##Logro 1 : Protagonista de la Historia, fabulas y cuentos imaginarios.

in logro-1 •  3 years ago 

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Omar Alvarez/ Omar A./ Caracas, Panteón Nacional/ 24 de Julio 2017
Omar Alvarez:

Saludos, vecinos de cyber spacio, soy Venezolano, mayor de edad (se nota???), Padre de tres hijos (dos niñas y un varón), escritor, compositor, educador, perseverante.

Nací en Margarita, Edo Nva. Esparta-Venezuela, el 5 de Julio de 1964, fui bautizado con el Nombre de Omar Alvarez, crecí en el seno de una familia compuesta de 6 hermanos, de los cuales soy el menor. Mis padres decidieron mudarse a Caracas y allí crecimos.

Me dedico a enseñar y explicar la historia de Venezuela y Universal, haciendo honor a mi logro alcanzado en la UCV como Licenciado en Historia.

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Mi niñez la vivi, en el barrio 23 de enero, y parte de mi juventud, en la zona de Los Chaguaramos, ambas zonas, quedan en Caracas. Recuerdo que ambas etapas - niñéz y juventud -, las disfruté al máximo. A los nueve años estoy en un club de artes marciales, aprendí kun fu. A los 17 años, terminé el bachillerato. Le manifesté a mi apreciado padre, mí interés en ingresar al servicio militar. Él hizo una autorización, ya que era menor de edad, para alistarme al cumplimiento de mi deber. Ingresé a un batallón de la Policía Naval. Durante los tres meses, aprendí la disciplina militar. Realicé cursos de comando. Para ese entonces, seleccionaban a los mejores reclutas de los cuatro componentes - ejército, naval, aviación y guardia nacional.

Me aliste en la escuela naval. Luego nos seleccionaron para ir al extranjero a efectuar un curso de Comando Superior en la ciudad de Panamá. Fue un curso avanzado, exigente; pero sin lugar a dudas aprendí mucho. Al regresar a mi país, me enviaron a hacer el curso de Guardia de Honor. Entrando al regimiento, con el grado de distinguido. Ya habían pasado, doce meses, desde mi primer día, como castrense. Tres meses después, fui asignado al segundo anillo de seguridad del Presidente. Cuando cumplí, los dieciocho meses, en el servicio militar, ya tenía licencia para retirarme a la vida civil. Tenía el grado de cabo primero. Hablé con mi general Briceño, sobre mi interés de quedarme en la vida militar. Él me recomendó, que me inscribiera en la Academia Militar, para ser oficial.

Seguí custodiando al Presidente; luego pasé al primer anillo de seguridad. Recuerdo una cena navideña del Presidente, con su personal, El me preguntó cuáles eran mis planes, una vez, cumplido el servicio militar, le dije: "Sr. Presidente, me gustaría ser investigador.

Después de tres meses, de aquella conversación con el Presidente, mi general Briceño, me invita a formar parte de un curso intensivo en la sede de la Dirección de Inteligente Militar (DIM). Tres meses después me autorizan y entro a la Escuela de formación de Inteligencia Militar. Allí aprendí actuación, locución, cambio de voz, psicología, oratoria, un sin fin de cosas, perfeccionando también las practicas del Kun Fu.

Una noche de tantas, estoy en la cuadra -dormitorio-, pienso que mañana es mi cumpleaños número 21. Culminando los estudios en la DIM. Sera nuestra primera misión, infiltrarnos en la Universidad Central de Venezuela (UCV). El objetivo era localizar el lugar donde guardaban armamento -armas, bomba molotov, enlaces, partidos políticos, grupos subversivos, entre otros-.

Fuimos asignados e inscriptos en la Escuela de Historia-. De esta manera, comencé a estudiar en la Universidad Central de Venezuela, mejor conocida como UCV. Vivíamos en una residencia estudiantil, cerca de la Universidad. Nuestro objetivo en la Escuela, era localizar al líder de un movimiento x, y las armas, cuya "guarida" se encontraba en dicha Escuela. Para ese tiempo, los Jueves era de protesta, los infiltrados, le denominamos, jueves cultural.
Luego de haber participado en varias manifestaciones, pude introducirme a la organización estudiantil.

