Japón es un país muy especial. Pero no todos los tópicos que le atribuimos a los japoneses son exactos: en una sociedad de 128 millones de habitantes te vas a encontrar de todo. Aquí tienes 25 curiosidades que llamarán la atención de cualquier viajero novato que llegue a este fascinante y desconocido país:
En Tokio, para comprarte un coche tienes que demostrar antes que cuentas con un parking donde guardarlo.
Está prohibido fumar en las calles por el riesgo de quemar a alguien (solo puede hacerse parado y en torno a puntos marcados, en los que hay ceniceros). Sin embargo, se puede fumar en bares y restaurantes.
Tokio tiene el menor porcentaje de propietarios de vehículos de todo el país. Muchas empresas prohíben ir al trabajo en coche; a cambio, te pagan la tarjeta de transporte público.
La industria del sexo es muy potente en Japón. Esto ha dado lugar a los Muryō Annai Sho(literalmente, lugares de información gratuita), empresas que informan y gestionan sobre el ocio nocturno, desde la picardía más banal hasta el sexo duro. Puede ser la contratación de un hosto o hostess (hombre o mujer de compañía para hablar, vestir según tus fantasías o para salir a cenar acompañado /a, todo muy naïf y sin sexo o tocamientos) hasta el paseo de un hombre adulto con una adolescente vestida de colegiala o sexo en sus diversos grados legales (en Japón el sexo por dinero solo es ilegal si hay penetración).
. La estación de Shinjuku, en el distrito financiero, es la estación con más tráfico de pasajeros del mundo: unos tres millones y medio de personas pasan cada día por sus 36 andenes, en los que se cruzan líneas de tren de largo recorrido, cercanías y metro.
En una ciudad como Tokio, de 13 millones de habitantes (36 si contamos el área metropolitana), la gente deja las bicicletas en la calle por la noche sin cadena, a lo sumo con un sencillo bloqueador de rueda (sí, de esos que se abren con un soplido). A la mañana siguiente, la bicicleta está en el mismo sitio donde la dejó su dueño.
Nunca dejes una propina; es inusual y extraño. Si la cuenta son 297 yenes y dejas en el plato los tres del cambio (dos céntimos) el camarero es capaz de seguirte hasta la calle para recordarte que has olvidado algo que es tuyo.
En el Shinkansen (también en el metro y en general en transportes públicos) está prohibido hablar por el móvil. Por eso puedes darte el gustazo de viajar horas y horas sin que el maleducado/a de turno te atormente con sus conversaciones voz en grito, como en el AVE español.
En cambio, en el Shinkansen no hay vagón restaurante. La gente sube con su propia comida o la compra en un carrito que pasa con frecuencia por el pasillo, y se la come en el propio vagón. El olor a comida –fuertemente especiada- es muy intenso y llama la atención de los viajeros occidentales.
El parachoques de los coches es solo de decoración. Nadie aparca tan ajustado como para poder rozar a los vehículos contiguos. O queda más de medio metro entre uno y otro… o no se aparca.
Las adolescentes japonesas no tienen un problema de columna vertebral. Si caminan con los pies hacia dentro es como signo de fragilidad según los códigos de la moda kawaii (tierno, adorable). Su icono es Hello Kitty.
En Japón, lo colectivo prima sobre lo individual.
En las comunidades de vecinos, la gestión de las basuras es muy estricta. La orgánica se saca todos los días, pero la de reciclaje se saca una vez a la semana según un código; por ejemplo: martes, papel; miércoles, plásticos y envases, etc. Como te lo saltes, tus vecinos te llamarán la atención muy enfadados.
El dinero, las tarjetas de crédito o las de visita se dan siempre con dos manos. Y si te la dan en una reunión de trabajo tienes que mirarla detenidamente durante unos segundos y quedarte con el apellido y el cargo de quien te la ofrece.
En Japón nunca se tutea a alguien mayor que tú o con más experiencia, sobre todo en empresas, clubes deportivos y asociaciones que conlleven una jerarquía.
En el metro, piden disculpas a los viajeros por los altavoces si el tren va a llegar con un minuto de retraso.
En el metro, guarda siempre el billete; es imprescindible para salir.
Pese a ser la tercera potencia económica y un país altamente tecnológico, el pago con tarjeta de crédito no está tan extendido como cabría esperar. En muchas tiendas, restaurantes y lugares de ocio te encontrarás con que la única forma de pago es en efectivo.
Nunca des la mano cuando te presenten a alguien y mucho menos , un abrazo. Y mucho menos aún si es una mujer. El contacto personal está muy mal visto.
No rompas los esquemas de un camarero pidiendo varias personas a la vez desordenadamente y cambiando luego la comanda sobre la marcha. Solo conseguirás bloquearlo y que tarde el triple en servirte. En Japón se pide uno a uno y tal y como aparece en la carta. Y una vez pedido, no se cambia sobre la marcha en plan “…ahora quiero el café con leche en vez de solo...”, “...en vez de tres de ramen que sean cuatro....” o “...el sandwich que sea con kepchup en vez de con mostaza”.
Los de Osaka tiene fama de ser algo así como los andaluces de Japón: son más abiertos y extrovertidos, les gusta vivir y beber en las terrazas, hablan en el metro y son más dados a expresar sus sentimientos en público. Una raridad para las normas sociales imperantes.
El porcentaje de suicidios es muy elevado (el noveno más alto del mundo). Y buena parte de los suicidas eligen el metro o el tren para llevar a cabo su último acto. Es una de las escasas razones por las que se puede colapsar el sistema de transporte público y que la gente llegue ese día tarde al trabajo. En teoría, la compañía ferroviaria puede exigir a la familia del suicida los costes generados por la interrupción del servicio.
Octubre es el mes sin dioses en Japón… porque todos se han ido a la peregrinación de Izumo, uno de los santuarios sintoistas más antiguos y famosos del país.
Aunque en general el japonés es poco creyente, las religiones mayoritarias son el sintoismo y el budismo; pero ambas se confunden. De hecho, si no fuera por los torii (arcadas de madera en la entrada) costaría saber si un templo es sintoista o budista. Una encuesta reciente arrojo este resultado: de una población de 128 millones, 100 millones se declaraban budistas y otros 100 millones sedeclaraban sintoístas (¿?).
La palabra mágica para un japonés es “onsen”. Se trata de baños de agua muy caliente -con todo el ritual que conlleva- que los japoneses toman a diario. Los hay en todos los ryokan (alojamientos tradicionales) así como en la mayoría de hoteles convencionales y en muchos lugares públicos. Son gratuitos o con un coste ínfimo. Tomar uno por la noche antes de acostarse es la mejor manera de finalizar un maravilloso día de viaje por Japón. Están separados por sexosy se toman desnudo.
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