Cuento: La cita en la avenida Foremont

in literatura •  5 years ago  (edited)

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Esa serena noche de octubre Joseph decidió no llevar sus anteojos. La máscara de payaso que calzaba en su rostro le hubiese imposibilitado usarlos. Tras contemplar su llamativo aspecto en el espejo, tomó sus llaves, acomodó su corbata, se roció perfume, y salió de su apartamento con un traje que brillaba como luz de neón en tonos amarillo y violeta.

Mientras era transportado por el elevador, Joseph sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y se dispuso a llamar a Howard, su más cercano amigo de la universidad. Dos días antes, ellos habían acordado encontrarse esa noche de en un restaurante de la avenida Foremont. Howard lo había invitado a una fiesta de Halloween que habría cerca de ese lugar, en la casa de su hermano, pero no había sido demasiado específico con la dirección.

Pero fueron totalmente fútiles los intentos de llamarlo. Joseph marcó el número de Howard varias veces, pero ni siquiera recibió una respuesta de la contestadora. Curiosamente, sus llamadas nunca consolidaron una conexión a pesar de que la señal estaba en su tope; pero Joseph no lo sabía. Al no contar con sus anteojos se le hacía imposible detallar un ícono tan pequeño en la pantalla de su móvil.

Las puertas del elevador se desplazaron en la planta baja. Joseph surgió de ellas hacia el lobby, redactando un mensaje en su teléfono que llegaría muy tarde a su destino. Si hubiese prestado atención, habría notado la evidente intermitencia de las luces que quedaron brillando tenuemente por casi dos minutos. Si hubiese tardado diez segundos más antes de salir de su apartamento, se habría quedado encerrado en el elevador durante ese periodo de tiempo.

Joseph debía tomar el Metro Para llegar a la avenida Foremont. Había una estación a un kilómetro del edificio donde vivía. Usualmente caminaba hasta su entrada escuchando música con sus auriculares. Si no hubiera ocupado tanto su audición, él habría escuchado los murmullos que comentaban los extrañísimos eventos que se desarrollaban a su alrededor. En cambio Joseph avanzó con la mente en aislamiento y la vista borrosa.

Eran las 7:43 PM cuando Joseph abordó el tren. En ese momento jugaba Angry Birds mientras su móvil reproducía Party Rock Anthem. Durante su trayecto se desplazaba velozmente en un vagón solitario. Si no hubiese estado moviéndose tan rápido, habría percibido las intensas vibraciones que se produjeron mientras tiraba de una resortera para acabar con la casa de un cerdo verde.

El arribo a la estación Foremont no fue anunciado a través de las bocinas, pero Joseph había contado las estaciones hasta el lugar. Adaptado a la vida de ciudad, Joseph podía calcular con suma precisión el tiempo que tardan los trenes del metro para alcanzar cada una. Salió del tren con prisa y guardó su móvil. Cuando emergió de las escaleras, Joseph notó la humedad que permeaba la calle, pero no le dio importancia alguna. Si no hubiese estado bajo tierra, habría visto como el agua cayó del cielo como una ola dos minutos antes.

La calle lucía extremadamente solitaria para ser un día de Halloween. Fue esa la primera señal que dejó a Joseph atisbar que algo extraño ocurría, pero ese dato era insuficiente evidencia para hacerle saber que asistir a esa cita había sido una terrible idea. Si hubiese visto las noticias esa mañana, como solía hacerlo, se habría enterado de que un cometa cruzaría el cielo de su ciudad esa misma noche; pero esa mañana se había levantado tarde y pasó todo el día sumido en el ocio de las paritdas de Gears of War en linea.

Joseph había tomado una actitud ampliamente desinteresada desde el día en que renunció a su trabajo. Durante tres años había servido como vendedor en un concesionario de autos donde destacó en su labor por sus encantos con las mujeres. Tenía una remarcable habilidad para venderle al sexo femenino, y no dudaba en aprovechar sus capacidades para también convencer a hombres de comprar sus autos.

