¡No fue como esperaba!
¡Hola amigos de Steemit!
Hoy les traigo una pequeña historia llena de mucho suspenso y adrenalina.
De ante mano disculpen porque no tengo mucho registro fotográfico al respecto (les prometo ser lo más explícito posible).
Cómo ya les comenté en un post anterior, he tenido la oportunidad de recorrer Venezuela en diferentes ocasiones y a distintas localidades. Con el propósito de representar a mi querido estado Sucre en diversas competencias nacionales del kickboxing.
En uno de tantos viajes fui con la selección de mi estado a competir al estado Yaracuy, ubicado en la región centro - occidental del país. Al rededor del año 2014 - 2015 (soy malo para recordar fechas).
Recuerdo que hicimos ese viaje prácticamente para estudiar la competencia, debido que estaban por celebrarse los juegos nacionales (y a esta fecha todavía se esperan). Dichos juegos en su mayoría iban a realizarse en mi estado por conmemoración de los 500 años de mi ciudad natal, Cumaná. Para los que no lo saben, en eventos deportivos de esta naturaleza los atletas del estado anfitrión son clasificados automáticamente, razón por la cual no era una obligación hacer este accidentado viaje. (Ya empecé a darle spoilers)
En un principio disfrutamos el trayecto y la estadía en el estado Yaracuy con los recursos que muy pero muy extrañamente había entregado los entes gubernamentales del momento. Y con los ahorros que cada uno de mis compañeros pudo llevar.
Durante la competencia, nos reunimos con la selección del estado Delta Amacuro, ya que siempre nos llevamos bien con las demás selecciones del oriente del país.
A diferencia de nosotros los muchachos del delta tenían asignado un transporte bastante grande que los llevarían de vuelta a su estado. Amablemente sus entrenadores y personal técnico se ofrecieron a llevar de regreso a toda nuestra selección. Gesto que no dudamos en aceptar.
(Foto referencia)
Debido a que ya teníamos el viaje de regreso asegurado decidimos disfrutar aún más nuestro viaje. Planificamos un día de piscina entre las dos selecciones. Comimos parrilla, pizza y una que otras delicias... (Aunque la parrilla se desvaneció en 2 segundos) pasamos un rato bastante agradable...
Al día siguiente bien temprano en la mañana empezó nuestro retorno. Entre risas, bromas y con el presupuesto ajustado todo iba bien.
Uno de mis compañeros en ese entonces vivía en Caracas por razones laborales. Por lo tanto, se le informó al chófer del autobús que hiciera una pequeña parada para dejarlo a él. (Cosa que no tomó de buena manera).
El conductor empezó a poner una que otra excusa para no hacer esa pequeña escala, y decidió tomar un camino menos transitado a través de los llanos venezolanos. (¡Que mala nota ese chófer!).
Cuando entramos al estado Guárico el chofer empieza a conducir de manera un poco irresponsable, cruzando los policías acostados (reductores de velocidad) de manera brusca y quejándose según él de un “excedente de peso en el bus”
¡Hasta que ocurrió lo inevitable! Puff!!
Se rompe una llanta... Entre quejas y murmullos, el chofer y su copiloto se disponen a remplazar la llanta por una de repuesto, cabe resaltar que esto ocurrió alrededor de las 2 de la tarde.
Luego de unos 45 minutos aproximadamente ya bastante acalorados y preocupados por la zona que era bastante inhóspita y desolada, procedimos al abordaje del bus. A esta hora ya nos quedaban pocas reservas de agua y comida.
De regreso a la ruta el muy estimado conductor, (noten el sarcasmo) seguía con una actitud reprochable y bastante grosera, y a pesar de que ya había utilizado su última llanta de repuesto seguía conduciendo de manera irresponsable con la burda excusa de encontrar una cauchera o estación de servicio. (ya había pasado un par y no se detuvo).
Para este punto ya nos quedaba claro que no quería llevarnos de regreso...
...¡¡De repente puuuff!! Se vuelve a reventar una llanta, está vez la de repuesto.
¡Ahora sí, es oficial!
¡¡¡Nos quedamos varados!!!
Nos encontramos en el medio de los llanos venezolanos, sin dinero, y con escasos alimentos e hidratación empezamos a caminar.
Por lealtad o quizás por vergüenza la mayoría de la selección del delta se queda con nosotros.
Luego de unos 30 minutos de caminata, nos recoge un autobús que muy amablemente nos acercó a un paradero de buses.
