El ser humano es una entidad abrumadoramente compleja. Aparentemente soy lo que aparece en este instante, pero no soy solo este instante. Soy la consecuencia de múltiples instantes anteriores. Coexiste conmigo una larga y compleja historia que me muestra tal como soy en realidad.
Cuando ves un río desde la orilla solo ves una pequeña porción de él. Disfrutas de las frescas y corrientes aguas pero desconoces el antes y el después de esa pequeña porción del río. Desconoces su origen, desconoces su destino, desconoces que ese río es tal como se presenta a ti porque su recorrido histórico, es decir el trayecto que ha tenido antes de llegar a ti, lo hace ser como es.
El momento que presencias del río está condicionado por su historia. No es lo mismo ubicarse en la parte media de un río que haya atravesado una ciudad medianamente grande, que en la parte media de un río que ha atravesado un bosque. El uno está contaminado por la podredumbre y la inmundicia, en el otro sus aguas son diáfanas e impolutas. No es lo mismo presenciar el trayecto del río en un valle que en una montaña. En el valle sus aguas son serenas y tranquilas, en la montaña se ve la fuerza arrolladora del relieve.
Desde afuera apreciamos bien la superficie del río pero desconocemos su profundidad. También vemos una superficie tranquila pero desconocemos las luchas caóticas de las corrientes interiores. De acuerdo al lugar geográfico en que nace y la dirección que guía su camino se determina la longitud de su trayecto. La variación del relieve genera ríos de corta distancia y otros muy longevos. Algunos ríos se unen y se complementan. En algunas ocasiones el río es un conjunto de riachuelos que lo nutren.
Todo río tiene tres circunstancias que lo estructuran: Nace, recorre un trayecto y desemboca (es decir: aparece, persiste y deja de ser). En esas circunstancias que lo estructuran hay algo común: Una condición interior y misteriosa de la naturaleza que decreta su nacimiento, su trayecto está condicionado por el relieve que recorre y todos se disuelven en otras aguas (causalidad, casualidad, disolución).
La existencia de un río es una entidad abrumadoramente compleja ¿Qué decir del ser humano? definitivamente no soy este instante sino la compleja suma de mis instantes anteriores. Mi historia personal, accidental o necesaria, me condiciona.