La Panadería del Rey - Capítulo único

in humor •  7 years ago 

 Este trabajo participó en el reto "Lugares" del foro "¡Ven por un reto!" de Fictionpress. Me divertí mucho en ese entonces porque, bueno, fue lo primero que se me ocurrió. Espero que les guste. ¡Saludos!

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Era una mañana esplendorosa en el castillo de Clarence, Londres. En aquél lugar estaba reunida toda la corte junto con los tres hijos del gran y augusto rey Enrique VIII, quien falleció en circunstancias poco naturales. Estando los tres hermanos sentados frente a él, el abogado John Lieutenant procedió a dar lectura del testamento real. No obstante, hubo un momento en que el hombre interrumpió su lectura al notar los rostros confundidos de los herederos y de todos los nobles que les acompañaban.

La razón de aquella reacción se englobaba en la pregunta de la hija mayor de Enrique, María:

“¿Cuál panadería?”

El abogado no parecía sobresaltarse ante semejante pregunta. De por sí, era muy poco sabido que el rey Enrique, en los últimos años de su vida, era un amante al pan dulce, amor que se le derivó en una fuerte diabetes y en constantes dolores en los riñones y los intestinos.

Aclarándose la garganta, el jurista le respondió:

“Bueno, Su Alteza, resulta ser que su padre, el rey, era un aficionado al pan dulce; en el centro de Londres, justamente en el barrio del East End, compró una panadería para su consumo personal. Su favorito, por cierto, eran los croissants; le gustaba comerlos con jamón, queso, lechuga, tomate, con un poco de sal-”

“¿O sea que por eso quedó gordo?”, interrumpió Eduardo.

El abogado rió con nerviosismo y añadió: “N-no sabría decirle, Su Alteza”.

Isabel convocó a sus hermanos y se puso a tener una conferencia con ellos. Los demás miembros de la corte esperaron unos veinte minutos en conocer cuál podría ser la resolución de los hijos del fallecido monarca respecto a aquella inesperada y desconocida faceta. Cuando los tres hermanos se separaron, María tomó la palabra y les preguntó tanto al abogado como a los que estaban presentes:

“Mis hermanos y yo decidimos vender la panadería al mejor postor. ¿Quién la quiere?”

Toda la sala levantó la mano.

“Vaya…”, murmuró la princesa. “La competencia va a ser muy reñida, porque para que ustedes se la puedan ganar, necesitan hacer dos cosas. La primera: Saber hacer toda clase de pan dulce, desde chilindrinas hasta croissants; y la segunda: Darse de alta todos ustedes, bola de perezosos y evasores de impuestos, en el Registro Tributario, el cual queda saliendo de aquí, justamente al fondo, ventanilla número cuatro, y preguntando por doña Chole, la secretaria encargada de esos asuntos”.  

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