Como homenaje a los 80 años de la fundación del Hotel Llao-Llao de Bariloche hoy comienzo con mis historias de esta región que compartimos argentinos y chilenos y que nos llena de orgullo y admiración por ser una de las más hermosas del planeta.
En los primero días de diciembre de 2001 yo había concurrido a un congreso de pesca y manejo de salmónidos en la provincia de Neuquén y por una invitación de un amigo con el cual comparto dos pasiones: la pesca con mosca y el golf, pude acceder por primera y única vez a hermosa cancha de este renombrado y maravilloso hotel.
No voy a contar como fue el juego, es por demás aburrido relatar golf, es mucho más divertido jugarlo. Pero si voy a hablar del mítico hotel y del entorno inmejorable donde se encuentra.
Fue ideado y construido por Alejandro Bustillo, un arquitecto argentino que colaboró enormemente en el desarrollo de Bariloche junto a su hermano y primer director de parques nacionales Exequiel, no por nada la avenida principal de esa ciudad lleva el nombre de este último. El hotel en sí es de un lujo y un buen gusto superior que se descubre en cada rincón, cada salón, cada parque. Se respira y se disfruta la naturaleza en todo su esplendor y los pasajeros y visitantes no terminan de asombrarse. El complejo hotelero esta enmarcado por inmensos parques creados por el paisajista alemán Hermann Botrich y el predio donde se encuentra divide dos lagos: el Nahuel Huapi y el Moreno, el primero enorme e intrincado, el segundo más pequeño y templado con varias playas accesibles.
Como dije al principio, fui a jugar golf pero lo único que recuerdo es la majestuosidad del paisaje y del hotel que es una de las más hermosas construcciones de esta región tocada por la gracia de la naturaleza.
Héctor