Próculo Flequillo Moroso Calvo va a la Escuela Militar.
Mientras viajaban hacia la Academia Militar de Sub Oficiales en el raudo automóvil de Cesario Méndez y portando una carta de recomendación de dirigente Alfanal Estrella, recordó aquel glorioso momento cuando tuvo conocimiento de la madre de Próculo, mientras, este observaba como pasaban los árboles, y a su lado el cerro permanecía casi inmóvil, el conductor del auto comentó:
-En lo alto del cerrito aquel, el que llaman cerrito blanco, el comandante supremo Victoriano Lotero lanzó las palabras contra Faustino y sus bandidos...
-“¡Obontiqueños ! Desde lo alto de este encumbrado pico miles de años de historia nos contemplan, las tropas adiestradas y preparadas con el modelo espartano por el general internacional Sodumus Kontrapópulus, batirán hoy en la llanura Paso de La Mona, a los macilentos servidores de las potencias extranjeras a las que les advertimos: Quo usque tandem abutere patientia nostra? “hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia”-
Cesario Méndez Osario extasiado repetía el discurso con los ojos cerrados, repentinamente se detuvo y con sardónica sonrisa miró a su acompañante:
-Te preguntarás Próculo cómo es que todavía me acuerdo tan claramente de esa magna obra de la oratoria clásica, digna de un Cicerón, como Las Catilinarias... y es que yo se la redacté... ¡y claro!... el carisma del Comandante en Jefe Victoriano Lotero, junto a la preparación del ejército hizo el resto...
Mientras esperaban en el amplio salón victoriano, decorado con retratos de bigotudos y huraños generales sorprendidos y ataviados en los óleos con las más ridículas poses: coronados con hojas de laureles doradas o montados en carruajes y seguidos por ninfas flotantes en el aire y semidiosas griegas de hermosos pieses desnudos; alguno montado en blanco y grueso caballo, con enguantadas manos sosteniendo las riendas de la briosa bestia, mientras Palas Atenea con su dorada armadura y lanza flota a su lado, al parecer le susurra al oído un soplo de inspiración, mientras al fondo los restos de un templo griego es acosado por una tormenta de truenos, relámpagos y una robusta y desnuda mujer reposa en medio de la columnata sin prestar la más mínima atención a la tempestad que se desarrolla a su lado. Esa copia reproducción, del maestro italiano Giorgone, al parecer marcó la actitud de Próculo como gobernante cuyo talante intelectual estuvo marcado por la indiferencia a las tempestades sociales que terminarían por sacarlo del poder.
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