Hace 5 años todo cambió y la vida nos dio un giro hacia el dolor, mi hijo enfermó, la compañía comenzó a alejarse, cada vez estábamos más solos, evidentemente era más difícil estar conmigo afrontando un desafío semejante, no todos se fueron, los de verdad (muy pocos) quedaron…lo duro era que en un inicio me mostraba renuente a soltarlos, me dolía tremendamente el abandono…llegué inclusive a llenarme de resentimiento.
La misma dinámica de lo vivido en estos años, me ha mostrado con pruebas suficientes que las personas van y vienen, que algunas pueden ser una bendición y otras una lección de vida y en ambos casos debes agradecer lo compartido, lo vivido y dejarlos, soltarlos si quieren marcharse, entre otras cosas porque también aprendí que dejaran un espacio que será ocupado por seres maravillosos que ni imaginas…al soltar te liberas, sanas y llega lo que de verdad te corresponde.
Soltar con un gracias en los labios, con bellos recuerdos en el corazón, apartando el momento doloroso y dejarlo atrás sino no serás libre, soltar con agradecimiento por la bendición que fue o es o por la lección que te dio y debías aprender para andar con mayor conocimiento. Se quedó la verdad a mi lado, se fue lo que en realidad solo pasaba fugazmente para aprender…me tomó tiempo soltar…desde el alma…pero que gratificante es, que liberador dejar fluir lo que tenga que hacerlo.