Pero Joseph no solo se interesaba en el éxito laboral. De hecho, lo que apreciaba de su trabajo era le permitía acercarse a mujeres que en ninguna otra circunstancia serían tan asiduas a compartir con él un número telefónico. Para Joseph, seducir señoras adineradas para cerrar ventas era un negocio rentable que, además, lo satisfacía sexualmente.

Durante los tres años que Joseph cumplió trabajando en ese concesionario, llegó a vender una cantidad promedio de dos autos a la semana. Nadie lograba resultados tan excepcionales en su trabajo, pero ese je ne sais quoi que ostentaba Joseph le permitía una vida lujosa, un puesto privilegiado en su en la compañía, ingresos que le procuraban los excesos y las comodidades que deseara, y coito con casi cualquier mujer que sus instintos primitivos le reclamaran.

Sin embargo, Joseph detestaba muchísimo tener que seguir horarios. Por ese motivo, durante todo el tiempo que permaneció en su trabajo como vendedor repudió su estilo de vida y optó por ahorrar buena parte de sus ganancias para hacerse con un negocio propio. Un mes antes de que decidiera asistir a esa fiesta, los ahorros de Joseph alcanzaron el monto que necesitaba para, al fin, tener un bar propio, justamente, en la avenida Foremont.

Cuando Joseph llegó al restaurante donde lo había citado Howard, se sorprendió al descubrir que este estaba cerrado. Sin más remedio que encontrar a su amigo para llegar a su destino, Joseph marcó el número de Howard en su teléfono sin tener, de nuevo, ningún éxito al contactarlo.

Frustrado, y sin ideas para solucionar su situación, decidió esperar frente al restaurante con la esperanza de que Howard lo abordara en cualquier momento para llevarlo hasta la fiesta que le había prometido. Pero Howard nunca llegó al lugar durante toda esa noche.

Luego de esperar un par de minutos, la exacerbada soledad que colmaba a la calle Foremont empezaba a incomodar a Joseph. Algunos juicios de sospecha empezaban a aflorar entre sus pensamientos, pero no lograba llegar a una conclusión vagamente acertada sobre lo que ocurría durante esa fría noche de Halloween en aquella ciudad.

La paciencia de Joseph se agotó casi a las 9:20 PM. Ya se resignaba a pasar esa noche en su apartamento jugando con su Xbox o viendo alguna película. Si no hubiera sido tan indeciso y se hubiese devuelto cuando lo pensó, dos minutos antes, no habría conocido a la atractiva mujer que tropezó con él cuando intentó darse vuelta.

—Lo siento… de verdad lo siento. ¡Qué distraído soy! —Dijo Joseph.

—¿Por qué me pides perdón? —preguntó ella.

—Porque fue mi culpa. Debí ser más cuidadoso, realmente y no la vi venir.

—Oh… ¿y eso debería ofenderme?

—Pues no, realmente no, pero es un acto de cortesía el pedir disculpas por ello.

—No se preocupe —respondió ella—, no puedo molestarme.

—Gracias por eso. ¿Y disculpe que la retenga, pero ¿sabe usted por qué este restaurant no abrió el día de hoy?

—No lo sé. Yo vivo muy lejos de aquí.

—Comprendo. Supongo que ahora debo irme a casa y quitarme este ridículo traje —se quejó Joseph.

—Realmente no me parece un traje ridículo —replicó ella— De hecho, tiene un rostro excesivamente curioso: parece un payaso, pero está triste… ¿No debería un payaso estar feliz?

—Se supone que los payasos deberían ser felices pues es su trabajo transmitir entusiasmo, pero esto es un disfraz de Halloween, no debe tener sentido obligatoriamente. Aunque me hace pensar en un chiste que me contaron alguna vez.

—¿Un chiste? ¿Era uno bueno? —preguntó ella.

—No realmente. Más bien diría que es un poco filosófico y eso quizás arruina mucho la gracia. Un chiste no debe hacerte pensar sino hacerte reír.

