LOS MONTES DE TOLEDO Y CABAÑEROS
Ciudad Real-Toledo ( Parque Natural )
Los montes de Toledo
Destinos cercanos: Monfragüe y las Villuercas, Las Tablas de Daimiel
En medio de las llanuras cerealistas castellanas.
los Montes de Toledo surgen en el paisaje en forma de grandes lomas cubiertas de bosques siempre verdes.
Y parcelas cultivadas de cereal bajo encinares adehesados.
Forman parte del antiguo sistema montañosos Oretano.
Consideradas las montañas más antiguas de la península.
Su relieve está desgastado por millones de años de erosión atmosférica.
Su altitud máxima la alcanzan en el cerro Rocigalgo (1.447 m).
Al oeste de Consuegra trazan la frontera entre las provincias de Toledo y Ciudad Real y la divisoria de las cuencas hidrográficas del Tajo y el Guadiana.
Se extienden hasta la cuenca del Cíjara y la sierra de Altamira, tras la que se abre la comarca cacereña de Las Villuercas.
Los Montes de Toledo abarcan cerca de 300.000 ha.
Es en realidad un continuo forestal, un vasto ambiente de bosques y matorrales mediterráneos.
Extensos carrascales se alternan con áreas de alcornoques.
Sobre suelos profundos y frescos crecen robledales de matiz atlántico, densos quejigales y rebollares o melojares.
Esta región remota del interior peninsular ha permanecido al margen del desarrollo y la proliferación de grandes vías de comunicación.
La propiedad de las extensas fincas que acaparan sus serranías ha permanecido en manos de escasos terratenientes.
Alberga la mayor de diversidad y en ciertos casos abundancia de vertebrados del área mediterránea.
Tierra de cazadores
Son numerosos los jabalíes y los ciervos.
En determinados sectores son también densas las poblaciones de corzos y gamos.
En los bosques de quercíneas y los jarales de sus calveros habitan meloncillos y linces.
Abundan también los buitres negros, las águilas imperiales y reales y las cigüeñas negras.
A partir del mes de marzo la primavera cubre de verde esmeralda las tierras de labor.
Y las ramas de las carrascas y alcornoques acompañan con sus renuevos rompiendo la monotonía siempre verde de sus capas.
Los sembrados más tempraneros ya ven despuntar los trigos en pleno invierno.
Conforme progrese abril y pasa mayo, las flores esparcen oleadas de colores intensos por dehesas y campos.
Las rojas amapolas se alternan en el tiempo con crucíferas amarillas y tréboles de color lila.
Los quejigos y rebollos, de rebrotar tardío, esperarán a que en los sotos y riberas los fresnos y álamos cubren de verdor y sombra el cauce de los ríos.
Aguas abajo de Toledo, el Tajo divaga por meandros.
Y se embalsa junto a La Puebla de Montalbán en el pantano de Castrejón.
En los sotos rebrotados crían densas colonias de garzas y garcillas bueyeras.
Entre los cañaverales y las mimbreras ocultan sus nidos los azulones y las cercetas.
La carretera de Toledo a La Puebla permite acceder a diversos puntos de observación de la lámina de agua artificial.
En Las Ventas con Peña Aguilera, la montaña abasteció de piedra granítica hace dos siglos a los canteros que levantaron El Escorial.
MONTES DE TOLEDO Y CABAÑEROSDe nuevo en el siglo XX surtió a grandes obras públicas como los Nuevos Ministerios en la capital del Estado.
En el cercano valle del Chorrito los monumentos megalíticos prueban que en épocas mucho más antiguas.
Hace entre cinco y seis mil años, los primeros ganaderos que apacentaron sus rebaños y piaras en estas serranías.
Ya veneraban la solidez de estas rocas como habitáculos sagrados donde descansar el día después.
Una vista de todo el territorio se obtiene desde la ermita del Cerro de la Virgen del Águila, patrona de los canteros.
Según la leyenda, la imagen fue encontrada en el nido de una de estas especies rapaces.
Continuando hacia el sur, la carretera cruza por el puerto del Milagro la sierra del Castañar y entra en tierras de Ciudad Real.
Abajo, en plena solana de la sierra, el embalse de Torre de Abraham represa las aguas del río Bullaque.
