¿Te ha pasado que te sientes en un círculo vicioso ante un problema y no consigues la solución? Lo primero que debemos entender es que no siempre podemos resolverlo todo por nosotros mismos y que es válido pedir ayuda cuando estamos ante una situación que nos sobrepasa. Una de las opciones es acudir al coaching como herramienta para crecer acompañado y expandir nuestros límites.
Podría decirse que desde tiempos inmemoriales la humanidad ha evolucionado a partir del ejercicio del coaching (aunque no se le llamara así). En la antigua Grecia, el filósofo Sócrates desarrolló su método a través del cual promovía el proceso de preguntas y respuestas para llegar al conocimiento. Él partía del principio de que toda persona tiene el potencial en su interior para conseguir las respuestas a sus preguntas, pues la sabiduría reside en cada uno de nosotros y simplemente debemos hacernos los cuestionamientos adecuados para llegar a la iluminación.
Tal como señalan algunos autores, Sócrates la bautizó como mayéutica, que en griego significa partera, a fin de transmitir que el maestro era un ayudante para dar a luz el conocimiento.
Con respecto al origen del término coaching, tampoco hay verdades absolutas. Por un lado, algunas fuentes hacen referencia a que proviene de la ciudad húngara de Kocs, cerca de Budapest. Allí se originó un carruaje denominado “kocsi” que luego se tradujo al alemán como “kutsche”, al italiano como “cocchio”, al español como “coche” y al francés como “coach”.
Es justamente del francés que proviene la definición más metafórica de coaching: “Vehículo para transportar personas de un sitio a otro”. Eso justamente es la explicación más sencilla que pudiéramos conseguir para comprender lo que busca esta disciplina.
Otras versiones señalan que coaching proviene del verbo en inglés to coach y aunque ha trascendido el ámbito deportivo, hace referencia a la capacidad para guiar y acompañar al otro en el logro de sus metas.
Sea cual sea el origen del término, lo cierto es que se ha demostrado que da resultados.
Según las más recientes encuestas realizadas por la International Coach Federation (citadas por el diario El País), al menos 70% de quienes contratan a un coach para sus proyectos personales, ven un impacto positivo y un retorno de la inversión.
En mi caso personal, destaco como uno de mis coaches a Anthony Robbins, quien desde 2003 forma parte de mi nueva historia de vida, en el cambio de mis valores y misión de vida a través de su programa de coaching Get the Edge, el primero que compré por TV, luego de ver el infomercial tres veces. La mejor de las inversiones que había hecho hasta ese momento.
A diferencia de un amigo (que muchas veces nos muestra solidaridad automática) o de la terapia psicológica (con sus propias y respetables técnicas), el coaching requiere la disposición del individuo a comprometerse y querer cambiar su realidad.
Tal como destacamos en la conferencia Creer, crear y crecer, es necesario creer que podemos lograrlo, crear o imaginar nuestra situación deseada para luego crecer y alcanzarlo. Si esto lo hacemos acompañados con la guía de un coach, que cuente con la debida preparación y de nuestra confianza, el éxito será nuestro.
¡Hay ocasiones en la vida que ameritan demostrar cuánto se quiere uno mismo; el coaching es una herramienta más para demostrarnos afecto!
ISMAEL CALA