Quizás están pensando que mi amiga me influenció tanto como para alejarme de familiares y amigos, pero si es lo primero que les vino a la mente, se equivocan. Mi amiga era más influyente que eso, ya que logró que todos ellos se alejaran de mí.
Este es mi primer post para la comunidad Steem Venezuela en el Lunes de Escritura y les estaré contando una anécdota de la vida real (los nombres y lugares fueron cambiados para no herir a algunas personas en caso de que algún día lleguen a leer esta publicación), titulada:
Mi amiga me aisló de familia y amigos
Todo comenzó hace algunos años, había emigrado junto con mi esposo, donde nos recibiría Lolita (una de mis hermanas) junto con su esposo. Al principio, ellos eran las únicas personas que conocíamos en Kiribati. Naturalmente, conforme iba pasando el tiempo, íbamos conociendo más personas.
Solíamos asistir a una iglesia. Un domingo que estábamos allí, me escapé un momento para ir al baño y ahí estaba una chica alta, blanca, cabellos encrespados totalmente decolorados; era muy llamativa. Nos saludamos por cortesía, al escuchar su acento confirme mi sospecha, era de mi país.
En aquel entonces no habían tantos venezolanos en Kiribati, así que no pude evitar alegrarme por haber coincidido con ella. Se presentó como Johana y hablamos durante un buen rato, en la conversación llegamos a tocar el tema de nuestra situación laboral. Yo estaba desempleada y un poco decepcionada por malas experiencias laborales recientes, entonces ella me menciona que estaba trabajando en un taller de confección y salté internamente de la emoción, ya que sabia un poco de costura y me encanta ese oficio, pero sabia muy poco de ello. Al mencionar esto, ella prometió que le hablaría de mí a su jefa, quizás surgiese una oportunidad para mí.
Unos días después volví a la iglesia. Yo estaba sentada en un lugar aislado y se acercó a mi una mujer, me dijo que Johana le había hablado de mi, se trataba de la dueña del taller de confección, Catalina. A pesar de que sabía que no tenía suficiente experiencia para el trabajo, decidió darme una oportunidad. Y fue aquí donde inició todo.
Johana, Catalina y yo hicimos una bonita amistad que iba más allá de la relación laboral, con el tiempo también se unió a nuestro grupo amistoso mi hermana Lolita. Catalina tenía tres hijos, los dos mayores eran Miguel y Mariana, un joven universitario y una adolescente, respectivamente, quienes ayudaban a su madre de manera frecuente con los trabajos del taller cuando se requería más personal. De igual forma, ellos eran parte de nuestro grupo de amistad.
Vivimos muchas experiencias maravillosas, viajábamos cuando cobrábamos, salíamos a comer, nos preocupábamos y ayudábamos los unos con los otros. Si alguien tenía un problema, el problema era de todos. Y así pasaron muchos meses en la luna de miel de esta amistad. Johana y yo eramos muy cercanas.
Con su trabajo arduo, Lolita logró reunir el dinero para traerse hasta Kiribati a mi mamá, a mi hermana Gerarda (quien estaba con un embarazo algo avanzado) y a sus dos hijos pequeños. En cuanto ellas llegaron, se integraron a nuestro a grupo de amigos, de hecho, Gerarda consiguió trabajo en el taller de confección y mi mamá también iba todos los días a ayudar.
Semanas más tarde, Catalina empezó a atravesar una tormenta personal, se había separado de su novio unos días antes (la relación era complicada), le pidieron que entregara la casa donde vivía alquilada y esa misma semana también le pidieron entregar el local donde tenia el taller de costura. Por si fuera poco, el trabajo había escaseado y no había nada que hacer en el taller, pero sí, muchas deudas que Catalina debía pagar.
Catalina se sentó a conversar con sus empleadas (Johana, Gerarda y yo), sus hijos y mi mamá estaban presentes. Con lagrimas en los ojos, nos despidió del trabajo. Ya no podía pagarnos.
Como muchos saben, los inmigrantes no podemos darnos el lujo de esperar a que las cosas mejoren en el trabajo, por el contrario, debemos inmediatamente buscar otra fuente de ingresos; ya que el arriendo, servicios, alimentación y familia no esperan. Así que yo conseguí empleo lo antes posible en otro taller de confección, la paga era mucho mejor que la anterior, pero el trabajo era más exigente.