—Un chiste sobre un payaso triste seguramente es un chiste triste —concluyó ella.

—Precisamente… Es un gran gusto conocerla, me llamo Joseph Milo.

—Mi nombre es Mary Frout. El gusto es mío.

—No puedo expresar en palabras cuanto lamento haber tropezado contigo. ¿Podrías darme la oportunidad de enmendar mi error? —preguntó Joseph con voz dulce, esperando que su máscara de payaso triste no afectara su capacidad para cortejar.

—¿Cómo harías eso?

—Quisiera invitarte a comer algo. Si tienes hambre, y no tienes nada muy importante por hacer, podría ser ahora mismo.

—Tengo que irme pronto —dijo ella.

—No nos tomará demasiado tiempo —afirmó él.

—Pues está bien. ¿A dónde quieres ir?

—Diría que a este restaurant, pero obviamente no sería posible. Aunque puedo hacer algo especial para ti hoy.

—¿Algo especial? ¿A qué te refieres?

—Ya lo verás, lo pasaremos muy bien. Acompáñame.

Mary no titubeó ante la solicitud de Joseph y lo siguió sin hacer preguntas mientras él planificaba cómo acostarse con ella. Caminaron algunas cuadras para llegar al local que Joseph había comprado un mes antes, con el ambicioso objetivo de iniciar allí el negocio de sus sueños. Sacó las llaves de su bolsillo y las agitó como si alardeara por tenerlas. Al abrir la puerta, Joseph invitó a Mary a entrar, y ella lo hizo al instante.

El desordenado espacio interior del local ya tomaba ligeramente el aspecto de un bar funcional. Joseph se retiró la máscara y respiró un poco aire fresco antes de entrar iluminando su paso con el flash de su teléfono. Las luces se encendieron al unísono cuando accionó el interruptor en el depósito.

Antes de las once de la noche, luego de una breve charla entre tragos de alcohol y masticadas de botanas, Joseph hizo uso de sus reconocidos encantos para besar a una sumisa Mary.

Poco a poco fue quitándole la ropa. Levantó su vestido y se lo quitó con furia para alcanzar velozmente sus labios de nuevo. Desabrochar su brasier le resultó sumamente sencillo, y mientras ella se recostaba, él desabrochó su pantalón con apremio.

Si la serie de peculiares sucesos que ocurrieron en ese día no hubieran aislado a Joseph, dejándolo ingenuo ante la explícita irregularidad de su situación, tal vez él todavía estuviese con vida. Si no hubiera dejado sus anteojos en su apartamento esa noche, habría notado la grotesca deformación que se dibujaba en el rostro de Mary haciendo a su boca se dilatarse más allá de lo que posible para un cuerpo humano.

Si Joseph no hubiese sido tan imprudente, ese ser depredador que descendió del espacio no hubiese empezado a devorarlo en ese momento. Antes de que siquiera pudiese quejarse por el espantoso dolor que le provocaría, Mary destrozó su garganta dejándole sin voz, proyectando en respuesta una mirada horrorizada. Su prominente estupefacción se conjugaba con una sólida incredulidad que lo acompañó durante sus últimos segundos de vida.

Unos fríos tentáculos rodearon la cabeza de Joseph dejándola inmovilizada mientras sus ojos eran extraídos de sus cuencas. Sus orejas fueron despegadas de su cráneo en un instante mientras la sangre salpicaba y surfeaba en sus mejillas hasta alcanzar su barbilla.

La abertura que la criatura autodenominada como Mary hizo pasar por vagina, enganchó el pene de Joseph y se transmutó junto a sus piernas a unas extensas fauces que empezaron a desgarrar su cintura y su espalda baja, quebrando sus caderas a la vez con un estruendo. Su forma artificial ya se había alejado de lo reconocible.

Los repulsivos y afilados dientes que se formaban de lo que se decía llamar Mary, penetraban el cuerpo del desafortunado Joseph como si atravesaran una hogaza de pan, produciendo un intenso ardor tan enervante que su mente colapsó y le dio la paz de la inconsciencia justo antes de que fuera engullido por la incomprensible figura en la que se había convertido ella.

