"De repente se molestó por la presencia de uno de los que allí estabamos concentrados, comenzó a moverse velozmente el anillo sobre el tablero, y amenazó a mi primo, que después se quedó atrapado en su camioneta, pidiendo auxilio a gritos".

Lo narrado, es parte de lo sucedió hace muchos años en el pasado, a una prima, sus amigos y a mí, al vivir una experiencia alucinante, frente al misterioso tablero de la controvertida "ouija". Si deseas saber que pasó al final de aquel día... ¡quédate leyendo este post!

Era principio de los años 80´s, y había en la población joven mucha curiosidad por ciertos y determinados fenómenos paranormales. En 1.973, la película "El Exorcista" fue el inicio para que los mortales experimentaran con hechos y situaciones sucedidas más allá de los límites de la normalidad.

Un día, una prima mayor que yo, se encontraba con unos compañeros del liceo, en su casa paterna y materna, en ausencia de sus progenitores, de paseo en una parcela en tierras guariqueñas.

Cuando yo llegué a la casa de mis tíos, donde estaba mi prima con sus amigos, los encontré alrededor de la mesa del comedor, encima de la cual había un tablero de madera con unas letras doradas, y una manilla en forma de flecha (también dorada) que apuntaba hacia unas letras.

Como yo soy medio "Nubeluz" (léase: distraído), no me percaté de inmediato: estaban "jugando la ouija". Otro primo mío junto con un compañero, estaba sentados frente a frente, con los brazos apoyados en la mesa del comedor. Ambos, con la yema de los dedos sostenían un anillo de plata, que se movía sobre el tablero.

En ese momento si me di cuenta de lo que estaban haciendo, y exclame:

¡Ustedes como que se volvieron locos? ¿Qué hacen jugando la ouija? ¿Eso es malo? ¿Qué van a hacer si llega mi tía y mi tío? ¿Prima, tú te volviste loca?

La verdad, me asusté mucho e intenté irme del lugar, pero al dar media vuelta para salir de allí, quizá como "alma que lleva el que te conté", mi primo, aún sosteniendo (con su amigo) el anillo con la yema de uno de sus dedos, visiblemente preocupado, me dijo en voz alta:

¡Primo, no te puedes ir, porque ella no quiere que te vayas. Dice que tú eres bueno y quiere hablar contigo.

Me detuve, di media vuelta y quedé viendo de frente a mi primo y su amigo todavía con el anillo pegado en las yemas de sus dedos, y pregunté:

¿Ella? ¿Quién es ella? ¿A quién se refieren?

Entonces mi primo que estaba temblando, me contestó con voz baja y entrecortada:

¡Se llama Katiuska! ¡Dice que tiene 15 años, y es una Princesa de Egipto!

Yo de loco -aunque imagino que era por nervios- respondí de inmediato:

¡No, no, no, conmigo no! ¡Ella será Katiuska, reina de Egipto y lo que quiera, pero yo no la conozco! ¡La conocerán en su casa!

En ese momento todos los presentes se rieron a carcajadas, y eso enfureció a la presencia en el lugar. Mi primo y el otro muchacho que sostenían el anillo (ya saben con qué), comenzaron a dar vueltas alrededor de la mesa, y no los podíamos detener. Asustados, todos comenzamos a gritar; otros a llorar.

Mi primo comenzó a expresar palabras que no se entendían, y su acompañante de juego, se puso pálido. Al rato se desmayó. La situación empeoró cuando llegó otro primo, con más edad. Al darse cuenta de lo que estaba sucediendo comenzó a regañarnos.

Ese primo mayor, dijo muchas palabras obscenas y hasta maldijo a la presencia de baja luz que se manifestó a través del portal de la "ouija". Al hacerlo, mi primo con voz de mujer le dijo:

¡Maldito tú y todas tus generaciones! ¡Morirás, tú morirás!

Me imagino que mi primo mayor en ese momento dijo: "Patitas, pa´que te tengo" y salió "esmacheta´o" (ja,ja,ja, me acuerdo y me da risa, aunque parecíamos palo ´e gallinero). Salió a la calle, se metió en su caminioneta y allí se quedó encerrado, sin poder bajar los vidrios. Se estaba asfixiando, y gritaba desesperado: ¡Auxilio, Auxilio!

Rompimos uno de los vidrios de la camioneta de mi primo, y por ahí lo sacamos, casi desmayado. Adentro, en la casa, seguían jugando la "ouija". El espíritu presente no se quería ir, hasta intervinir personalmente y lograr que se fuera. Luego vino el regaño de mis tíos, cuado llegaron y les contaron lo sucedido.

Mi primo mayor, el de las malas palabras y la maldecidera, cuando nos encontró jugando la "ouija", se mudó a Caracas, se casó y tuvo una hija a la que le puso por nombre:

¡Y colorín colorado! lo sucedido con "Katiuska", no ha terminado. Pero, lo contaré en otra ocasión... porque en este momento me voy a hacer un pastel de calabazas. ¡Mmmm, riiiicooo!