A menudo consideramos que los acelerados cambios tecnológicos son la causa de la obsolescencia en los productos que compramos. No es dificil pensar así debido al ritmo de desarrollo es exponencial. Por ejemplo, basados en que el poder de procesamiento se duplica cada 18-24 meses, para 2020 la potencia computacional sumada de todas las computadoras existentes será comparable a la capacidad intelectual total de la raza humana.
Sin embargo, esta ritmo de mejora parece no influenciar la calidad de los productos. Y es que en realidad en la producción de bienes existen dos formas de obsolescencia que no se basan en el desarrollo natural de la capacidad tecnológica, sino que resultan de (a) la estructura de reglas competitivas del sistema de mercado junto con (b) la necesidad de "eficiencia" en la búsqueda de rentabilidad y retorno del negocio.
La primera (a) es conocida como "OBSOLESCENCIA COMPETITIVA". Esta obsolescencia resulta del carácter competitivo de la economía; cada organización o empresa trabaja para mantener una ventaja diferencial sobre otra reduciendo los gastos en la producción con el objetivo de mantener el precio bajo o "competitivo" para la compra del consumidor. Este mecanismo se conoce tradicionalmente como "rentabilidad" y el resultado son productos que son relativamente inferiores a lo posible en el momento en que se hacen. Esta necesidad competitiva absorbe cada paso de la producción, en efecto, una reducción de la eficiencia técnica a lo largo del proceso de producción utilizando materiales, diseños y medios más baratos.
Supongamos que hemos tenido en cuenta todos los requisitos materiales para el diseño y producción de un automóvil, buscando maximizar su durabilidad, eficiencia y calidad de la manera más estratégicamente optimizada, basada en los materiales mismos - no el costo de esos materiales . Esto significa que el ciclo de vida del coche se determinaría sólo por su desgaste natural. Asimismo se podría agregar un enfoque deliverado de diseño orientado a la actualización de componentes del coche, cuando estos haya pasado a ser obsoletos o dañados por las circunstancias de uso natural.
El producto final sería un producto diseñado para durar, por lo tanto se reduciría el desperdicio y aumentando la eficacia de la utilidad. Con seguridad podemos decir que un porcentaje importante del mundo actual piensa que esto es lo que realmente sucede en la producción y diseño de bienes, en contraste esta creencia está lejos de la realidad. Con las reglas actuales es matemáticamente imposible para cualquier empresa competidora producir estratégicamente y técnicamente el mejor producto, en una economía de mercado ya que el mecanismo de "costo-eficiencia" garantiza una producción menos que óptima.
Por otro lado, el segundo tipo (b) de obsolescencia se denomina "OBSERVANCIA PLANIFICADA", esta técnica de producción tiene como objetivo asegurar el consumo cíclico. La obsolescencia planificada comenzó a ser protagonista a principios del siglo XX, en el momento en que el desarrollo industrial estaba extendiendo la eficiencia a un ritmo acelerado, produciendo mejores bienes, en menos tiempo. Como consecuencia, el consumo comenzó a disminuir por el aumento de la vida útil y la eficiencia general de los bienes. Por ello, las empresas no sólo tenían la necesidad de fomentar más las compras por parte del público en general, sino también reducir la calidad de sus bienes para aumentar sus ventas, El fenómeno "más con menos" estaba emergiendo de una manera rápida. En lugar de permitir que la vida de un bien sea determinada por su capacidad natural, con la intención lógica natural de que exista tanto tiempo como sea posible, dados recursos limitados en un planeta finito y un interés natural para ahorrar energía, tanto materiales como humanos, las corporaciones decidieron que era mejor ajustar la "vida útil" de los bienes, inhibiendo deliberadamente la eficiencia en aras de repetir y multiplcar las compras.
En la década de 1930 en Estados Unidos, lar corporaciones del momento intentaron hacer obligatorio (legal) los ciclos de vida para todas las industrias, incluso en campos donde estos ciclos eran decididos por el estado natural de capacidad técnica. Intentaron forzar el consumo por la mera necesidad de mano de obra y aumento del mismo. De hecho, el ejemplo histórico más notable de este período fue el cartel de la bombilla Phoebus de los años treinta, donde, en un momento en que las bombillas podían durar hasta unas 25.000 horas, el cártel forzó a cada empresa a restringir la vida de la bombilla a menos Más de 1000 horas para asegurar la repetición de las compras.
Hoy en día, todos los grandes fabricantes y marcas estrategicamente limitan los ciclos de vida de los bienes basados en los modelos de comercialización para el consumo cíclico. El resultado no es sólo el desperdicio condenable de recursos finitos, sino un constante despilfarro de trabajo humano y la energía.
Fuera de la dinámica de la economía de mercado, es extremadamente difícil argumentar contra la necesidad de un diseño óptimo de los bienes. Lamentablemente, la naturaleza de la eficiencia de nuestro modelo economico mundial no permite tal eficiencia técnica por defecto.
¿Te ha pasado que cuando vas a comprar un producto sientes que este esta pre-diseñado para fallar? ¿Que tan seguido has tenido que reemplazar algo que supuestamente debería haber durado más? ¿Cuales son los productos que re-compras con más frecuencia?