Analisis
Con Christine Lagarde, la actual líder del Fondo Monetario Internacional, lista para ser la próxima presidenta del Banco Central Europeo, las grandes preguntas que surgieron el miércoles fueron quién la sucedería y si Estados Unidos rompería la tradición e intentaría instalar a un estadounidense en el puesto.
El martes, funcionarios europeos nominaron a Lagarde para que sucediera a Mario Draghi en el cargo de presidente del Banco Central Europeo. Lagarde, una fuerza estabilizadora que ha dado un poder estelar al fondo monetario desde que asumió el cargo de directora gerente en 2011, planea dejar sus responsabilidades conforme el proceso de nominación avance.
La transición esperada del poder en el fondo llega en un momento en que la economía mundial se desacelera y aumenta el proteccionismo en medio de la guerra comercial que libra el presidente Donald Trump en múltiples frentes. El próximo director del fondo tendrá que enfrentar calamidades económicas en Argentina, Venezuela y Turquía, así como hacerse cargo del tipo de institución multilateral que Trump ha criticado durante mucho tiempo, pues considera que sobrepasa la autoridad del propio organismo.
“El desafío clave para el próximo director del FMI es encontrar la manera de mantener la relevancia, la influencia y la legitimidad de la institución en un mundo en el que el multilateralismo se está desmoronando en medio de tensiones comerciales y alianzas geopolíticas cambiantes”, opinó Eswar Prasad, quien fue director de la división de China del fondo monetario. “El FMI es el epítome del multilateralismo en las finanzas internacionales, pero lo marginan economías avanzadas clave, su reserva de recursos se ve empequeñecida por los flujos globales de capital y no cuenta con la confianza de las economías de mercado emergentes”.