“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.”
Tito 2:1 RVR1960
Las Sagradas Escrituras se encuentran llenas de hechos extraordinarios realizados por el poder de Dios, algunos tan impresionantes, que nuestra mente es incapaz de explicarse cómo pudo el poder divino llevarlos a cabo. Sin embargo, algunos creyentes exageran o falsean las manifestaciones del Altísimo en sus vidas, quizás para darles mayor esplendor o para exhibir una espiritualidad que no tienen. Otros hablan de hechos asombrosos que tratan de apartar la vista de los demás cristianos de la Biblia para doctrinas de hombres.
Vemos en este pasaje que Pablo escribe a Tito, el cual ocupaba en Creta una posición similar a la de Timoteo en Éfeso, acerca de la peligrosa situación en la que se encontraban, debido a las características de los cretenses y las corrientes doctrinales que se comenzaban a respirar allí. No solo no existía una estructura eclesial en ese momento en Creta, sino que sus habitantes se caracterizaban por sus conductas inmorales, corrupción doctrinal y particularmente por la mentira. Por otro lado, comenzaba a circular enseñanzas anteriores al gnosticismo, generando un clima complejo predicar a Cristo adecuadamente. Por eso el apóstol instruye: Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. No que hablara fábulas para agradar a los oyentes, no adaptándose a las falsas doctrinas que trastocaban la naturaleza de Dios, de Jesús y su sacrificio, sino impactando con la sana doctrina, la real y verdadera, como roca inamovible ante una marea de distorsiones.
Cada vez que hablemos de Cristo, cada vez que mencionemos la Palabra de Dios, hagámoslo conforme a lo que está escrito en la Biblia, soportados en la sana doctrina, sin añadir ni quitar nada. Puede que consideremos que adornar algo que haya hecho Dios no es malo, pero adaptarnos a mentir hará que luego lo hagamos con algo más sensible o que afecte las bases doctrinales en las que creemos. Las obras de Dios son perfectas. No necesitan ser mejoradas por nosotros, mucho menos usando algo que Él aborrece: la mentira. Pidamos dirección del Espíritu Santo, estudiemos constantemente y hablemos lo que es verdad. ¡El Señor te bendiga!
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