, en el sentido de que me vayan a permitir ir construyendo lo que será mi voz narrativa. Así que las tardes serán de introspección lectora.
Lo que pretendo con la lectura de Vogler (2002) es tener la capacidad creativa y literaria de delimitar cómo será mi historia. El arte de lo que será mi capacidad de contar una historia responderá a lo que son los arquetipos de la misma. Como señalé con anterioridad, estos a lo largo de la historia vienen apareciendo sin interrupciones.
Otro asunto que debo ser capaz de trabajar es el de delimitar y apropiar consideraciones culturales que me permitan canalizar esos rasgos en un plano universal. De esa manera es como vamos a poder arropar el hipotético lector a un estado de goce evitando barreras culturales, precisamente. Así que, los primeros bocetos literarios deben delimitar lo que serán el uso de determinados arquetipos.
Va a ser la primera medida de lo que será el entorno del leitmotiv de nuestra historia. Una primera mirada ficcional de lo que pretendo sea una novela. Aun no se desarrolla en ese punto, la idea central de la historia. Estaremos en la labor, en esa primera lectura, de construir nuestros moldes cognitivos y creativos de la participación de los componentes claves de la novela.
Hablamos de ello en la forma y el fondo mismo del quehacer novelístico. Una ventaja, además de que nos permitirá ir delimitando nuestra ruta, será el de evitar caer, por ejemplo, en clichés narrativos. Esa es una parte, que, no sé aún porqué, me preocupa en mi labor como escritor. Tal vez sea un aspecto en el cuál no debería preocuparme puesto que hay otras labores primordiales.
Por ejemplo, el ir entendiendo el cómo voy a contar una historia. Ese es el verdadero propósito a satisfacer en lo que es el mes de febrero. Poco a poco les iré contando lo que haré cada mes y en sus semanas correspondientes. En la siguiente entrega les menciono qué me dejó la lectura de Vogler (2002) y, sobre todo, si lo terminé de leer.
Referencia
Vogler, C. (2002). El viaje del escritor: El cine, el guión y las estructuras míticas para escritores. Ma Non Troppo.