Se escuchan claramente el clamor de las olas que piden tu existencia en ellas, sin olvidar mi mente, que también corre al compás de las mismas, diciendo en un tono de voz muy alto, lo mucho que te deseo.
No me cansaré de pensarte mía, y posiblemente lo serás, tu tacto y el mío se volverán uno, no sé que pasará después, puesto que en ese momento del sueño desperté.
Reconstruyendo la historia:
Mis ojos estaban unidos y mi cerebro hacia su ciclo, cómo siempre, de lanzar a la papelera suya lo que ya no guardará mi mente: Mis ojos cerrados, pero mi mente proyecta...
Estaba yo en la hermosa bahía, sintiendo el chocar de las olas con las piedras limite, el sonido de la arena me elevaba al punto dónde tú, mujer nunca me has sabido llevar. Mis pies dan muchos pasos cortos, imaginarios, pero vivos. Tan vivo cómo el sol que irradia calor, tan sensible cuán arena en mi piel. No sé cómo pienso en ti de está forma, mujer...
Lo prohibido es tentador, sí señor, pero para este momento todo está abierto, tan abierto cómo las mentes de las personas que eligen proyecto sin importar prejuicios.
Eramos nosotros, a la orilla del mar, sintiendo el agua llegar a la puntita de nuestros pies, hablábamos de todo, de tantas cosas maravillosas, y sé que el sol se alegraba de nuestro hermoso crecer.
El sentir tu tacto con el mío,
un privilegío,
no tan divino,
pero palpable hasta por quién no lo quiere sentir.
Quería que nuestras lenguas tuvieran algo más de privacidad, pero que digo, si de eso soy incapaz.
Tomé tú mano, y me sentí seguro,
con eso bastaba,
era suficiente.
Te toqué más de lo que pude, sí.
El sol se apagaba y nuestra charla se neutralizo al son de las estrellas en nuestro alrededor, el agua seguía con el movimiento continuo, tanto cómo yo quería estarlo contigo.
Dentro o fuera,
dónde sea,
pero contigo cariño.
Me sentí perplejo de tanto intelecto salir por esa boca tan tierna, labios carnosos y cerebro lleno de tanta madurez en tan poco tiempo.
Tiempo que perdí, pensando hacerte mía,
que al final,
ni un beso en la mejilla.
El mar se detuvo, un segundo, pero lo hizo.
Nuestras mentes se juntaron, nuestras bocas también,
más allá de eso, no sé.
Muchas gracias a @Josecito, por permitirnos a todos nosotros, futuros escritores de maravillas, abrirnos el campo más allá de la mente morbosa, a algo que podría ser tan delicado y picoso, sin notarlo.
Buen post, suerte amigo.
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Mucha inspiración y dedicación para ese poema, muy bello, gracias por compartir.
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