Una vez satisfecha, la criatura llamada Mary se sacudió como una cucaracha de espaldas mientras adoptaba una forma ovalada con un oscuro color verde. Luego de eso, tardó al menos una hora antes de moverse de nuevo, solo para adquirir, finalmente, la forma del cuerpo de Joseph y recubrirse con un disfraz idéntico al que llevaba puesto para asistir a una fiesta a la que jamás pudo llegar.

Un abrazo enorme..png

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Muy buena tu narrativa, @huesos.
Gracias por publicar tus escritos acá.

Muchas gracias a ti por leerme. Un gran abrazo.

Este cuento es muy extraño jaja, pero a fin de cuentas me gusto y tienes mi voto.

Impresiones buenas:

  1. El cuento tiene cierta lógica en relación al antecedente del personaje principal con su comportamiento final, que lo lleva al desenlace.
  2. Manejas muy bien las descripciones y marcas un buen ritmo en la narrativa, aun en el desenlace pareciera mas o menos mantenerse a pesar que, por naturaleza, en este tipo de narraciones el desenlace requiere un ritmo mas acelerado.

Impresiones no tan buenas:

  1. Creo que hay varias palabras que pueden ser sustituidas, en ocasiones me pareció toparme con algunas muy arcaicas, generalmente se suele recomendar usar términos mas sencillos y familiares para el lector.
  2. En el punto del desenlace me pareció muy abrupto y me llevo a pensar automáticamente ¿que es esto? no se si pudieses colocar un foco de atención sobre el beso y de allí hacer surgir el desenlace de una forma mas o menos natural, entrelazando descripciones normales a las paranormales.

De resto creo que todo me pareció bastante bueno, tienes potencial, pero como todo es necesario seguir creciendo.


Nota: disculpa si no soy muy claro, pero no quiero colocar spoilers a nadie que se atreva a leer los comentarios antes de leer el cuento.

En realidad aquí subo simples borradores, y no soy tan cuidadoso intencionalmente. Precisamente para el detalle del final y algunas sucesiones entre los eventos pienso hacerlo más natural para el lector. En el detalle de las palabras yo suelo ser más poético, pero en el caso presente decidí dejar un lenguaje mucho más sencillo enfocado en un estilo de crónica. La versión final, por mi propia manía, creo que tendrá un vocabulario mucho más nutrido y probablemente más rimbombante.

Gracias por tu análisis. Un gran abrazo.


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¡Excelente cuento! Me pudo hacer imaginar como nunca antes :P

¿En que época estaría ambientado este cuento? Por alguna extraña razón pensé en los años 40.

Pues te felicito, aunque haciéndolo me felicito a mí mismo, porque quise crear esa sensación anacrónica. El relato se desarrolla en el año 2012, pero en mi mente era un 2012 con algún aire clásico, dominado por mi inspiración cyberpunk.

Lo que quise reflejar es que la historia pareciera hecha por un escritor de mediados del siglo pasado hubiera imaginado con precisión lo que se viviría en 2012, añadiéndole el detalle fantástico de una invasión alienígena.

Usualmente hago ese tipo de juegos de perspectiva en estos relatos que publico, que no son más que mis borradores, mis prácticas preliminares, para escribir obras de diversos géneros incluyendo, sobre todo, sci-fi y horror.

Gracias por tu comentario.

Me alegró el día.

Que relato! Un final inesperado y lleno de terror... Terror para aquellos que asistirán a esa fiesta... Saludos

Es difícil crear ambiente en un relato de horror, y creo que es por ello que lo prefiero para desarrollar mis habilidades. Generar una expectativa a través del desarrollo fue una excusa para justificar el impacto que pretendo causar en el punto cumbre de la historia.

Últimamente he estado tratando de averiguar qué ocurrió en otros lugares del mundo durante ese evento...

Un gran abrazo.