“No he aprendido sabiduría, ni poseo conocimiento del sagradísimo” -Proverbios 30:3-
Está frase la recuerda Mauro con frecuencia, pues gracias a la creencia del judaísmo en que si es posible cambiar, aunque con esfuerzos constantes y consistentes, él recibió ayuda. Resulta que Mauro creció siendo un niño pendenciero y desobediente; de niño fue testigo de los malos tratos y palabras hirientes que le dio su padre a su mamá. Aunque su padre un día desapareció, él siempre fue problemático. De varias escuelas fue expulsado; sin embargo, cada vez que él observaba a su madre llorar porque nadie se aguantaba a su hijo, él reflexionaba y decía para sí, que iba a cambiar.
La neurociencia descubrió que el cerebro tiene cierta plasticidad, lo que significa que las neuronas pueden cambiar cada día, ósea; cambian con cada pensamiento firme y repetitivo. El neurocientifico Norman Doidge, un neurocientífico de la universidad de Columbia, dice que desde que se nace, hasta que se muere se pueden modificar las actitudes y los pensamientos humanos. Mauro fue sometido a un sencillo ejercicio: -Úsalo o Piérdelo- es un principio clave del doctor Doige.
A Mauro se le dio una libreta con palabras de cortesía, como: discúlpeme, perdóname, lo siento, me equivoque; Mauro comenta: “cada vez que quería decir palabras hirientes o pelearme con otro niño, tenía que sacar la libreta y leer lo que tenía que hacer o decir. Pasaron varios meses antes de instalar el nuevo hábito y las nuevas palabras en mi vocabulario” -recuerda-; pero al cabo de unos dos años, resulte siendo un niño apreciado, obediente e incluido. -Úsalo o Piérdelo- se refiere al principio de moldear las neuronas cerebrales del pensamiento.
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