La imagen de Gustavo de haber estudiado
La Historia de Gustavo
Gustavo era un joven de 20 años que por haberse descuidado había dejado sus estudios y ahora vivía de trabajo en trabajo sin poder conseguir nada estable.
A la edad de 18 años había iniciado una relación de pareja con una joven menor, a la que dejó embarazada y de la que nunca asumió la responsabilidad paterna. Con el pasar del tiempo se fue agravando su situación económica y Gustavo empezó a desesperarse porque su expareja haciendo valer sus derechos le exigió le ayudara con los gastos de su hija. Esto obligó a Gustavo a tomar un empleo provisional de mantenimiento de una fábrica donde por espacio de un mes se encargaría del aseo de la misma.
Gustavo en su labor de limpieza
En esta labor Gustavo no puso su mayor esfuerzo, cada día recibía una amonestación porque las áreas asignadas para la limpieza siempre quedaban con algunos residuos que demostraban que la limpieza se había realizado superfluamente.
Cansado de que le llamaran la atención muy seguidamente y teniendo presente que la paga era muy poca, decidió seguir buscando un mejor puesto que le garantizara un excelente salario para poder cubrir la pensión de su hija.
Una mañana cuando se dirigía a su trabajo se encontró con una señora vecina que le planteó una nueva posibilidad de empleo. El trabajo consistía en ir cada sábado a la iglesia donde asistía su vecina para justamente dedicarse a limpiar el templo y por ello le pagarían semanalmente lo que él estaba ganando al mes en su actual empleo.
La idea le pareció genial y ese sábado inició su labor dentro de la iglesia. Llegó muy temprano pero le abrieron las puertas a las nueve de la mañana.
Al mediodía ya Gustavo había limpiado la mitad del templo y el sacerdote al ver el trabajo tan impecable que estaba haciendo lo felicitó diciéndole: “Muchos han venido a hacer esa labor pero ninguno le ha puesto el empeño que tú has demostrado”.
Gustavo agradeció el cumplido y aprovechó para decirle que necesitaba el trabajo y por eso se estaba esforzando mucho.
Ese día le dieron a Gustavo el pago acordado y una pequeña propina adicional por su excelente labor.
La iglesia aseada por Gustavo luce perfectamente limpia
En la noche conversando con uno de sus hermanos este le dijo: “Y cómo te fue en el nuevo empleo? De seguro limpiaste por encimita y terminaste tempranito como lo sueles hacer en la fábrica”.
Gustavo entonces le dijo: “No hermano, en realidad lo quise hacer rápido pero cuando miraba hacia el altar de la Iglesia y veía al Señor en la cruz sentía que él me estaba observando y que no podía engañarlo y luego de haber estado por espacio de tres horas limpiando como se debe apareció el cura de la iglesia y me felicitó. Esas palabras me hicieron sentir muy bien, por primera vez alguien me felicitaba por mi trabajo y como además la paga es excelente, supe que tenía que hacer mi mayor esfuerzo y salí de la iglesia a las cinco de la tarde, y aunque estaba cansado por primera vez me sentía orgulloso de la labor cumplida”.
Esta historia nos invita a reflexionar en torno a nuestras acciones, donde es importante a la hora de prestar un servicio, hacerlo de la manera más eficiente posible, porque no solo satisfacemos los requerimientos de los demás, sino más bien de esta manera proyectamos una mejor imagen de nosotros que nos hará sentir mejor y nos dejará bien parado frente a los demás.
Hola amigo @leonciocast bonita reflexión, en donde deja claro que las cosas debemos hacerla bien y de corazón para uno sentirse satisfecho con uno mismo.
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Asi es mi amigo por el comentario y apoyo.
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Saludos amigo @leonciocast
Interesante historia que muestra un grado de reflexión importante, donde Dios toca la conciencia del joven para que cumpla bien con su trabajo.
Gracias por unirse a la dinámica.
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