LAS COSAS Y SU SENTIDO OCULTO (ENSAYO, LA IMAGEN ES UNA FOTOGRAFÍA DE DULCE MARÍA LOINAZ DE LA ÉPOCA)

in p •  7 years ago 
![dulce.png]()

  LAS COSAS Y SU SENTIDO OCULTO     

Dulce María Loinaz, premio Miguel de Cervantes de literatura, es como dijera Juana

 de Ibarbouru: “La mujer más representativa de las letras Americanas”. De una obra 

poética breve, pero intensa como lo fue su vida, lo que la llevó a transitar otras 

comarcas, otras culturas que hizo suya, por su extrema sensibilidad de comprender al 

hombre en su grandeza, misterio y miseria. Más allá del confuso babel que afrontó 

algunas veces en suelo extranjero, estaba su asombro por el canto que unifica y el 

gesto que hace compartir el pan; lo único que queda del desafío de Nemrod a las 

alturas y el cual hace posible la claridad de sus poemas.    


Si la expresión “cada palabra tiene su carga poética”, le da un sentido monista al

 poema; la búsqueda de la imagen en lo oculto plantea una estética reveladora. 

Realmente “hay un sentido oculto en la entraña de todo, /en la pluma, en la garra, en 

la espuma, en el lodo”, y es esta afirmación la que teje la geometría que irá 

configurando la voz inicial de la autora. La misma se nos presentará buscando el justo 

equilibrio de la creación como proyección del orden de la manifestación: ”En tu obra 

no hay nada demás ni de menos…/Pero no sé, Dios mío: Me parece que a ti­­­/-¡un 

Dios…!- te hubiera sido fácil pasar sin mi”. De allí que la tierra y sus elementos, las 

hojas caídas que señalan el camino, las hormigas que hacen posible la labor del día 

en búsqueda de la dulzura (“guardé la miel y se me agrio la piel /guardé la luz y se 

extinguió en lo oscuro”), y el agua que es la vida y la historia contenida en cada gota 

de eternidad; se nos presenten como una certeza de lo que fluye para limpiarnos la 

tristeza y hacernos vivible el mundo: “Las tristezas serán siempre las mismas /pero 

sabemos bien que /matemáticamente se combinan cada vez de manera distinta 

/hasta el infinito. /Vendrán hombres nuevos /con la nueva vida /con la nueva aurora”.



¿Acaso la historia del hombre no es sino la de su tristeza? ¿Acaso no busca en el 

infinito su temblor ante la nada? La melancolía que es expresión por la ausencia del 

instante eterno que es el presente, hace que el poeta nos traiga, el cielo ausente de esa

 unidad sagrada que fue en sus orígenes el mundo. Lo más paradójico es que en 

nuestra fragilidad y nuestro inmenso temor ante lo vacío, seamos portadores de esa 

eternidad sólo aprehensible en el arte, la meditación y el trance místico: “Dulzura de 

un minuto /no te la quiero dar. //Para ti lo infinito /o nada; lo inmortal /o esta muda

tristeza /que no comprenderás…/La tristeza sin nombre /de no tener que dar /a quien 

lleva en la frente /algo de eternidad”. H. A. Murena nos señalará que esto ocurre por 

ser el hombre parte de esa tríada que el cielo y la tierra conforman junto con él; lo

 que le da un papel relevante en la mediación. Dulce María Loinaz tenía una 

conciencia plena de este hecho, aún en su poesía más temprana y por eso nos expresa 

esa angustia por dejar el aislamiento de una palabra que sentía apartada de la vida 

(“Un día en que siente uno /yo no sé qué nostalgia de alas”); y hacerla terrenal, cerca 

de lo que nos habita poéticamente sin que lo veamos 

(“y dime que palabra se le dice a la hormiga /a la hierba del campo”); y de lo que tiene 

la musicalidad imperecedera del hermano sol: ¡Por los caminos de la tierra /por los 

caminos de la tierra /como San Francisco quería!”.    