Aguas abajo del pantano se anuncia ya la gran depresión de Cabañeros.
Rodeada por la sierra del Chorito a poniente, la llanura central-una vasta dehesa cultivada antaño de cereal- ocupa el corazón del más reciente de los parques nacionales.
Parque Nacional, por fin
El mayor latifundio de Europa, a punto de convertirse en campo de tiro militar.
Cambio de rumbo y pasó en pocos años a tener protegidos como Parque Natural 25.000 ha.
Finalmente fue elegido representante de los ecosistemas mediterráneos.
Con 40.000 ha protegidas con la máxima figura de protección prevista por la legislación española, la de Parque Nacional.
Para visitarlo, se puede recorrer a pie de forma libre o con guía.
La zona de uso público, por los itinerarios senderistas debidamente señalizados.
O bien en 4X4, por el interior del parque (previa reserva), con un guía-conductor.
Para realizar estas rutas en coche, es necesaria la previa contratación de la visita.
En los pueblos del entorno del parque se encuentran diversos centros de interpretación y museos etnográficos.
Como el de Horcajo de los Montes y el centro de visitantes de Casa Palillos, así como el Centro de Información y reservas de Pueblonuevo del Bullaque.
En el límite occidental del territorio protegido, el río Estena discurre por un valle encajado en cuya umbría crecen sotos y bosques fluviales que cobijan a la nutria.
En Cabañeros se encuentra la segunda colonia más importante de buitre negro de la península después de la de Monfragúe.
Los carrascales más remotos, sobre los árboles de copa más amplia, crían las parejas de águilas imperial y de cigüeña negra.
También habitan en el parque el águila real y otras rapaces como el elanio azul.
Y en la gran raña de Cabañeros, una amplia llanada herbácea con arbolado disperso encerrada entre dos sierras.
MONTES DE TOLEDO Y CABAÑEROSSe mantienen parte de los cultivos de olivos y cereal para alimentar a la fauna.
También hay cultivos forestales que están reemplazando los pinos por quercíneas.
En las praderas de progresión espontánea entran por estas fechas en celo las avutardas y los sisones.
Cuyos machos exhiben sus plumajes exuberantes.
Crían en la raña otras aves esteparias como los alcaravanes.
En el río Bullaque florecen los nenúfares y rebrotan los fresnos secularmente podados para alimentar el ganado.
Sobre el pequeño embalse del Molino Viejo florecen las manzanillas, un ranúnculo de flores blancas diminutas.
Mientras el mirto de Brabante, un arbusto peculiar que ocupa los trampales y orillas encharcadas, rebrota y muestra sus flores discretas también en abril.
MONTES DE TOLEDO Y CABAÑEROSEn las riberas cenagosas proliferan musgos y brezos de turberas junto a plantas carnívoras diminutas como las droseras.
Que capturan mediante sus pelos mucilaginosos a los insectos que posteriormente digieren con enzimas en las propias hojas.
En los pedregales y bordes de bosques florecen las peonías.
Sus voluminosas flores de color rosa intenso ponen una nota de cromatismo en las laderas desnudas.
Desde lo alto del cerro Laguna (1.045 m) se divisan los bosques de encinas y robles instalados en las partes inferiores de las laderas, en el entorno de la raña.
A 800m de altitud los bosques se aclaran y en las laderas resaltan pedregales de color pardo grisáceo que brillan al sol del mediodía.
Estas “casqueras”, como se las conoce en la comarca.
Se han formado a lo largo de miles de años de erosión y contrastes bruscos de temperatura.
Su disposición media ladera las ha permitido a lo largo de la historia de este enclave natural cumplir la función de cortafuegos.
Por encima de ese nivel, la vegetación no ha sufrido la intensa acción incendiaria del ser humano que modeló el paisaje de la raña.
Más arriba de las casqueras se conservan hoy los árboles más añosos.
Los de copa más voluminosa y las comunidades de seres vivos más semejantes a las potenciales para la zona.
Allí se instalan precisamente la colonia de buitre negro y otros grandes vertebrados alados de la zona.
En los terrenos deforestados proliferan las jaras pringosas, que se cubren de grandes flores blancas en el mes de mayo.