Johana y Gerarda, a pesar de sus necesidades y carencias económicas, se quedaron al lado de Catalina.
Yo trabajaba tanto que casi ya no veía a mis amigas y familia, pese a ello, coincidíamos todos en la iglesia cada domingo, y empecé a notar cierta frialdad cuando saludaba a Catalina y a sus hijos, a Johana e incluso a mis hermanas. Pensé que eran ideas mías, que quizás estaba tan cansada que estaba imaginándome cosas.
Unas semanas más tarde, mi hermana Gerarda fue ingresada al hospital para dar a luz a su tercer hijo. Necesitaban que alguien pasara la noche en el hospital mientras ella estaba en trabajo de parto, yo me ofrecí. En esos momentos me topé con Johana y Lolita, estaban afectivamente muy distantes e incluso, Gerarda lo estaba. Allí no me cabía duda de que estaba pasando algo extraño.
Estaba aislada de mis hermanas, ya no eran las mismas conmigo, casi no me hablaban. Mi mamá me trataba igual que siempre, pero no me decía nada. Catalina y sus hijos habían cambiado el trato hacía mi, Johana también. Entre ellos se reunían, compartían, eran felices, se tomaban fotos y yo solo lloraba por no saber que pasaba.
Catalina logró superar la crisis personal que atravesó, consiguió dinero y se mudo a nuevo departamento, arrendó un local amplio y bonito, con excelente ubicación para su taller de confección, los trabajos se reanudaron y en cuanto a su relación amorosa, no volvió con su ex, pero ya se sentía mejor.
Un día que yo estaba libre de mi trabajo, pasé por el nuevo local de Catalina a saludar. Entré y estaban allí mi hermana Gerarda, Johana, su esposo, Miguel y mi mamá. Antes de entrar se escuchaban risas que cesaron cuando me vieron llegar. El ambiente era tenso, las chicas, excepto mi mamá, estaban serias. Pregunté por Catalina, me dijeron que no estaba. Todos estaban callados, nadie quería conversar, así que me despedí y me fui.
En ese punto, me resigné, decidí alejarme y olvidarme de todos.
Al cabo de algunas semanas, Gerarda había tenido una discusión con Johana, ya no eran tan amigas, tenían muchos desacuerdos. En esos momentos, mi hermana me buscó y me contó los problemas que estaba teniendo con ella. Me sorprendí, no me imaginaba que tal situación entre ellas sucedía desde hace tiempo.
En esa misma conversación ella aprovechó para pedirme perdón y explicarme por qué estaba tan distante de mí. Me contó que cuando me cambié de trabajo, Johana empezó decirle todas las cosas feas que supuestamente, yo hablaba de mi hermana antes de que ella llegara a Kiribati, fue muy convincente, tanto que ella le creyó a pesar de conocerme y haber convivido juntas toda la vida. Ella se dio cuenta que estaba mintiendo mucho tiempo después, ya que sus roces se debían en parte, a que Johana olvidaba lo que había dicho y se terminaba contradiciendo contando algo diferente luego.
Conforme Gerarda avanzaba contándome todo, peor me sentía. Le había mentido a mi otra hermana acerca de mí, e hizo lo mismo con Catalina, Miguel y Mariana; todos le creyeron, se enojaron conmigo y se distanciaron de mi, sin siquiera preguntarme o darme la oportunidad de contar mi versión. Johana tenía un poder convencimiento extraordinario, que de hecho, la mayoría de las cosas que nos había contado acerca de su vida eran falsas, incluyendo su nombre. Incluso, algunas de sus historias eran ilógicas y aún así nunca la cuestionamos.
Ya no sabía que hacer, no solo me sentía traicionada por una falsa amiga, mis hermanas me habían defraudado al no confiar en mí y no haber tenido el valor de ponerme frente a ella y que dijera todo lo que les decía a ellas. Además de ello, mi mamá sabía todo lo que estaba sucediendo, no le creía, pero tampoco me dijo nada. Tristeza, rabia, indignación y decepción, todo mezclado en un solo corazón.