Allí descansamos un poco y empezamos a pensar todos ¿qué vamos hacer?
El tiempo pasaba y no podíamos hacer nada, el dinero no alcanzaba para pagar el pasaje a todos...
Decidimos comprar un poco de agua y una que otra ración de comida. (¡¡Un paquete de club social para 33 personas!!)
Seguíamos en el estado Guárico, ya son más de las 5 de la tarde y empezamos a caminar nuevamente. La incertidumbre y el hambre ya estaba empezando a afectar a algunos de nosotros.
Pasadas las 9 de la noche encontramos una plaza donde también era una parada de buses. La última del estado Guárico.
Agitados, agotados y preocupados pasamos un par de horas en esa plaza.
Gracias a una pequeña toma de agua que se utilizaba para regar las plantas de esa plaza pudimos hidratarnos.
Entre tanta desesperación un compañero recordó que una de sus ex suegras vivían por la zona!
¡Vaya! Por fin una idea prometedora.
Decidimos caminar nuevamente, dejar esa pequeña plaza que por unas horas nos sirvió de refugio.
En plena caminata atravesando un pueblo muy rural nos pasan varios motorizados, para nuestra sorpresa, ¡todos armados! (aquí empezó la sampablera, pensé)
El hambre y el instinto de supervivencia se activaron en más de uno de nosotros.
Inmediatamente empezamos a separarnos estratégicamente entre las aceras. Con nosotros viajaban varios funcionarios policiales y militares que competían con nosotros y lideraron esas acciones.
Afortunadamente los motorizados solo echaron un corto vistazo y siguieron su camino...
En este punto ya pasaban las 12 de la noche y ya habíamos cruzado hacia el estado Anzoátegui.
Empezamos a contar el poco dinero que nos quedaba a todos. (Cómo 2$) entre 33 personas!
Caminando y caminando encontramos una pequeña bodega en una casa, obviamente cerrada. Pero el hambre nos impulsó a tocar la puerta de hierro de tan humilde hogar.
Afortunadamente salió un señor, bastante mayor. Que con su voz cálida y un poco ronca nos dice que la bodega tiene meses cerrada, además, por la zona no hay otro sitio donde abastecerse.
El señor, muy amablemente al ver nuestras caras abatidas nos ofreció un kilo de espagueti y un kilogramo de harina de maíz de su propia alacena.
Como agradecimiento le ofrecimos lo poco que teníamos y el señor con una sonrisa en la cara nos dice "¡No mijo, ustedes lo necesitan más que yo!"
Woow! que bondad y generosidad se puede encontrar en las zonas rurales de este país.
Nos despedimos de aquel generoso señor y seguimos nuestro camino a través de oscuras y no tan pavimentadas calles de aquel pequeño pueblo.
Ese camino parecía interminable, cada vez que se le preguntaba a nuestro compañero "¿dónde es?" Él nos respondía "falta poco muchachos"
Ya en ese momento no parecía dos selecciones deportivas, Parecía una jauría de monos desesperados, tratando de reír para distraer el hambre y las circunstancias que estábamos viviendo.
Me dirijo hacia mi entrenador, que más que un maestro marcial ha sido como un padre para mí. Le pregunto ¿cómo se siente? Con la cara algo melancólica y llena de dolor me dice "bien mijo"...
Sabía que no estaba bien, hace unos años atrás sufrió de un cáncer que pudo superar y quedó padeciendo de diabetes. Además, que estaba pasadito de peso (bastante para serle sincero). En su mirada se notaba el dolor que padecía en las piernas, sé que era en las piernas porque ya estaba empezando a cojear...
Voy y corro hacia mis compañeros más cercanos. Y les comento que tenemos que hacer algo para ayudarlo.
Conociendo el personaje se está haciendo el fuerte para darnos aliento a todos nosotros. El orgullo y la necesidad que tiene un líder de expresar su fortaleza eran innatas y admirables.
Después de unos minutos se acerca una motocicleta, (está vez desarmados) y una vez más ofrecimos los 2$ que teníamos reunidos para que llevara a nuestro maestro, así sea un poco más adelante.
Para sorpresa de todos nosotros el motorizado acepta llevarlo, pero no recibe el dinero.
Mientras vemos como el motorizado se aleja el desorden y el hambre se hacen más evidente. Alguno de los muchachos de la selección del delta salta una valla y se mete a un sembradío de vegetales y tubérculos.
