Un buen amigo solía decir: “Si ya has visto Chichén Itzá y Machu Picchu, entonces lo has visto todo”. Considerando que mi amigo es italiano y vive a una corta distancia de ese famoso Coliseo que aún no visité, queda más que claro que se estaba refiriendo puntualmente a los vestigios históricos de nuestro continente. Como dije, es un buen amigo, no un buen viajero.
Por aquél entonces había realizado ya mi primera gran hazaña de llegar con la mochila desde Buenos Aires hasta Cuzco. Me había sacado la buscada foto con el Waina Picchu de fondo y había partido hacia México en busca de mi segunda aventura. A Ramón lo conocí precisamente en Mérida, trazando la ruta maya. Honestamente, salvo que uno sea un gran aficionado por la historia, después de la tercera o cuarta ruina la ansiedad decae un poco y uno empieza a automatizar el interés. Sin embargo, sería un pecado llegar hasta Tulum y no admirarse de las pirámides con el mar turquesa de fondo, o ir a Guatemala y no pasar por Tikal.
Sin importar la cantidad de ruinas que uno haya visitado, siempre aparece algo nuevo (nuevo para nosotros que apenas conocemos sobre estas culturas, claro). Tal fue el caso de San Agustín, en el departamento de Huila, Colombia. Otro amigo que también está mochileando, me había recomendado el pueblo de San Agustín por su sinceridad existencial, poco contaminada con el turismo, y por la paz del ambiente. Confiando en su recomendación, dirigimos nuestro pulgar hacia ese norte, sabiendo que además del aire colonial, en San Agustín se encuentra uno de los Parques Arqueológicos más importantes del país.
A diferencia de otros vestigios, no se hallan aquí restos de ciudadelas ni fortalezas. Lo que hace de San Agustín un sitio distinto son sus enormes estatuas de piedra construidas en una sola pieza, con expresiones y líneas bien conservadas. Aunque la mayoría son figuras antropomorfas, también hay representaciones de animales. Poco es lo que se sabe de esta cultura, pues no conocían la escritura y se extinguieron muchos años antes de la colonización, dejando estas estatuas como únicos vestigios de su civilización. Lo que sí es certero, es que aunque hoy las veamos expuestas y distribuidas en todo el parque, fueron creadas para ser enterradas en los cortejos fúnebres, como guardianes eternos.
El Parque Arqueológico San Agustín es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1995. Me resultó sorprendente que con una distinción tal, y siendo que la estatuaria está en perfectas condiciones, sólo el 10% de sus visitas provengan desde el exterior. En realidad, me retracto. El número es congruente con la escaza promoción turística del destino a nivel internacional. Lo que me parece increíble es que no se dé a conocer un sitio de estas características.
Aquí les dejo algunas fotos, y una anécdota tragicómica para el final. Disculpa que te contradiga Ramón, pero por más que hayas visitado Chichén y Machu Picchu, en Latinoamérica, JAMÁS lo habrás visto todo…
Y la anécdota es la siguiente:
Viendo que el sitio se encuentra en muy buen estado y que realmente vale la pena visitarlo, contactamos con el administrador para pedir información, con la idea de incluirlo en nuestro próximo libro, y además para ofrecer una nota en alguna revista, si surgiera la oportunidad. Como no tienen fotos institucionales, apelamos a nuestras cámaras y obtuvimos parte del material que ven en este blog.
Dos días más tarde nos llega esta carta de parte del ICANH (Instituto Colombiano de Antropología e Historia):
Estimado Señor: Me refiero a su atenta comunicación del pasado 20 de los corrientes, recibida bajo el número 3787, en la que solicita autorización de ingreso al parque Arqueológico de San Agustín y del que seguramente harán registros gráficos de su contenido con miras a la publicación “Caminos Invisibles de América”, para informarle que todo materia divulgativo relacionado con imágenes del parque debe contar con un contrato de licencia previo. Con el objeto de establecer el valor de los derechos para publicar la información en comento es necesario que ustedes nos indiquen el número de ejemplares que estiman se publicarán, número de páginas, número de páginas dedicadas al Parque Arqueológico de San Agustín, número total de fotografías que compondrá la obra y número de fotografías de nuestro sitio patrimonial a incluir. Igualmente es indispensable contar con una estimación de los precios de venta al público de la obra. Quedamos aténtenos a la información para continuar con el procedimiento establecido institucionalmente para el efecto.
Cordialmente,
Ma. Ester XXXX XXXXX
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