Cuando era una niña, esperaba con ansias y emoción la llegada del mes de diciembre.

Cuando esto sucedía, normalmente mi madre hacía una limpieza profunda en el hogar. Se botaban las cosas dañadas o que eran poco usadas y me pedía que hiciera lo mismo en mi habitación en cuanto a la limpieza y botar las cosas necesarias. Si había algo en buen estado pero con poco o ningún uso, era regalado.

Luego seguía sacar y organizar los adornos a usar para decorar la casa. No teníamos árbol de Navidad. Aun así, las puertas eran adornadas. Se colocaban cortinas con diseños navideños. Hasta el baño se vestía de Navidad, a veces.

Me gustaba que en la calle por dónde vive mi abuela, pintaban la calle con diseños navideños. Los cables de los postes también eran adornados. Sin duda lucía todo muy festivo y navideño.

Luego llegaba la parte que más le gustaba a mi yo del pasado, la compra de los estrenos. Salía con mi madre y hermano a realizar las compras para los tres.

En cuanto a la cena de Navidad, solo una vez junto con mi madre preparamos hallacas. Estaban buenas para ser la primera y última vez que las preparamos. Se compraba el pan de jamón y se preparaba una ensalada de gallina o pollo, junto con jugo o refresco para los niños y los adultos tenían su cerveza o la bebida alcohólica de preferencia.

Ahora, actualmente diciembre me parece el mes más estresante del año. Ya no decoramos ni limpiamos como antes por falta de tiempo y cansancio. Supongo que la vida y responsabilidades de un adulto tienen mucho que ver con la manera en como veo al mes de diciembre y las navidades.

Las calles ya no son adornadas como antes. Sobre todo porque la persona que pintaba en ellas murió.

La cena de Navidad y fin de año es comprada, a excepción de la ensalada. Es mejor así, ya que no se invierte tiempo en la preparación y a la vez se ayuda a quienes brindan este servicio para mantener a sus familias.

Y bueno, está el factor inmigración. Muchos integrantes de la familia que estuvieron en navidades de mi niñez no están desde hace un par de estas.

A veces me siento peor que el Grinch. Yo sé que en alguna parte de mí está la pequeña niña que contaba los días para que llegara diciembre y con él la Navidad.