En palabras de fina religiosidad se mueve el espíritu perturbado de la autora. Es como

 un ascenso sin dejar las raíces terrenales del poema:  “Hoy tengo a mis pies un 

camino de tierra /dura, gris…/Y una prisa turbadora de andarlo de una  vez…¡Pero 

/aún me muevo en la indecisa /hora y pruebo a llamarte /en los bellos nombres de las

 Letanías!”). Sólo la palabra tiene ese poder de convocar el misterio y traernos lo más 

transparente del Génesis; y hacernos ver la eternidad en la rosa, que agradece el 

silencio y la fragancia de la tierra prometida: ”Santificado sea el nombre tuyo /que 

nadie sabe, que en ninguna forma /se atrevió a pronunciar este silencio /pequeño y 

delicado…/este silencio que en el mundo /somos nosotros /las rosas…” . Sólo la 

poesía es el puente milagroso que nos permite andar sobre abismos, sin denigrar de

 nuestra condición de caídos. De allí que “la inmensa boca” que encontramos entre 

montañas por la presencia de una geografía accidentada, de paso al asombro que nos 

permite conjeturar, que a pesar del abismo de la vida, está el amor como el más fuerte 

vínculo de la existencia: “Yo vi también tendido otro elevado puente /que casi se 

ocultaba entre nubes hurañas…/¡Y su dorso armonioso unía triunfalmente, en un 

glorioso gesto, dos cumbres de montañas …/¡Puentes, puentes cordiales…Vuestra 

curva atrevida /une rocas, montañas, riberas sin temor…/¡Y que aun sobre el abismo

 tan hondo de la vida, /para todas las almas no haya un puente de amor…!.    


Poesía que se despoja de toda retórica e interpreta la vida y sus elementos desde la 

inocencia. Una vez a una niña se le pidió que definiera una esfera, y ella desde la 

lucidez que sólo da el estar cerca de lo angélico, dijo que una esfera era un mapa 

redondo. Este es el verdadero lenguaje del poema que nace como una revelación. De allí que tenga sentido el hecho de que Jesús nos pidiera hacernos niños, para 

adentrarnos en lo oculto de sus parábolas; y que la Virgen de Fátima se le apareciera, 

más brillante que el sol, a tres jóvenes pastores en Portugal, quienes heredaron el don 

de la profecía y la oración. Si la definición de las cosas viene de la lógica de la razón 

heredada del árbol del conocimiento y por lo tanto del reto a la divino, en Dulce María

 Loinaz, ésta es una forma de expresar el misterio de un concepto cuando se aborda 

desde la metáfora (la forma del lenguaje que Aristóteles reprochaba a Platón por ser 

este portador de lo oscuro). Así que nos maravilla que “una isla sea una ausencia de 

agua rodeada de agua”; una península: “Una tierra que resbala y se sujeta para no 

caer”; un lago: “La razón celeste de las canciones napolitanas”; un océano: “Un sueño 

largo que está soñando la tierra entre soles columpiada”, y un sueño una definición 

inexpresable dejado a la aurora. La Geografía como ciencia descartaría este lenguaje 

de la imaginación por salirse de la necesaria racionalidad que ella precisa; pero gana

 el poema al lograr en cada uno de los casos, un símbolo que termina expresando lo 

inefable.    Poesía que rescata de cada ser, objeto y circunstancia, lo que tiene de 

celeste. Así una niña coja es una belleza herida por la punta de una estrella, y un niño

 contrahecho un ser que tiene lejos el cielo. Sólo la extrema sensibilidad de Dulce 

María Loinaz pudo hacerla una vidente, que ya había visto en sueños, una realidad que

 después confrontaría. De una personalidad conformista en lo político, pero rebelde 

en el poema, como un espacio abierto en flor (“Tú tienes la flecha /yo tengo el 

espacio”)  y un humo ascendente, fino, largo, roto: “Soy lo que no queda ni vuelve. 

Soy algo /que disuelto en todo /no está en ningún lado”, su voz se erige desafiante, 

casi presocrática en este texto, sin perder su feminidad y más importante aún, su 

libertad: “Hombre que me besas, /tu beso es en vano.../Hombre que me ciñes: /¡Nada

 hay en tus brazos!”.    El primer libro llamado “Versos” de Dulce María Loinaz, ya trae

consigo la perfección del poema que procura el silencio como su fin más puro. En sí 

por que ellos son constantes oraciones que nos llevan a estar cerca de Dios y la 

belleza, las dos manifestaciones que se hacen unidad en su palabra. Lo feo, lo 

grotesco, lo injusto que nuestra realidad presenta, “todo lo que en la creación nos 

hiere con inconsciencia, con ceguera” (Vasconcelos), tienen una salida en su ascesis 

poética, porque entre el bien y el mal (las dos mariposas extremas), hay la esperanza

 de ver volar las mariposas intermedias:  “la verdes, áureas, infinitas,   todas las 

mariposas de la tierra” .       

Authors get paid when people like you upvote their post.
If you enjoyed what you read here, create your account today and start earning FREE STEEM!