Prueba y error. Agilidad. De eso se trata. El nuevo entorno digital ha cambiado muchos de los paradigmas que hace poco dábamos por válidos. Internet, no solo ha puesto el mundo del revés sino que exige darnos la vuelta como un calcetín. Las grandes organizaciones, aquellas que veíamos como grandes rocas inmutables, lugares ideales donde hacer carrera y jubilarnos, han dejado de hacerlo.
El mundo, no cambiará. Ya está cambiando de un modo nunca antes visto en la historia de la humanidad. Ya no podemos hablar de una sociedad culturalmente homogénea. La irrupción de todo aquello digital deja dos grandes bandos: los que están IN y los que están OUT. Hay grises, claro. Pero esa es la brecha. Atrás han quedado conceptos como la globalización, digeridos sin piedad por el poder de internet.
Como marketers y desarrolladores de negocios en entornos digitales no nos queda otro camino que adaptarnos. Adaptarnos a conceptos como la incertidumbre, lo desconocido, lo nuevo o aquella en lo que ya vamos tarde. Los nuevos consumidores, los nuevos usuarios que vamos incorporando ‘al sistema’ responden a ciertas actitudes completamente distintas a las de sus hermanos mayores.
Las buenas noticias, para los sectores digitales, es que con estos cambios, se favorecen las fórmulas para desarrollar modelos de negocios de éxito. La primera lección es la agilidad a coste razonable. La metodología lean nos enseña un concepto altamente interesante: fallar al mínimo coste. Ante cualquier idea de negocio, lo primero que debemos hacer es testarla. Antes de invertir seriamente, debemos estar seguros de que se trata de una idea ganadora. Los prototipos, las beta son algo en lo que estamos muy acostumbrados, incluso como usuarios. Si tenemos una idea, un modelo de negocio, es mucho mejor desarrollar un producto mínimo viable (MVP) y ver como responde el mercado que realizar estudios de mercado.
Las malas noticias, que también las hay, es la baja tasa de éxito de los proyectos. En cierto modo, tiene su lógica. La cantidad de nuevos proyectos de 2017 es incomparable con el número de empresas creadas en 1980. En cualquier caso, se sitúa el porcentaje de intentos exitosos en 1 de cada 10 casos. Ante esto, es preferible invertir cuidadosamente en solo aquellos proyectos donde la probabilidad de éxito sea demostrada, gracias a los buenos resultados en las pruebas anteriores en entornos reales.
Y es con esta metodología que trabajamos en Valaiü. Ante cualquier idea, buscamos prototiparla para validar el modelo de negocio que hay detrás. Si obtiene buenos resultados y acogida en el mercado, insistimos. De no ser así, abrimos el cajón a la espera de mejores tiempos.