Imagen realizada por mi en mi tablet
Cazorla queda a tres horas de San Fernando, por una carretera de gravilla cuando no es invierno, sumamente sola, llena de polvo y hoyos. Cuando es invierno, esa carretera se llena de agua con el paso de un río, queda totalmente inexistente y hay que dar la vuelta por otro camino llamado "culebrita" y vas pasando por Paso de Hato, San Bartolo, Mangas Coberas (de allí es la niña del Milagro del Dr. José Gregorio Hernández) entre otras.
Tooodo un tour que dura de 5 a 6 horas para llegar a Cazorla. Este camino además de ser más largo, es peligroso, peligros fisicos como grandes hoyos, caminos desviados, arboles que te golpean fuerte con sus ramas y peligros de otro tipo como el riesgo de que un amigo de lo ajeno se atraviese en el camino y se lleve todas tus cosas (ropa, comida, etc) los denominados "cuatreros" porque andan a caballo, aunque tambien andan en motos. El peligro aumentaba porque casi siempre conseguiamos un alma buena que nos llevara (en cola) Y estas almas eran trabajadores de venta de queso, ganado, llevaban mucho valor en sus camiones, ah porque viajabamos en la parte trasera de camiones o cavas, siempre llegabamos oliendo a queso y llenos de tierra, ja, ja.
Es un pueblo bonito, limpio y receptivo. Que tiene un ambulatorio que cubre grandes extensiones de distintas localidades, todas zonas aún mucho mas rurales y alejadas que el mismo Cazorla, en las cuales ni siquiera tienen energía eléctrica o carreteras, para llegar al ambulatorio se iban a caballo, caminando, en burro o en canoas, es decir que si era muy lejos. El ambulatorio es grande y tenia al lado una residencia, que si bien sus colchones no eran los mejores, teniamos baño, cocina, nevera, comedor, agua en las tuberias (a veces), aire acondicionado. Y sí, ya la cosa pintaba mejor que la zona rural a la que nos habian mandado en Apure.
Amigos, en Cazorla se iba muchísimo la energía eléctrica, a veces pasábamos hasta tres días sin luz. Y era horrible porque pensábamos (sobre todo en las noches con todo oscuro) "que no lleguen emergencias, que no llegue nadie a parir" porque ahí si es verdad que como diría mi mamá; "se montó la gata en la batea"; y los enfermeros nos decían: "NAAH médico, quédense tranquilos que aquí hemos pasado hasta 15 días sin luz." AH, OK
Uy, esa gente si era difícil. Por un lado estaban los que querían resolver todas las enfermedades, ¡lo que fuera! a punta de antibióticos y por el otro lado estaban los que "se curaban solos" con "remedios caseros" aguas de matas de guayaba, de onoto, de orégano, entre muchisimas otras, se colocaban las matas en las heridas (lo cual las infecta terriblemente), hacian rezos; y lamentablemente eso lo que hacia era entorpecer nuestro trabajo, sobre todo cuando los pacientes eran niños, algo sumamente delicado porque a los niños no se les debe dar infusiones de mata bajo ninguna circunstancia, ni tampoco podemos cargarlos de antibióticos, al menos que realmente lo necesiten.
Pero, hacer entender a esas personas eso, fue un trabajo arduo, recordemos que en su mayoría son personas de campo que no saben leer ni escribir, algunas con someros conocimientos, otros alcanzaron a estudiar, pero en su mayoría venían de campos muy alejados, algunos comprendian, otros trataban de seguir los lineamientos a su manera, claro está; y había unos que definitivamente hacían lo que querían.
Imagen realizada por mi en mi tablet
Imagen realizada por mi en mi tablet
Nosotros eramos 6 medicos, que nos dividiamos en tres grupos y trabajabamos 1 semana corrida, cada dos semanas. En mi guardia eramos mi novio, se llama Freddy, cum laude en medicina, sumamente inteligente pero toooorrrpe con las manos y no le gustaba atender partos; y yo, la Esperancita que le tocaba atender todos los partos, trabajito que nunca me gustó pero tenía que hacerlo y creanme ¡como le encanta parir a esas mujeres! Literalmente todas las semanas atendía partos, si bien antes, como estudiante habia atendido partos, esta vez lo haría como médico, toda la responsabilidad sería mía, bueno o malo, ahi no habia para donde correr o a quien llamar, resuelve Esperancita, resuelve.
Era mi primera semana como médico rural, mi primera semana en Cazorla, mi primer todo y por qué no, llegó una señora, que no recuerdo su nombre pero si el de su bebé, Carlos Adiel, de cariño Carlitos, era su tercer bebé, la señora no quería pujar, se me desmayó pujando, pare de contar, pero Carlitos con sus 3.9 kilitos, llegó a Cazorla, todos mis partos los recuerdo con cariño, pero este fue el primero y es como mi preciosura. Tiempo después la señora lo llevó para que viera lo grande y hermoso que estaba, tenía 5 meses y era una preciosura.
