“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.”
Ezequiel 36:26 RVR1960
Cuando inicia un nuevo año, las personas hacen una revisión de sus planes y proyectos establecidos el año anterior, y hacen un balance de los logros, aspectos pendientes, y aplazados. De este modo, pueden trazarse nuevas tareas y objetivos a cumplir en los próximos doce meses, para así tener un propósito claro y bien definido, saber hacia dónde se dirigen y en que encaminar esfuerzos.
Sin embargo, pocos hacen planes que involucren a Dios. Olvidamos que Él nos ha dado la oportunidad de llegar al 2024, que no vivimos porque tenemos el control de nuestras vidas, ni sabemos cuánto tiempo duraremos. La vida es un regalo que solo puede dar el Altísimo. Sin embargo, en este año aún el 66 % de la población mundial no conoce a Cristo, y viven sus vidas frías, llenas de egoísmo, con intereses triviales, y sumidos en el pecado. Pero Dios tiene intenciones de que cambiemos para mejor. En este pasaje, se nos dice: Les daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de ustedes; y quitaré de su carne el corazón de piedra, y les daré un corazón de carne. De este modo, dejaremos de ser impasibles e indolentes. Estaremos listos para una relación con el Padre Celestial, dispuestos a toda buena obra, transformados y renovados por el Espíritu Santo.
Un nuevo año comienza. Es momento de dejar las viejas prácticas y abrazar una regeneración que solo Dios puede dar. Que cambie nuestro corazón y espíritu, reemplazando la tendencia al mal por uno conforme a Su voluntad, benévolo. Del mismo modo en que tuvimos que cambiar por el coronavirus, hagámoslo porque el camino que transitamos es de muerte. Escojamos la vida. Hoy es un buen día para comenzar. ¡Dios te bendiga!
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