Evadiendo al Infierno I Parte

in libro •  5 years ago  (edited)

Un aporte de mi hermana para la comunidad...

Año 1984, Hospital General del Estado. En una habitación pequeña compartida con menos de dos metros cuadrados de diámetro pero con unas nueve camillas y muchos llantos de bebes recién nacidos; se encuentra el niño Luis. Orgullo de sus padres y alegría para sus tíos.

Tres años después en casa del abuela paterna, el niño Luis entre alegrías, bulla, risas y detonaciones de fuegos artificiales; se ve obligado a retirarse a casa de su abuelo materno donde ni una sola carcajada de ciudadanos de su edad están cerca ni siquiera la música, la alegría y las locuras o peleas de los mismos. Solitario y desconcertado se sienta en la sala de la casa de su abuelo pensando y muy triste por lo que sucedió.

No entiendo que hago aquí, va llegar el Niño Jesús a mi casa y yo tan lejos, mis primos allá donde mi abuela con mis otros tíos y yo solo aquí, mi mama porque me trajo yo llore solo porque quería que mi primo no me pegara mas, solo era eso nada más.

-- Hola Luis, como estas que malo esto ¿no? Tu mama debe de estar loca, seguro que ni te quiere, ¿cómo va traerte para acá? Allá estábamos tan alegres, hasta aprendiste a prender fuego con tus primitos, a beber el residuo de licor de los vasos de los adultos.

En ese momento interrumpe Pedro.

-- Feliz noche, que tranquilidad más necesaria para charlar y pensar en aquello que deseas para esta noche buena Luis, ¿ya sabes que escribirás en esa carta al Niño Jesús?, ya faltan pocas horas y… Interrumpe Luis.
-- Me siento triste, aquí no hay nadie, mis primos y tíos allá donde mi abuela están gozando, todo un año para verlos y hoy mi mama se propone y me trae, mi papa estaba muy contento bailando y mi mama de pronto va y le dice que se viene para acá y yo pensé que ella vendría sola y mira me trajo a mí. Aquí no hay nadie, la música no me gusta, solo somos cinco personas, no hay lo que quiero comer, mi abuelo está feliz de verme pero aunque lo quiero, no me gusta estar aquí hoy.

-- Pedro interrumpe, viste lo contento que está tu abuelo te agarra te carga y te presenta a todos, eso es muy bueno él daría todo por ti te lo aseguro.
-- Que ridiculez, interviene XX con una malévola mueca de media sonrisa. Luis quiere ser feliz hoy es un día para inventar, llorar, gozar, gritar y correr sin importar nada, no vengas con esas Pedro.
-- Pedro una pregunta ¿qué haces tú aquí?, lo mismo que tu XX, lo mismo que tu, yo soy tu oposición el contra peso de tu maldad, soy la bondad soy como el ángel guardián de los sueños y metas, de las buenas acciones de los deseos benévolos, de las carcajadas y alegrías bondadosas, soy la noche buena, soy la fe y las ganas de superarse, soy el auspiciador de las mentes que no se dejan convencer por los pensamientos de los demás, soy el sentir no robotizado ni serializado o sistematizado…
-- Soy, soy soy, blah, blah, blah. Que ridiculeces, mientas mas siglos tienes más estúpidos se ponen ustedes. Mira Luis, Yo soy XX. Has escuchado cuando lloras, cuando te cuesta comer algo ese soy yo protegiéndote para que no tragues eso y hago salir lagrimas para que te presten atención. Soy más importante que este.

De pronto se escucha una voz muy familiar y Luis se levanta de un salto.

Papa, papa. Viniste por mi vamos donde mi abuela.

De esta conversación solo quedaron vagos recuerdos en aquel inocente niño, nunca comprendió nada, es mas se podría decir que ni siquiera supo que pasó, él no sabía que eran sueños ni nada. Fue una noche donde él solo quería estar con sus familiares y primos de su edad, donde la alegría se desbordaba con la llegada de cada familiar a la casa de su abuela, donde sus tíos entraban a cada momento con comidas y cosas traídas desde estados cercanos. Una navidad muy deseada por él pues, durante el resto de los meses solo compartía con sus padres y compañeros de clases.

De la casa a la escuela, su abuela paterna vivía muy cerca pero entre estudios y quehaceres del hogar poco la visitaba. En periodos de vacaciones esporádicamente llegaban tíos o primos para jugar y solo compartía sus juegos con sus amigos de clases.

Su abuelo materno cada mañana llegaba a su casa y con un silbido despertaba la concentración para salir a abrir la puerta. El posee unos abuelos muy ingeniosos, se las inventaban para satisfacer sus necesidades, creaban maquinas, eran trabajadores en el campo y también en la ciudad. Se desempeñaban en trabajos informales.
Por el contrario sus padres se esforzaban por estudiar y así fue como lograron ser maestros de escuela y hasta directores.

Una mañana terminada la última clase para salir de la educación media y proponerse una meta de hacer una carrera.
¡Puff!, de la nada ve aparecer una cara extraña entre los habitantes de su entorno escolar pero familiar que se va acercando a él desde un pasillo del liceo y lo curioso es que a las personas que él tocaba, tropezaba con su hombro o señalaba; se ahogaban y caían al piso, lloraban desconsoladas, comenzaban a golpear a otros estudiantes ósea; venía haciendo cosas no muy buenas pero nadie parecía verlo, solo Luis.

Escritora: JhoyPaez

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