Justamente en esos días renuncié en el taller que estaba trabajando, mi esposo se enfermó y requería cuidados, no soportaba la carga del trabajo y la emocional juntas. Me tomé un tiempo, no tenia ahorros, por lo cual, pronto debía buscar un nuevo trabajo.
Gerarda habló con Catalina para que me empleara nuevamente, ya que tenían demasiado trabajo y poca mano de obra, para ese entonces ya había aprendido bastante el oficio y les venía muy bien tenerme ahí. Acepté volver porque no tenía mas ofertas y necesitaba el dinero.
Catalina no le había contado a Johana que me contrató de nuevo, así que su cara al verme regresando allí fue inolvidable, estaba asombrada y enojada, lo podía notar. Casi no me dirigía la palabra, yo tampoco hablaba con nadie, excepto para avisar que había terminado y necesitaba más trabajo. Después de ese día, sin previo aviso, Johana no regresó más.
Al cabo de unos días, Catalina se sinceró conmigo y me contó que Johana le decía que yo hablaba muy mal de ella, que divulgaba los secretos que me contaba, nada era cierto. Incluso, me enteré que el día que regresé, fue a solas con Catalina a reclamarle porque me había contratado de nuevo después de todo lo que supuestamente yo le había hecho, y ella la puso en su lugar diciéndole: "Yo soy la jefa y yo decido quien viene y quien se va de mi taller, no tú".
Ese día me armé de valor y decidí confrontarla con Gerarda, Catalina y Lolita. Ellas aceptaron. Busque a Johana de mil maneras, fui a su nuevo trabajo y curiosamente nunca estaba, la llamaba y no respondía, no había forma de dar con ella. Se escondió de mi por muchísimo tiempo.
Pasaron los meses, ya no me sentía tan enojada con todos, pero les puedo decir que aprendí muchas cosas de esa nefasta experiencia. Volví a ver a Johana desde lejos en muy pocas oportunidades, el haberse escondido de mí, me confirmó la alevosía con la que hizo todo y su cobardía para tomar la responsabilidad por sus palabras.
Finalmente nos fuimos de Kiribati, ya nuestro tiempo allí se había terminado, así que ese capítulo de mi vida quedó cerrado. Mi relación con mis hermanas y Catalina pudo ser restaurada antes de irme. Sin embargo, aprendí valiosas lecciones acerca de la amistad y las personas.
Wow que experiencia tan dolorosa, y te entiendo completamente, se lo que se siente que personas que te conozcan de toda la vida y sepan la clase de ser humano que eres comiencen a desconfiar de ti, solo por haber conocido a alguien nuevo que se encargo de envenenarlos con mentiras, me paso y te juro que fue la cosa más amarga de mi vida.
Fueron momentos súper incomodos y no sabia que hacer, pero como tu dices, hay que aprender en la vida a confrontar a la gente mentirosa, porque se atreven hablar mentiras tuyas poniendo a los demás en tu contra y haciéndote la vida más difícil de lo que ya es.
Y también he aprendido que ese tipo de personas como Johana son personas que tienen problemas, que son mentirosas compulsivas y que asi pasan toda su vida, mintiendo sobre todo, pero mienten tan bien que son capaces de apartarte de tus seres queridos sin que te des cuenta.
Me gusto mucho leer tu historia y tu experiencia y me alegra mucho que hayas podido reestablecer la relación con tus hermanas, saludos.
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Saludos amiga @meglisj
La vida nos brinda muchas personas que pueden ser influyentes en nuestras vidas, sea para bien o mal, creo que a la final Johana le hizo un bien al permitirle conocer a Catalina quien al parecer era una excelente persona. Esta experiencia no solo sirvió para ti, también debió ser de aprendizaje para cada una de ellas "Catalina, Johana, Gerarda y su mamá.
Gracias por unirse a la dinámica.
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Lindo.
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Hay personas que viven de eso y creo que hasta sienten placer. Así sucedió con la esposa de mi hermano, felizmente ya separado de ella. Tuvo muchos problemas con mis hermanas con los vecinos y con todo el que se atravesará. Inventaba cosas, chismeaban y metía en problemas a los demás.
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