SANATORIUM
Están aquí. Los oigo de nuevo. Se arrastran por el suelo y trepan por las paredes. Mi querida Lucy, de verdad que lo intento. Pero son demasiados. Se esconden en el colchón. Sois dos gotas de agua, decían, pero tú eres su favorita. Pobre Lucy. Ya vienen, sí. No lo permitiré. Voy a quedarme despierta toda la noche. Eso haré. Padre ya no está. Lucy cuida de mí. Los oigo. ¡Malditos bichos! Se meten en mi cabeza a través de los oídos. Se cuelan por mis orificios y se comen mi cerebro. Es horrible lo que has hecho, decían. No es verdad. No lo recuerdo. Son los bichos, ya se acercan. Aquí no hay bichos, dicen, sólo están en tu cabeza. En mi cabeza, sí. Pero yo los oigo trepar. Si pudiese salir... Tal vez Lucy pueda sacarme mañana. Ya están aquí. Oigo cómo se arrastran. Suben por las cañerías. Sus pisadas retumban en mi cabeza. Y trepan, trepan sin descanso. Lucy vendrá. Quizá mañana. Pobre Lucy, ahora tan ocupada. Les gusta la oscuridad. Ya vienen. No dejo de oírlos. Suben por el desagüe, pero hoy estoy despierta. ¡Los odio! No pienso dormir. No puedo recordar. Son ellos, los bichos del demonio. Me comen el cerebro y borran mis recuerdos. Yo sí te creo, dijo Lucy. Se acercan. Casi puedo olerlos. No voy a echarme en el colchón. Se esconden ahí. Vienen a por mí. Ya me lo advirtió Lucy al despedirse. Querida, no dejes que los bichos se coman tu cerebro.
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