Mi novio, al que no le gustaba atender partost
Imagenes tomadas y editadas por mi. Carlitos 5 meses después
Fueron más de 20 partos Incluida una primigesta (primeriza) de 14 años que llegó del campo con 10 cm de dilatación, 14 AÑOS, imaginen el susto. Que ustedes dirán, ¡ay! ¿eso nada más? Pero en un lugar alejado, en el que no tienes incubadoras, quirófano por si pasa lo peor, no hay ni siquiera ambulancia para trasladarse, todos, absolutamente todos los partos eran un riesgo, porque no es lo mismo atender un parto en el hospital donde si se presenta una eventualidad corres a llamar al especialista (en este caso el obstetra), subes a retén, subes a quirófano, peroo allá alejados del mundo y sin nada a tu alcance era el más riesgoso de los desafíos.
Moisés, el hijo de la primeriza de 14 años. 4 meses después
Imagen realizada por mi en mi tablet
La atención de salud en Venezuela es gratuita. Se lee bonito, pero la realidad es diferente. Asi como habia personas "contadas" que tenían como costearse los recursos, cuando digo costearse no es que nos tenian que pagar a los médicos, no, la mayoría de nuestros pacientes no contaban con la liquidez para adquirir todos los insumos y poder ser atendidos. Aunque todos sabemos que el deber era que el ambulatorio contara con todos los recursos para TODOS los pacientes, pero no fue así.
Luego de un episodio en el cual un joven de 19 años ingresó con un status epileptico y no tuvimos los insumos para ayudarlo y su familia tampoco tenia como costear medicamentos en farmacias o bodegas, ni como trasladarlo al hospital más cercano; semanas después decidí comprar de mi propio dinero medicamentos para atender mis emergencias, todos los médicos Venezolanos y si hay alguno que me esté leyendo, sabe que tenemos nuestro bolsito con cosas personales por si algo se presenta, yo decidí armar mi bolsito; y peregrinando hasta que llegué a una farmacia, me encontré a un amigo de mi mamá, que es el gerente y me dice: "Andreina espérate que yo creo que Kate, tiene unas ampollas de eso aquí" se va hacia el deposito y sale con unas ampollas y me dice: "Aquí están Andrea, Kateee tómale la foto a Andreina" yo sin saber que pasaba, ni quien era "Kate" me dice: "Katerina es mi hija, ella tiene una fundación que regala medicamentos, llévate eso, ponte para tomarte una foto que ella tiene que dejar evidencia" y así fue, me tomaron mi foto y me regalaron las ampollas, que justo era para eso, por si había otras convulsiones.
Ya habiéndome presentado a Katerina, yo hablándole de para qué necesitaba el medicamento y ella de su fundación Batas de Esperanza, que es una fundación que brinda ayuda a los más necesitados con medicamentos, comida, ropa, de la mano de otra funcion que se llama One Milk for Venezuela Apure, inmediatamente me ofrece armarme una "cajita" con insumos para que me los lleve a Cazorla y pueda atender mejor y ayudar a quien lo necesite. Asi, me armaron mi caja, que tenia DE TODO, la foto no hace justicia a lo mucho que pesaba y lo llena que estaba. Cuando lleguéa mi casa que la abri para arreglarla en las maletas, no veía insumos, les juro que veía las caras de mis pacientes reflejadas en cada medicamento, en la lencería (la lencería son guantes, gasas, algodón) me dieron ganas de llorar y era la primera vez que estaba tan deseosa de regresar a Cazorla.
Foto de la primera caja que nos obsequió Batas de Esperanza
Fotos tomadas por mí, recibiendo sus Donativos
En dos ocasiones nos armaron nuestras SÚPER CAJAS.
Teníamos insumos para las emergencias, para la consulta, teníamos medicamentos para la fiebre, para la tos, para la diarrea, y por supuesto, para las convulsiones, PERO también teníamos ayuda con la comida para nuestro consentido, el señor Luis Terán, un señor en situacion de calle que padece de esquizofrenia (trastorno psiquiátrico), había ropita para los niños, incluso leche de fórmula, cubiertos para su comidita y compotas, con decirles, que nos dieron champú para eliminar inquilinos no deseados de las cabecitas de nuestros pequeños pacientes.
Gracias a ellos los últimos meses como médicos rurales fueron menos estresantes y más llevaderos. Hey, también nos regalaron un termómetro para uso personal.
Señor Luis Teran, beneficiario de la fundación
Señor Luis Terán
En general, ser médico rural no es malo y no todos los pacientes son difíciles, solo hay que armarse de ganas, de valor y paciencia, pero sobre todo de amor, para llevar a cabo nuestro cometido.
Fotos tomadas y editadas por mí
Fotos tomadas con mi tablet y editadas por mí
Culminamos con éxito nuestro año rural, ingresamos al hospital Dr. Pablo Acosta Ortiz de San Fernando de Apure, yo como residente asistencial de Pediatría y Freddy como residente asistencial de Medicina Interna, veremos que depara el futuro.
Abrazos de Colores