"Hey salte de ahí!, ¡cuidado sale alguien con una escopeta!" Le exclamamos.
Entre gritos y advertencias sale aquel muchacho de ese pequeño sembradío.
Pero no lo hace con las manos vacías...
Trae con él un considerable trozo de yuca...
Entre tanta desesperación aquel pedazo de yuca empieza a pasar de mano en mano, cada uno dándole una pequeña mordida para tener un poco más de fuerza y seguir con nuestro camino.
Ahora que lo pienso fue algo bastante peligroso, ya que existe un tipo de yuca venenosa (yuca amarga).
Afortunadamente no nos ocurre nada y seguimos caminando...
Unos metros más adelante nos encontramos a nuestro entrenador esperándonos sentado en la acera. ya se acercaban las 3 de la mañana. Nos reunimos con él y seguimos nuestro camino...
Un par de minutos más adelante llegamos a la casa de la exsuegra de nuestro compañero. A esa hora nos recibe con alegría.
"Pasen adelante muchachos, son todos bienvenidos" nos dice la señora bastante emocionada.
En ese momento guardamos el equipaje y procedimos a buscar algo de leña para hacer el espagueti y la pasta que nos había obsequiado el señor de la bodega.
Nos encontramos todos en una casita rural, bastante humilde, con una extensión de terreno formidable, llenas de árboles frutales y otras verduras.
Para nosotros un pequeño paraíso. Empezamos a explorar el lugar y nos topamos con ¡la salvación del venezolano en algún tiempo!
¡¡¡Matas de mango!!!...
¡¡Wow que maravilla!!, había un tipo de mango en particular que me pareció muy curioso.
El mango parecía una pequeña manzana. ¡Tenía un sabor a durazno, pero, en definitiva, era un mango!
¡Una exquisitez criolla la verdad!
Luego de que cada uno se comiera entre 10 y 15 mangos esperamos la comida…
Pasta con bollos de maíz, ¡todo junto!
Aunque les confieso que no sabía muy bien fue una gota de energía que mucha falta nos hacía, aun así. La mayoría preferían los mangos.
En ese momento ya eran más de las 4 de la mañana. Para nuestra fortuna, aquella pequeña casa se encontraba justo en la carretera nacional del estado Anzoátegui, es decir. Que los autobuses pasaban justo en frente de nosotros.
Logramos descansar algo y a un cuarto para las 5 de la mañana empezamos a esperar algún bus. Yo me fui en la primera tanda y pudimos pagar ese pasaje que nos llevó a la capital de ese estado.
Llegamos alrededor de las 6:30 de la mañana a Barcelona. Procedimos a agarrar otro auto bus que nos trasladaría al terminal de pasajeros.
En ese momento la mayoría no tenía dinero y muchos se bajaron de aquel bus sin pagar. (No sé imaginan la cantidad de saludos familiares que nos hizo ese chófer de bus).
Una vez en el terminal al pasar unos 15 minutos aproximadamente llegan los demás compañeros que se habían quedado atrás.
Para este punto las dos selecciones que habían pasado por tanto se despiden.
Allí agarramos otro bus que nos llevaría a un pueblo llamado santa fe. Ya en mi estado Sucre.
Son las 9 de la mañana y aún nos queda agarrar otro bus que nos lleve a mi ciudad natal, Cumaná. (ese pasaje al igual que el anterior lo pagó uno de mis entrenadores con una caleta que tenía).
Llegamos a la ciudad a las 10 de la mañana. Totalmente agotados, sin fuerzas y mucho menos dinero.
Aún faltaba recorrer un largo trecho hacia mi hogar... Cuando me dispongo a caminar recuerdo que llevaba conmigo mi tarjeta estudiantil... Gracias a eso logro pagar el último bus que me dejaría a un par de cuadras de mi casa.
Al llegar lo único que quería hacer era echarme un baño y dormir...
Deje el equipaje en la sala, tome un corto pero placentero baño y me acosté a dormir.
Después de tantas cosas que pasamos en ese viaje, hoy lo recordamos como una peculiar y hasta graciosa anécdota.
Que nos unió como selección y en algún punto nos hizo valorar las pequeñas cosas de la vida.
Me hizo darme cuenta de la bondad y generosidad de las personas, Que lo poco que tienen lo ofrecen sin pedir nada a cambio.
¿Qué les pareció está historia?
Espero la hayan disfrutado como yo disfruté escribirla.
Gracias.
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