-Abuela ¿estás por ahí?
-Aquí en el cuarto, mijo - Entonces se oía el chancletear, de quien se dejaba venir por entre el zaguan-.
Era el negro Bastase, amigo de la casa, quien llevaba ese peculiar apodo porque cuando algún vecino le pidia un favor, él cordialmente respondía : Bastase que usted me lo pida. El negro Bastase sufría de dolencias en sus piernas, al parecer de joven sufrió un accidente donde se lastimó las piernas y cuando se acercaba el invierno, comenzaba a padecer de dolores y espasmos. Era entonces cuando recurría a las santas manos de la abuela, quien ya centenaria guardaba recetas de bebedizos, rezos, ensalmos y ramazos. La abuela le tenía especial fé a las hojas de mango, las cuales según ella tenían muchas propiedades medicinales; era buena para controlar la diabetes y para tratar torceduras, inflamaciones y magulladuras musculares.
La abuela ya tenía preparados sus brebajes; uno para tomar a base a la hoja de mango y una bañera con agua bien caliente, sal mucha sal y un gran puñado de hojas de mango. En un viejo catre recostaba al paciente, luego le ponía compresas en las coyunturas o donde se manifestara el malestar, una vez culminado el procedimiento arropaba al individuo en una vieja manta y allí debería quedarse a dormir porque no le podía agarrar el sereno. Susurraba (pa dentro), un padre nuestro y tres aves maría (con el rosario en manos) y mañana a trabajar, decía. Esas eran las sabias palabras de aquella vieja que sentía devoción e infinita fe por las hojas de la mata de mango.
Amanda Reverón
Relatos -2015
@amandareveron
Grupo en facebook: La casa que soy/ poesía y narrativa
*"Mango" 100x 81cm Óleo sobre lino
Alejandro Rodríguez Fajardo (1969)
Las Palmas Gran Canaria - España