La Tragedia de Todo Losé

Todo Losé...

¿Por qué no se me ocurrió otro nombre?

Bueno, una de las frases que comúnmente dice cuando se le habla de algún tema el cual consideramos debe mejorar, lo primero que dice es: Yo sé.

Habla como si todo lo supiera y lo tiene bajo control. ¿Se han encontrado con una persona así? Pues, en mi trabajo abundan, jaja.

Pero vamos nuevamente con el cuento y no me dejen salir del relato. Cuando vean que me voy por las ramas, es decir, hablando de otra cosa que nada tiene que ver con el cuento, no duden de detenerme y hacérmelo saber; de inmediato, retomaré la conversación.

En esta ocasión, los he invitado a estar en la sala de la casa, no en la oficina en la cual redacto mis publicaciones. Tomen asiento donde se sientan a gusto y pueden servirse cualquier bebida que está sobre la mesa del bar, y que si lo notan bien, verán que hay una gran variedad sin destapar porque no consumo alcohol, y tengo eso solo para las visitas.

¿Ya están cómodos?

Entonces, procederé a contarles, parte de las cosas que vivo a diario.

Como les decía, Todo Losé, era un hombre de negocios exitoso. Había fundado su propia empresa desde cero y, con el tiempo, había acumulado una fortuna considerable. ¡Él es electricista! Uno muy bueno que con sacrificios, estudió la carrera y se graduó a los 37 años de edad.

Sin embargo, detrás de esa fachada de éxito se escondía una vida de excesos y autodestrucción. Todo Losé tenía un gusto insaciable por las drogas, el alcohol y las prostitutas. Estas adicciones se habían convertido en su refugio, un escape de la realidad que lo consumía lentamente.

A pesar de sus problemas, Todo Losé se rodeaba de personas que siempre le decían lo que él quería escuchar. Sus amigos y colegas elogiaban su éxito y le aseguraban que se lo merecía todo. Pero cuando alguien intentaba advertirle sobre los peligros de su estilo de vida, él los ignoraba o se alejaba, prefiriendo las palabras dulces que alimentaban su ego. No quería oír que necesitaba ayuda, ni que debía cambiar. Después de todo, él era Todo Losé, y creía saberlo todo.

Estoy seguro de que, justo ahora, están recordando a alguien que cree saberlo todo, pero sigamos adelante con esta charla.

Con el tiempo, su empresa comenzó a resentir los estragos de su negligencia. Los proyectos se retrasaban, los clientes se quejaban y los empleados comenzaban a abandonar el barco. Pero Todo Losé seguía convencido de que todo estaba bajo control.

Cada vez que algún amigo le hablaba de buscar ayuda, de poner fin a sus excesos, él simplemente cambiaba de tema o se alejaba, buscando compañía en aquellos que solo le decían lo que quería oír.

Una noche, después de una intensa jornada de excesos, Todo Losé despertó solo en su lujoso apartamento. El teléfono sonaba incesantemente con llamadas de acreedores, abogados y empleados que buscaban respuestas de los tantos compromisos que había adquirido.

Pero para entonces, era demasiado tarde.

Su empresa se había derrumbado, sus amigos habían desaparecido, y Todo Losé se dio cuenta de que, en su afán de escuchar solo lo que le agradaba, había perdido todo lo que realmente importaba.

La moraleja de este cuento es que, escuchar solo lo que agrada, puede llevar a la autodestrucción.

Ignorar las verdades incómodas y rechazar la ayuda necesaria puede tener consecuencias devastadoras, porque el verdadero éxito y la paz interior, no provienen de alimentar el ego, sino de enfrentar los desafíos y aceptar los consejos que nos guían hacia un camino más saludable y equilibrado.

En la vida, mis queridos lectores invisibles, es crucial valorar las advertencias y consejos sinceros, incluso si son difíciles de aceptar, para evitar caer en un abismo del que es difícil regresar.

Les comparto, a continuación, algunas fotos de mi trabajo: