La Muerte y la Vida, Gustav Klimt. Óleo sobre lienzo de lino. 1910.
Klimt señalaba esta pieza como su obra figurativa más destacada (a pesar de la enorme fama de su Beso, 1906).
En el cuadro se puede apreciar a la Muerte, delgada, en la zona izquierda del lienzo, envuelta en un sudario decorado al estilo acostumbrado del pintor (aunque un poco oscuro). Lleva un cetro en la mano y aún sin ojos, parece mirar la danza de la vida, a la derecha, esbozando una macabra sonrisa.
Tras un amplio espacio vacío, ahí está la vida, amontonada, caótica, siempre en movimiento, con niños protegidos por el abrazo de las madres, y hombres resguardando a sus mujeres… Un remolino de células, tejidos y figuras con los ojos cerrados para no ver lo inevitable. Una anciana penitente en el medio de este conglomerado parece comprender, resignada, que la muerte es un lento proceso, tan lento que dura toda una vida.