La complejidad humana es apabullante. ¿Qué somos? Es difícil entenderlo, explicarlo o decirlo.
A la ciencia le queda fácil hablar, pues una de sus misiones es hacer un catálogo de los hechos que componen el mundo. ¡Taxonomiza y listo! Pero cuando tu, un ser humano, indagas en tu espíritu, hurgas en tu interior, te sumerges en tu pensamiento, te vuelcas hacia el origen de tu carácter, descubres caminos interiores alternos, vislumbras posibilidades, contemplas el acervo de acciones que te podrían llevar por el camino del bien o del mal, del respeto o del placer, de la razón o de la ignorancia, de la confianza o de la traición, de lo correcto o lo incorrecto, te enteras que aquello que dicen los diccionarios o libros de ciencia que tratan acerca del fenómeno humano, se queda corto al intentar explicarte.
Es como si un punto, que quiere saber sobre sí mismo, entra y busca la explicación que hacen los textos de geometría y los de formulaciones matemáticas, y se da cuenta que, a pesar de lo escrito, es difícil comprenderse, y que las posibilidades son infinitas, y que al seguir un camino niega los otros pero que, no por negarlos, estos dejan de existir. Sencillamente para un punto es difícil comprenderse a sí mismo.
¿Cómo hace un punto para comprender una recta? ¡El punto es finito y la recta infinita! ¡Es imposible! O el punto lee sobre sí, que por él pasan infinitas rectas y, como no es capaz de entender una sola, ¿cómo hace para comprender infinitas rectas que a su vez son infinitas? ¡Él se comprende como un sencillo y simple punto! ¿Infinitas rectas virtuales o reales que pasan por mí? ¿De qué me hablan? O si se da cuenta que un punto, a su vez, es infinito como pi, phi o e ¿qué puede pensar él? ¿que Contiene el infinito? ¿Qué es lo que es el infinito? Y si le dicen que puede ser parte de las coordenadas de una recta, una parábola o una curva de manera simultánea, ¿cómo hace para comprender tantos conceptos que sobre sí mismo se dicen al mismo tiempo?
Y si acaso escucha a un epistemólogo o un filósofo del lenguaje que le dice que simplemente las formulas que se dicen sobre él son modos de explicar aquella realidad que lo circunda pero que, dichas formulas, podrían ser explicadas de otra manera, o bajo otros parámetros y que las formulas que existen son unas cuantas pero que aquellas que se ignoran son muchas más de lo que acaso podemos imaginar ¿Qué pasa entonces con el entendimiento del pobre punto? ¿Será que enloquece?
Se podría decir que se siente abrumado y que sencillamente podría vivir sin que estas cosas le quiten el aliento; o viviría contemplando las múltiples posibilidades que ante sí se vislumbran; o sentiría pavor ante la infinitud y la complejidad que lo cobija; o, que tal vez, resumiría el conocimiento sobre sí mismo como un misterio inexplicable que jamás podrá ser solucionado.
Sí, creo que la complejidad del ser humano es apabullante.