La pregunta nació aquel día tras mi suspicacia,
Tu respuesta evolucionó en puro nerviosismo,
Yo pregunté si en la vida tu durarías,
Pregunté que tantos paseos aún nos restarían.
Confesaste sorprendido no ser de las respuestas el dueño,
Confesaste que sólo eres el propietario de un solo tiempo,
Ese tiempo al que usualmente llaman el presente,
Confesaste que no podías estar seguro de mañana estar o no ausente.
Extendí mis manos tras tu solicitud inesperada,
Siendo una caracola quien ocupaba mi palma,
Me explicaste que ella era como tu y con la marea viajaba,
que solo sabía donde estaba en el momento que la agarraban.
Aunque el mar te lleve en sus olas continuas,
Aunque las mareas te arrastren hasta a donde no querías,
Aunque solo sepas donde estas ahora,
Aún así, sigues siendo una caracola.
Fue obvio entonces que aquella tarde tu compañía era realidad,
La realidad más tangible que podía esperar de un mañana,
Haciendo de esta realidad un motivo para disfrutarte con calma,
Una calma que hoy siembra mi momentanea felicidad de manera extraña.
En ocasiones, la niñez nos da una añorada parte de inocencia, nos obliga a ser sinceros y preguntar a nuestros padres las dudas que de la vida nacen...
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Nota:
Todos los separadores y la firma son de mi propiedad, realizados con ibispaint.
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