En una oportunidad estando en una clase en la Escuela de Historia, a una compañera de clase, se le escuchó: "aquí pájaro tres. Informe!". Yo estaba a tres pupitres de la muchacha que tenía oculto en su bolso, un radio transmisor. Ella se puso pálida, y con tranquilidad lo apagó. Más adelante supe que agentes de la DISIP también estaban infiltrados. Después de seis meses, de haber entrado a la Escuela, pude conocer al líder, que no era él, sino era ella. Una linda muchacha, con una cabellera larga, alta, de tez trigueña, de buen hablar, educada, de apellido Guevara, alias "la muñeca". Había nacida en Margarita, mi terruño de nacimiento. Estudiaba en la Escuela de Geografía. Su lugar teniente, era otra muchacha, bonita, un poco gordita.

En ese contacto con los compañeros de la Escuela, de otras escuelas, de otras facultades, en la residencia donde vivía. Nos reuníamos, conversábamos, bromeábamos, compartíamos en el comedor; ese espíritu de compañerismo universitario; sin darme cuenta, poco a poco iba adquiriendo, una sensibilidad social. La gran mayoría de los estudiantes, venían de clases bajas, de otros estados de Venezuela, sus padres se sacrificaban para que sus hijos fuesen universitarios, profesionales.

Se filtró la noticia que las armas estaban en un depósito de la Escuela de Bibliotecología y Archivología. A través de un amigo de la residencia estudiantil, perteneciente al Consejo estudiantil, me consiguió un cupo, en la dicha Escuela. De manera que estudiaba en la tarde en la Escuela de Historia y en el turno de la mañana, en Bibliotecología. Hice mi trabajo de inteligencia, y tampoco pude encontrar el arsenal que supuestamente existía en la universidad.

En la mañana del 27 de febrero de 1989, estalla en Guatire -una zona cercana a Caracas-, el "caracazo". Nombre dado a una manifestación de lucha popular, que la gente de bajos recursos económicos se "lanzó" a la calle saquearon los negocios para tomar productos de la cesta básica, entre otros. Fue un movimiento sin bandera política, sin liderazgo, sin organización, que estalló en Guarenas, lo siguió Caracas, luego, el estado Aragua. Se le dio el nombre de "caracazo" porque en Caracas, está la mayor población de habitantes, también porque en esta zona las acciones fueron más violentas, y duraron más de 48 horas. Lo cierto es que los líderes estudiantiles de la Universidad Central de Venezuela, no tuvieron nada que ver con esa manifestación. Vuelto a la normalidad, continúo con el trabajo de inteligencia, hasta que se filtra la noticia, que supuestamente el arsenal se encontraba en la Biblioteca Central.

De ahí en adelante comienzo a ir más seguido a la biblioteca, me hice amigo de la gran mayoría de los trabajadores del recinto bibliotecario; hasta el punto que conseguí un empleo, primero como contratado, luego como trabajador fijo. Trabajaba en el área de la Hemeroteca, mejor conocida como el piso 3. Revisé el edificio de arriba a abajo, y nada, no había ningún depósito de armas. Lo que, si es cierto, durante las manifestaciones, si había algunas pistolas; las mismas eran de varios delincuentes de San Agustín del Sur -zona populosa de Caracas, ubicada al lado de la Universidad -, aprovechaban los disturbios para descargar sus armas contra la policía.

En la mañana del 4 de febrero de 1992, la Universidad se ve sacudida por grupos de militares que irrumpieron en su interior, a pesar que estaba prohibido la presencia militar y policial. Pero esta entrada abrupta tenía su explicación: se había dado un intento de golpe de Estado en Venezuela. A partir de ahí, el gobierno se puso duro contra la universidad. El general que estaba a cargo de inteligencia militar, fue destituido; nosotros también corrimos con la misma suerte. En diciembre de ese año, me retiro definitivamente del cuerpo castrense.

Continúo trabajando en la biblioteca Central, a la par estoy cursando, historia y bibliotecología. Me gradúo de Lic. en Historia. Hago el componente docente en la Escuela de Educación. Contraigo matrimonio por lo civil y eclesiástico, con una tesista de la Escuela de Artes. Me retiro del trabajo en la biblioteca Central. Nos trasladábamos a la isla de Margarita, fijamos nuestra residencia en Porlamar. Trabajé en varios liceos, institutos universitarios, en la Universidad de Oriente (UDO). Concursé y salí seleccionado para el cargo de profesor de metodología de la investigación, en el Instituto Pedagógico Libertador (UPEL).

En 1995, nació mi querida y apreciada hija. En el 2006, llegó el fin de mi matrimonio, nos divorciamos. Para ese entonces estaba haciendo mi tercera maestría, pero el tutor se había trasladado a Caracas. Iba cada quince días a la capital para asesorarme con él, en la Universidad Central. No sólo era mi persona que asesoraba, era un total cinco alumnos, 3 hombres y 2 mujeres. Una de ella; una linda y simpática dama, va a ser mi segunda esposa. Ingeniera industrial, trabajadora en una empresa de telecomunicaciones; vivía en Caracas. Luego de un tiempo de noviazgo, pido traslado hacia Caracas, después de seis meses, lo consigo. Me traslado para Caracas, alquilamos un apartamento, nos casamos por civil, procreamos dos hijos, mellizos, hembra y varón; actualmente tienen 11 años.

Actualmente vivimos en el estado La Guaira. Ella de 56 años, este servidor, 57 años. A ella le falta un año de servicio para jubilarse, son 30 años. Yo pedí mi jubilación adelantada, cobro el 70% casi nada devengo mensualmente, debido a la crisis económica existente en Venezuela. Por esa misma crisis, pedí mi jubilación adelantada, para irme a Argentina. En enero, 2018 me enrumbo a ese país, en busca de mejoría económica. Llego en casa de un buen amigo. De nada valió mi licenciatura de Historia, mis cuatro maestrías, diplomados y un sinfín de cursos. El trabajo que encontré fue en un bodegón, de limpieza. Entraba a las 7:00 am; y llegaba a la casa del amigo, como a las 8:00 pm. Primera vez en mi vida que limpiaba poceta, piso, ventanas de otras personas, bueno como siempre digo: siempre hay una primera vez… Ganaba mejor que en mi país, pero me faltaba el calor de mi hogar, a veces me deprimía, casi no leía un libro, ni revistas; sólo de la casa al trabajo, y del trabajo a la casa. De domingo a domingo. Todas las semanas le enviaba el 80% de lo que ganaba a la familia; mi pago en el bodegón era semanal.

Mi esposa me manifestó que tenía dos períodos que no tomaba vacaciones. Su idea era pedir las dos vacaciones e irse pasarla con su familia en el estado Táchira; en un pueblito llamado, Bramón, casi frontera con el país, Colombia. Así lo hizo, en enero de 2020, tomó sus vacaciones y se fueron para el Táchira. Le manifesté que también me iba para allá. Y así fue, en febrero de 2020, llego a Venezuela, a la población de Bramón, pesaba 115 kilos, soy una persona alta, 1.79 m. Tuve un mes en descanso, antes de partir para el estado La Guaira. Cuando nos disponíamos venir, el 17 de marzo, ya que la cónyuge se reintegraba el 25 de ese mes; el Presidente Maduro, decreta el 15 de marzo, cuarentena en todo el territorio nacional, debido al Covid-19. Tuvimos que quedarnos por nueve o diez meses. Allá trabajaba en una finca, ordeñando vaca y en hacerle mantenimiento a la gran variedad de árboles existentes. La finca quedaba a un kilómetro donde vivíamos, el camino para llegar hasta allá, era empinado.

Durante los diez meses que estuvimos en en Tachira, bajé de peso, un total de 35 kilos, debido a las caminatas diarias, el frío reinante, y por no poder ingerir las tres comidas diarias. Mi esposa y los morochos, también bajaron de peso.
Cuando dieron "luz verde" para trasladarnos de una región a otra; nos regresamos al estado La Guaira, un 6 de diciembre de 2020. Al llegar al edificio donde vivimos, las personas no nos conocían, sobre todo a mi persona, debido que había adelgazado demasiado.

Hemos perdido la pena y seguimos inventando y reinventando a diario, para adquirir lo básico en alimentos para la familia, gracias a Dios tenemos buenos vecinos, familia y conocidos a los que acudimos en ayuda de una “harina o un arroz” para comer… a ocurrido que en caso que no tenemos para comer, llevamos a los niños a casa de una hermana, allí le dan comida y Yo junto a mi esposa ese día no comeremos, por la escases en nuestro hogar. Hay otros días que llega la bolsa de alimentos subsidiada por el gobierno, con ello en una semana estamos aliviados, no pasaremos hambre…
En verdad, las condiciones que se vivimos en Venezuela, son difíciles.

Ya para concluir este pequeño relato, le puedo decir, que actualmente subsistimos, con el sueldo de la cónyuge, el 75% de mi jubilación, escribiendo artículos para grupos, block y páginas existentes en las redes, asesorando tesis y pintando paredes, pintando ventanas...

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